Ñande Reko Rapyta (Nuestras raíces)

El doctor del Hospital

sábado 13 de abril de 2024 | 6:00hs.

El pasado 24 de enero el Hospital Madariaga de Posadas cumplió cien años. Surgió ante la necesidad imperiosa de contar con un nosocomio para la atención médica de la población local y regional; la gestión inicial fue impulsada por el Gobernador del Territorio Nacional de Misiones, doctor Héctor Barreyro, conocedor de la realidad sanitaria por haberse desempeñado como médico desde 1905 en la zona.

Se presentaron algunos inconvenientes con los fondos destinados para la construcción que demoraron la concreción del edificio unos cinco años, al momento de librarlo al servicio todavía no se había finalizado el área del lavadero, actividad que se suplió con cuatro lavanderas; previo al inicio de la actividad se designó al doctor Alberto Fitz Simón como Director Interino.

Ubicado en inmediaciones del río Paraná, el paisaje circundante al Hospital Común Regional brindó un entorno adecuado para la recuperación de los pacientes; la construcción original tenía cuatro pabellones destinados a internados, desinfección y lavadero, cocina y autopsias, con proyección a un quinto recinto para infecciosos. A las más de cien camas disponibles originalmente, se incorporaron sesenta y pico destinadas a estos últimos afectados. La segunda etapa prevista comprendía áreas de maternidad, administración y cochera, contemplados en el plan original, pero postergados ante prioridades médicas y disponibilidad de recursos.

Desde el principio se pensó al Hospital como centro asistencial de misioneros y extranjeros vecinos; la inauguración fue presidida por el Gobernador del Territorio, el Presidente de la Comisión Consejera de Asilos y Hospitales Regionales, doctor Domingo Cabred, funcionarios, el director de la Asistencia Pública, doctor Héctor Barreyro, y numeroso público; al finalizar el acto inaugural se realizó un brindis con leche -Cabred era el presidente de la Liga Antialcohólica y no toleraba el consumo de bebidas “espirituosas” bajo ningún concepto-, luego se disfrutó de una retreta a cargo de la Banda de Música Municipal.

Para tan importante día, se trasladaron al sector de internación unos quince enfermos que hasta entonces recibían atención en el Hospital de la Caridad, ubicado en Rivadavia casi Mitre, donde hoy se encuentra el Asilo de Niñas Santa Teresita.

En abril del mismo año se designó al doctor Edmundo Barreyro como Director del nosocomio, completando así el primer plantel de personal “importado” desde Buenos Aires, el equipo estaba conformado por un ecónomo, cinco Hermanas de la Caridad, un farmacéutico, cinco enfermeros, tres enfermeras y seis empleados de maestranza, como médico clínico se designó al doctor Juan Parola, profesional local.

Poco a poco se incorporaron nuevas construcciones, el Pabellón de Enfermedades Infecciosas en agosto de 1926, un año más tarde se sumaron el lavadero mecánico, un cerco perimetral, se parquizó y se organizaron el Depósito, Despensas, Frigorífico, Gallinero, Huerta y Talleres; los Consultorios Externos se inauguraron en 1939 y el Pabellón de Niños en 1944; en el anecdotario de entonces sobresalió la predisposición del electricista José Fischer al solucionar la incomodidad generada en el quirófano, muy moderno y totalmente vidriado, características que complicaban las intervenciones en los días tórridos misioneros, con un método de refrigeración externo a través de cañerías de agua y una bomba.

La demanda siempre fue mayor que las estimaciones, la incorporación de profesionales fue regular y constante, entre ellos se recuerda a los médicos Rodolfo Torres, Fernando Oleada, Miguel Soto, Roberto Mirone, Guillermo Guibert, Rodolfo de la Vega; la incorporación de bisturí eléctrico y electrocoagulación en la década de 1930 a instancias del doctor Barreyro.

Los años pasaron y la casa de salud se convirtió en el Hospital Central Regional, el 25 de octubre de 1955, mediante el Decreto N° 138, se lo designó con el nombre de Ramón Madariaga, a modo de homenaje y agradecimiento a este profesional de la medicina, vecino posadeño y misionero

Juan Ramón de Madariaga y Hormaza -su nombre completo- nació en Plencia, España en 1851, se doctoró en Medicina y Cirugía en 1882; contrajo matrimonio con Rita Tirado casi una década después, no hay certeza sobre cuándo llegaron a Misiones, pero es posible afirmar que en 1895 ya estaban radicados y no tenían hijos.

Desde 1898 se desempeñó como médico policial y de la Gobernación; a finales del siglo XIX y en las primeras décadas del siglo siguiente, epidemias de viruela, influenza o peste bubónica castigaron la zona. Fue en higiene y prevención donde Madariaga realizó sus mayores aportes, no descuidó el consultorio particular de la calle Bolívar -entre Colón y San Lorenzo- y en ocasiones se le encargó la atención de enfermos en el interior misionero

Los periódicos de la época lo bautizaron “el Mesías de los pobres”, fue director del Hospital de la Caridad, Venerable Maestro de la Logia Roque Pérez en tres períodos, médico municipal, impulsor de legislación fundamental como el Reglamento para la Asistencia Pública, integró la Comisión de la Biblioteca Regional de Misiones.

Falleció el 18 de abril de 1911 a los 59 años; se cuenta que su féretro fue llevado en andas hasta el Cementerio, después se remataron sus bienes, algunos fueron adquiridos y resguardados en la sede de la Logia.

Inmediatamente de producida la pérdida se formó una Comisión Pro Homenaje, se reunían en el Teatro Español, el objetivo era construir un monumento y un hospital, en tanto la comuna designó con su nombre a “la calle ancha que lleva a la futura Estación del Ferrocarril”.

La Comisión Pro Homenaje funcionó hasta el 25 de abril de 1915, cuando se inauguró el Mausoleo, en una ceremonia multitudinaria; el busto de Madariaga es obra del escultor Rogelio Ferrari, es el único busto que existe en la necrópolis, tallado en mármol de Carrara, en una sola pieza; el dinero restante fue destinado a la construcción de un Asilo, que algunos ubican en la esquina de Bolívar y Jujuy y otros en Córdoba y Jujuy de la ciudad capital.

Ha trascendido hasta el presente la filantropía del doctor Madariaga, la dedicación a su profesión, el desinterés económico, la oratoria que lo caracterizaba y su temperamento férreo e inclaudicable, su esposa lo sobrevivió pero se esfumó entre las esquinas de la historia. Nos quedó su legado que, al igual que su nombre, creció y el viejo Hospital se transformó en el Parque de la Salud.

¡Hasta la semana próxima!

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