Se bancaron el diluvio y tuvieron el privilegio de ver la primera final

domingo 18 de noviembre de 2018 | 5:00hs.
Se bancaron el diluvio y tuvieron  el privilegio de ver la primera final
Se bancaron el diluvio y tuvieron el privilegio de ver la primera final
Facundo Alzaga

Por Facundo Alzaga deportes@elterritorio.com.ar

Fernando Zacarías, Sergio Cáceres  y Jimena Grassi son tres misioneros que tuvieron la posibilidad de poder estar en la Bombonera una semana atrás, cuando se jugó la primera final de la Copa Libertadores entre Boca y River. Ellos no tienen nada que ver entre sí, aunque comparten una pasión que los convierte en una especie de familia que está unida por los colores azul y amarillo.
Los tres, cada uno a su manera, se las ingeniaron para poder presenciar este evento inédito que se está desarrollando por primera vez en los más de 100 años de historia del fútbol argentino. Los tres viajaron en la trafic que contrató la peña Orgullo Azul y Oro que salió de Posadas el viernes previo al partido y que tuvo que extender su estadía debido a que el diluvio que cayó en Buenos Aires el sábado 10 obligó a las autoridades de la Conmebol a postergar el partido hasta el día siguiente.
“La entrada la conseguimos en la venta que hizo el club por internet. Con el apoyo de mi señora, yo en una computadora, ella en otra y los dos con nuestros celulares nos metimos en la página hasta que me habilitaron la entrada para el partido en la Bombonera. Fue en la segunda tanda, la de las 7 de la tarde. Cuando la conseguimos, nos abrazamos y empezamos a llorar, fue un momento increíble porque era un partido que no me podía perder”, contó Fernando Zacarías acerca de la odisea que significó   conseguir el ticket, casi una misión imposible debido a la gran demanda.
“El viaje en la trafic es muy lindo, parece un viaje de egresados porque vamos cantando, festejando entre nosotros, tomando algo. Cuando llegamos a Capital, el agua era impresionante y en el momento que estábamos haciendo la fila se dio la parte más difícil de este viaje, porque no habían abierto las puertas del estadio y la lluvia no paraba. Estuvimos totalmente empapados y con mucho frío por el viento”, detalló el hincha de Boca, que se las ingenió para quedarse luego de la suspensión del encuentro.
“Una vez que salimos, cuando decidieron suspenderlo, nos encontramos todos otra vez y tuvimos que organizar la logística para ver qué hacer, si quedarnos o irnos. De ver si los quince que viajamos nos podíamos quedar, de si conseguíamos dónde dormir, el tema de la comida. Yo por suerte tengo un gran amigo en Buenos Aires con el cual me comuniqué y me dio lugar en su casa”, comentó.
“Al otro día fue una odisea nuevamente. Una vez adentro, lo que vivimos fue increíble. Lo que se siente por un club, por los colores, por once jugadores. Me abracé con gente que no conocía, lloré. Los dos goles de Boca fueron los que más grité en mi vida. Era un mundo de gente, pero éramos hermanos compartiendo un sentimiento”, aseguró emocionado al recordar el momento. Para finalizar, este hincha de Boca licenciado en Criminalística, que trabaja analizando y haciendo pericias en accidentes de tránsito, valoró que sin el apoyo de su familia no podría alcanzar los sueños que cumplió con Boca.
“Lo más importante de todo esto es saber bien cuál es el sentimiento que uno tiene y poder hacérselo entender a la gente que uno ama. Sin el apoyo de la familia, uno no podría vivir este tipo de cosas, una familia que me siga en esta locura como lo hace la mía. Tengo un hijo de 7 años que también es fanático y socio de Boca y una hija a la que ya la hice socia. Pagamos tres cuotas sociales en un momento complicado desde la economía, pero todo lo vale por Boca”, cerró.

Cantar como locos bajo la lluvia
Además de los varones, que en la trafic eran mayoría, también había chicas entre los fanáticos misioneros que vieron el partido de ida en la Bombonera y entre ellos se encontraba Jimena Grassi, que pudo pasar la noche en un hotel y secar su ropa totalmente mojada por la lluvia del sábado.
“El sábado me quedé en un hotel, por suerte había llevando una muda de ropa así que pude secar la que tenía puesta y pude cambiarme. Fue una locura hermosa. Cantar como locos bajo la lluvia. Una vez que el partido se suspendió, cantamos y festejamos ser hinchas de Boca”, explicó Jimena en diálogo con El Territorio.
“Por suerte tenía plata, fue lo primero que me preguntó mi mamá cuando le dije que me quedaba. Ese mismo día tuve que avisar en el trabajo que el lunes no llegaba. Fue una decisión que nos salió bien. El sábado era más un no que un sí que se iba a jugar el domingo, pero por suerte nos salió bien”, destacó Jimena.
Sergio Cáceres, por su parte, es un empleado municipal de 38 años que asegura que su fanatismo por Boca es una enfermedad de la cual no se quiere curar.
“Con Boca estoy ansioso todo el día y más en este partido tan especial. Se multiplican las emociones. Tuve la suerte de conseguir la entrada y ahí nos pusimos a averiguar cómo ir. Cuando llegamos era un verdadero diluvio, faltaba el Arca de Noé nomas. La lluvia no paraba, nosotros estábamos totalmente mojados”, recordó Sergio, quien continuó contando lo que hicieron una vez suspendido el partido ese día sábado.
“Cuando salimos, nos juntamos en una estación de servicio por la avenida Almirante Brown, era un mundo de gente cantando y saltando. Ahí decidimos quedarnos porque todo indicaba que se jugaba al otro día. Sólo uno de los chicos no se pudo quedar por un tema de trabajo”.
En cuanto a las emociones que sintió el día del 2 a 2, este hincha de Boca aseguró que “el domingo que finalmente se jugó el partido la pasión estaba a flor de piel. Cada paso que dimos llegando a la cancha fue algo que nunca más vamos a vivir. Cuando arrancó el partido me puse más nervioso que en la previa. Con el gol de Wanchope se movió todo, los cimientos de la Bombonera cantaban junto a vos. El estadio se caía”, graficó.
Y cerró diciendo que “vivir el mundo Boca es algo que no te deja dormir, no te deja descansar. Cuando dicen que el fanatismo es una enfermedad creo que tienen razón, porque es una enfermedad de la que no me quiero curar. Boca es Boca, Boca es carnaval. Boca se vive, se ama, se sueña, se llora”, finalizó.