Posadas: la librería museo se reinventa

viernes 04 de enero de 2019 | 5:00hs.
Ricardo Raymondo atesora miles de ejemplares clásicos y actuales y otros objetos con hasta 100 años de antigüedad. Ahora trabaja en un proyecto  de audiolibros
Ricardo Raymondo atesora miles de ejemplares clásicos y actuales y otros objetos con hasta 100 años de antigüedad. Ahora trabaja en un proyecto de audiolibros
Silvia Godoy

Por Silvia Godoy sociedad@elterritorio.com.ar

El rincón de Buenos Aires 1825 -casi Bolívar- es una boca del tiempo, esa unidad que tramó Eduardo Galeano para hilar historias y universos. Con los portones abiertos, las bateas de libros en oferta tientan a la curiosidad y si se avanza unos pasos más, al interior de la librería La Palma, se ingresa al mundo de Ricardo Raymondo (64).

El uruguayo llegó a Misiones hace poco más de 30 años y ya tenía en los libros su oficio y su pasión. Se asentó primero en Oberá y en 1995 se mudó a Posadas, con varios emprendimientos y siempre bajo el sello de La Palma.

Hace unos años logró que su trabajo cultural se consolide en una fundación y tiene varios proyectos para el fomento de la lectura y también, del cuidado del ambiente.

“Cambiamos varias veces de locales con diferente perfil y ahora estamos encaminados al perfil que siempre anhelamos, que era el de fundación. Desde acá lo que hacemos son audiolibros, una idea que tuvimos hace muchos años, los audiolibros son para ciegos, para gente que quiere ir escuchando a Borges o a Cortázar mientras maneja o va en el colectivo, para los ancianos”, señaló.

Y precisó que un objetivo es disponer de un estudio de grabación propio para poder seleccionar los textos.

La Palma se financia con la cuota societaria, que se puede pagar por mes o por año, también se hace intercambio de libros y venta de libros usados y nuevos y siempre con el concepto de tener textos a precios accesibles.

Raymondo nació entre libros, su padre era librero, su familia también y él siguió esa tradición. “Como fundación tenemos un par de años, pero llevo 40 años trabajando por la cultura y la promoción de la lectura, y lo que observo hoy con nostalgia es que en 1995, cuando llegué, éramos nueve libreros en Posadas, hoy no queda nadie, esa es la realidad”.

Diferenció, entonces, una librería de un local de venta de libros: “En una librería te atiende una persona que se formó en los libros, que leyó los libros, que conoce, eso es lo que quizás le falta a una tienda de venta de libros, digo yo”.

Personaje reconocido en el centro posadeño, en su librería-museo expone piezas de gran valor, como una imagen jesuítica de San Francisco de Asís y una talla de San Miguel Arcángel también de la época misional, pero creada por un guaraní.
En un patio que está en proceso de ser una sala de lectura guarda un ensanchador de calzado, una pieza de madera que tiene casi 100 años. Luego muestra lo que considera su joya, un tocadisco para discos de pasta.

“Me gustan las cosas antiguas, algunas las compro para mí, otras para revender, algunas personas dejan en consignación, lo importante es que todo este valor no se pierda y que la gente pueda ver y disfrutar”.

Durante la entrevista de El Territorio, un joven busca el Diario de Ana Frank y una mujer brasileña pide material de la época guaraní-jesuítica.

El local guarda cerca de 35.000 títulos entre los que están expuestos y los que están en depósito. Este acervo continúa creciendo porque los vecinos se acercan a intercambiar o a dejar material y, a la vez, la librería renueva stock con obras nuevas.

Apuesta a lo regional

“Hay muchos libros, para todos los gustos, pero también sé que faltan temáticas que son importantes pero que cuesta conseguir, por ejemplo estamos en zona de frontera y es casi imposible tener la obra de autores paraguayos o un diccionario en guaraní, tampoco hay mucho editado sobre historia regional, geografía, no hay el Misiones 4, que las madres buscan desesperadas, ese libro tiene muchos años pero es lo único que hay de conocimiento regional para los chicos”. Y agregó “donde voy miro si puedo traer algo que tenga que ver con la región”.

Y narra otra vivencia: “A los 15 años estuve preso dos veces por política, no podías ser de Montevideo y no estar en política, en mi entorno teníamos una formación hacia el socialismo, en mi familia, con mis compañeros de escuela, con mis amigos”.
Entendió que no hace falta mucha lectura para ver las injusticias, “creo que no hace falta leer todo El Capital para ser socialista, basta con mirar a tu alrededor y tomar conciencia”.

Al poco tiempo debió escapar de la dictadura en Uruguay y cruzó a Buenos Aires. En ese entonces, no sabía que Sudamérica cerraba filas contra las libertades.

“Un buen día estaba yo en Parque Rivadavia, era el ‘76 o ‘77, era un domingo y hacía frío, paró el ejército con cuatro camiones, yo digo ‘qué pasó ahora’, cercaron el parque y era que me estaban buscando a mí, al uruguayo que vendía libros”, recuerda el susto y ríe.
“Se llevaron mis cosas, mi abrigo, mi termo y mi mate que tanto quería, estuve preso unos meses en la comisaría de Parque Centenario, muy linda y antigua con una arquitectura de principios de siglo. Tuve suerte, me soltaron vivo”.

Con fragmentos de estos hechos Raymondo suele escribir aunque es reacio a mostrar. Disfruta más al contarlo, haciendo matices con la voz y abriendo grande los ojos para acentuar el drama o la risa.

Lectores jóvenes

En su experiencia, la gente lee, “antes los adultos leían más, pero la cosa está cambiando, yo tengo clientes cada vez más jóvenes, de esos que quieren comenzar a leer pero no saben bien qué y preguntan”.

Y él, que ha leído muchísimo -aunque dice “es poquito al lado de todo lo que hay para leer, casi nada”-, recomienda para adentrarse en la aventura de las letras los cuentos de Osvaldo Soriano, una novela de Cortázar, de Borges: El Aleph y Ficciones, los textos más cortos de García Márquez.

“Pienso que no hay que dar muchas vueltas, hay que leer e ir buscando, el placer está en encontrar alguna respuesta o sobre todo alguna pregunta dentro de un libro, que te genere una inquietud, un interrogante. Estoy convencido de que al leer, uno cambia su propio mundo, y al cambiar su mirada quizás, sólo quizás pueda producir un cambio para mejor en los demás”.


Para agendar

Más de 30.000 libros.
Se hallan algunos textos a precios muy accesibles.
La dirección es Buenos Aires 1825. Al asociarse se pueden llevar a domicilio.
Es un paseo de antigüedades imperdible.
Para saber más en Facebook/Fundación La Palma.

Mujica y su deuda

Si se intenta transformar el mundo, hay un uruguayo indispensable. Raymondo pergeñó así una imagen del ex presidente de Uruguay José Mujica. “El problema es que es tan uruguayo que como uruguayo un poco me molesta, porque su forma tranquila y pausada también se manifestó en su forma de tomar decisiones, y mi pensamiento es que el Uruguay estaba para cambios mucho más grandes y queríamos acelerar procesos, tuvo la posibilidad de acelerar procesos y no lo hizo, yo le critico eso. Él, por su formación, por su claridad, siendo un intelectual terreno, con carisma que da gusto escucharlo, sus disertaciones son muy cubanas, en el sentido de que podés estar horas escuchándolo. Por suerte sigue siendo un referente de consulta y es querido y cuidado mundialmente”.