Cascos de guerra para sanar las heridas de Malvinas

miércoles 20 de marzo de 2019 | 5:00hs.
Cascos de guerra para sanar las heridas de Malvinas
Cascos de guerra para sanar las heridas de Malvinas
Jorge Altieri todavía puede ver las manchas desgastadas de su sangre en el casco que sostiene en las manos. No es un objeto cualquiera: le salvó la vida hace casi 37 años en la guerra de Argentina contra Gran Bretaña por las islas Malvinas y lo recuperó  tras estar a punto de perderlo en una subasta virtual en Londres.     
Altieri (57) logró tenerlo gracias a un empresario argentino anónimo que lo adquirió en la subasta luego de enterarse de los inútiles esfuerzos del veterano por comprárselo al coleccionista británico que lo ofrecía en el sitio eBay. Como él, la familia del británico Alexander Shaw recuperará el de este joven fallecido en la guerra de 1982 gracias al coronel retirado argentino Diego Arreseigor, que lo encontró en el campo de batalla, lo retuvo desde el fin de la contienda y decidió  devolvérselo este año a la familia de Shaw como un paso más en búsqueda de la reconciliación.
Casi cuatro décadas después del enfrentamiento bélico por el archipiélago situado en el Atlántico Sur, ambos casos son un ejemplo de cómo ex soldados argentinos y británicos y sus allegados necesitan volver a ver y tocar los elementos de combate que los enemigos se apropiaron a modo de trofeos de guerra para curar heridas que aún permanecen abiertas.
“Lo uso como osito de peluche, está al lado mío. Lo miro y con los recuerdos que vienen se me llenan los ojos de lágrimas”, dijo Altieri días atrás mientras mostraba sonriente el casco parcialmente destrozado recién llegado a sus manos.
Un agujero producto de un impacto decora la parte frontal del casco que impidió que las esquirlas de una bomba le volaran completamente la cabeza en la decisiva batalla de Monte Longdon el 12 de junio de 1982.
No obstante, perdió un ojo, parte de la masa encefálica y sufre inmovilidad en parte de su cuerpo. Dentro del casco se puede leer escrito a mano Beto, apodo con el que Altieri se da siempre a conocer, y Galtieri, producto de la broma que le hicieron sus compañeros, que antepusieron la G a su apellido para que pareciera el del dictador argentino Leopoldo Galtieri. Estos detalles le permitieron reconocerlo y saber que era suyo, después de que un rastreador de objetos de guerra le avisara que lo había visto en la plataforma de subastas y que había consultado con veteranos quién podría ser el dueño.
Tocar de nuevo ese objeto es la manera de completar un duelo y mostrar a sus compatriotas su sufrimiento y el de sus compañeros.
Después de la batalla de Monte Longdon, el casco de Altieri había quedado tirado en un montón de rezagos militares. Luego de la firma del cese de hostilidades el 14 de junio de 1982, un integrante de un regimiento británico de paracaidistas lo recogió y lo llevó a Londres.
Tras fallecer pasó a sus familiares y terminó siendo ofrecido en una subasta en internet de la que Altieri se enteró hace cuatro años.
Aunque ofreció unos 520 dólares por él, otra oferta que duplicaba ese valor se lo arrebató. Era de un coleccionista de objetos de guerra que rechazó los intentos de Altieri para recuperarlo pagando un monto más económico. “Decía yo soy coleccionista y me lo quedo, ni que venga a pedírmelo la Reina se lo doy”, contó el veterano argentino.
Días atrás, el casco estuvo por segunda vez en venta, esta vez a un valor de 13.000 dólares y luego desapareció del sitio. Altieri temió perderlo para siempre hasta que recibió la noticia de que un empresario anónimo argentino lo había comprado para entregárselo.
En este logro ha tenido mucho que ver la difusión del caso por medios de prensa argentinos.
La identidad del comprador no ha trascendido. Altieri quiere tener el casco en su casa un tiempo y luego lo donará a un museo sobre la Guerra de Malvinas.