Mario González nació en Corpus en 1949

Gonzalito, un jinete de turf, mecánico dental y enamorado de la vida

Conoció el mundo de las carreras de caballos y las apuestas en Buenos Aires, pero luego se dedicó a ser mecánico dental y hoy, ya jubilado, tiene su consultorio en Itaembé Guazú
miércoles 27 de marzo de 2024 | 10:00hs.
Gonzalito, un  jinete de turf, mecánico dental y enamorado de la vida
Gonzalito, un jinete de turf, mecánico dental y enamorado de la vida

La historia de vida del protagonista de esta charla con El Territorio tranquilamente podría ser llevada al cine o a Netflix, ya que cuenta con todo lo necesario para atrapar a los espectadores. Un chico que nació en medio de la selva misionera a finales de los años 40, pero que siempre tuvo el sueño de conocer la gran ciudad y desarrollar su vida en ella, algo que finalmente terminó consiguiendo, no sin antes haber pasado por etapas de angustia, sufrimiento, sacrificio, perseverancia, engaños, violencia y, por su puesto, alegrías.

Para comenzar a contar la película hay que trasladarse al 31 de octubre de 1949 en el municipio de Corpus, Misiones. Allí nació Mario González, más conocido como Gonzalito, quien hoy tiene 74 años y trabaja como mecánico dental en el barrio Itaembé Guazú de Posadas.

Mario González se define como ‘misionense’ y no misionero (se encargó de aclarar que para él los misioneros son aquellos que cumplen misiones y los misionenses son las personas oriundas de Misiones).

Su padres eran paraguayos. Su mamá no sabía leer ni escribir, pero su papá sí y era quien le enseñaba cuando era sólo un niño. Sin embargo, su padre falleció cuando Gonzalito tenía 14 años y es por eso que se quedó al cuidado de su madre debido a que sus hermanos eran más grandes y ya no vivían juntos.

Desde pequeño Gonzalito  quiso salir de su Corpus natal para conocer otros lugares en los que haya “más gente, más comunicaciones, otro mundo”. Por este motivo se encargó de convencer a su mamá de vender la chacra que tenían en Corpus para trasladarse a Posadas. Ese fue el primer paso de una larga historia que continúa hasta hoy.

“En ese momento, cuando llegamos a Posadas, yo todavía era menor y trabajé como cadete en algunas pizzerías y restaurantes, pero no era lo que yo quería. Mi sueño era llegar a Buenos Aires porque me interesaba mucho el tema de la cultura y la música”, recordó Gonzalito. A pesar de su corta edad, tenía una gran poder de convencimiento y volvió a conseguir el sí de su mamá, pero esta vez para irse a Buenos Aires.

Gonzalito era menor de edad y su madre le tuvo que hacer un permiso para viajar solo hasta la capital del país, donde lo esperaba una hermana que vivía junto a su pareja en la zona de San Fernando. “Era un viaje en tren bastante sacrificado, salíamos el domingo y llegábamos a Capital el martes. Cuando llegué allá me encontré con otro mundo, era algo muy distinto a Posadas, una monstruosidad”, rememoró. Al principio las cosas se pusieron complicadas para Gonzalito porque su cuñado lo vigilaba y no lo dejaba relacionarse con otras personas.

El turf, un mundo desconocido

Su principal objetivo era conseguir un trabajo que le permitiera ganar algo de dinero y comenzar a hacer su vida de forma independiente en la gran ciudad, pero no tenía demasiadas herramientas para conseguirlo.

Fue así que luego de varios intentos de trabajos fallidos, en los que realizaba changas y ganaba algunos pocos pesos, conoció a unas personas que tenían caballos y desde ese momento comenzó su historia como jockey en carreras de caballos. Gracias a su contextura física (pesaba 40 kilos y mide un poco más de un metro y medio) y sus ganas de aprender, Gonzalito fue demostrando sus destrezas para el turf y de a poco se fue introduciendo en un mundo totalmente desconocido para él.

 “Yo soñaba con tocar la guitarra y cantar, pero no pude cumplir ese sueño. Sin embargo descubrí el mundo de los caballos y las carreras y conocí muchos lugares. Mi cuñado se hizo cargo de representarme. Fueron varios años como jockey, pero yo nunca vi las ganancias”, remarcó Gonzalito, quien en ese momento no lograba darse cuenta de que su cuñado, quien primero lo menospreciaba, luego vio su potencial como jinete y comenzó a quedarse con sus ganancias. “Él era un porteño ‘vivo’, me dijo que iba a abrir una cuenta a mi nombre pero que la iba a administrar él porque yo no podía entender”, recordó Gonzalito, que por aquellos años sólo había terminado la escuela primaria.

“Él era una persona a la que le gustaba la plata fácil y gastaba en apuestas, yo era un gil que no me daba cuenta, pero él vivía como un rey”, se lamentó.

A los 26 años, después de haber ganado varias carreras en San Isidro y en Palermo, Gonzalito decidió alejarse definitivamente por la mala relación con su cuñado. La gota que rebalsó el vaso fue una situación que le tocó vivir cuando iban en un auto y fueron interceptados por un grupo comando que los bajó del vehículo, los encañonó y le exigió a su cuñado que pague la plata que les debía. “Ahí me dijo que esos eran de la mafia del turf”, explicó.

Para Gonzalito esa fue una situación muy traumática que lo terminó alejando de ese mundo de carreras y apuestas. “Cuando uno es provinciano y va a esos lugares es como que está con una venda. Sufrí mucho en esa época y tuve que volver a Misiones”, relató.

En busca de un nuevo sueño

Pero lejos de abandonar su sueño, el chico que nació en Corpus y se fue con lo puesto a la capital del país, en su regreso a la tierra colorada se reencontró con un viejo amigo odontólogo que lo incentivó a estudiar. Primero tuvo que terminar la secundaria y luego hizo la carrera de auxiliar de dentista. Su amigo, el doctor Machuca, lo ayudaba en sus estudios mediante llamados por teléfono ya que Gonzalito había regresado a Buenos Aires. En esa etapa de su vida pudo cumplir el objetivo de conocer y disfrutar más de la cultura y la música porteña.

Después de que se recibió de auxiliar de odontólogo se especializó como mecánico dental y hasta el día de hoy, ya jubilado, sigue trabajando y tiene su consultorio en su casa de Itaembé Guazú.

“Yo me casé con esta profesión y, a pesar de ya estar jubilado, sigo trabajando porque no me hallo cuando no trabajo. Trabajo de domingo a domingo”, aseguró el hombre que en octubre cumplirá 75 años. “Hago trabajos muy modernos, los pacientes no pueden creer los trabajos que hago. Soy un agradecido a todo lo que me pasó en la vida porque me llevó a ser quien soy hoy”, valoró Gonzalito, quien hace estética de implantes y contó que tiene reconocidos pacientes de localidades correntinas y del interior de Misiones.  

Nueva oportunidad para el amor

En cuanto al plano afectivo, Gonzalito, que tiene un solo hijo, contó que está en pareja con una mujer más joven que él y que tienen previsto casarse dentro de poco. Será su tercer matrimonio.

“Para el amor no hay edad y con ella nos entendemos demasiado bien. Soy una persona del signo de escorpio y soy muy romántico. Le recito poesías y le demuestro el amor con bellas palabras. Soy un cantautor frustrado”, reconoció el protagonista de esta historia, quien volvió a dedicarle unas palabras al amor y las relaciones y dijo que “el celo y la desconfianza son un veneno. Las peleas empavonan todo el universo, entonces hay que tratar de hablar siempre diplomáticamente y sin discusiones. Así se solucionan mejor las cosas, con calma para que todos podamos estar en paz y tranquilidad”.

Con esa premisa, Gonzalito le pidió la mano al padre de su prometida y adelantó que se casarán en los próximos meses.

Y para finalizar la charla, Gonzalito quiso dejarle un mensaje a los jóvenes. “Les recomiendo que coman sanamente, que duerman bien, siempre y cuando sea de noche. Y cuando tengan insomnio les recomiendo que escriban las cosas que sienten. Todo eso desbloquea la mente y nos reconforta. Cuando tengo algún momento de angustia o preocupación yo hago eso y me sirvió mucho, por eso lo recomiendo desde mi experiencia”, completó.


La vida sin rencores y el karma

La experiencia vivida por Gonzalito en el mundo del turf lo marcó fuertemente durante su juventud.

De repente, ese chico lleno de sueños que salió del medio del monte en el interior de Misiones se vio compartiendo lugares con personas con otros conocimientos y actitudes muy diferentes a las que él estaba acostumbrado.

Una de ellas fue la de su cuñado, quien primero lo tuvo controlado para que no pudiera conseguir ningún trabajo y depender exclusivamente de él y luego, al ver que tenía ‘pasta’ para ser jinete lo utilizó y ganó dinero gracias a su sacrificio. Como si esto fuera poco, lo estafó porque nunca le entregó la plata que Gonzalito había ganado y lo expuso ante una situación límite cuando los apretó la mafia. “La última palabra que le dije fue que ojalá le sirva todo el tiempo que sea posible esa plata que me quitó. Yo igual seguiré luchando por la voluntad de nuestro Señor”, le dijo sin rencores. Su cuñado falleció a los pocos años debido a una enfermedad terminal.

¿Que opinión tenés sobre esta nota?