Ñande Reko Rapyta (Nuestras raíces)

Memoria para un DesMemorial

sábado 13 de enero de 2024 | 6:00hs.

El 25 de junio de 2015 Teresa Warenycia se convirtió en la primera Doctora en Metodología de la Investigación en las Artes Visuales de Misiones, al aprobar la tesis ‘La ciudad de Posadas a partir de fotografías, mapas y croquis 1830 - 1930. Recopilación documental y análisis crítico’, en la Universidad de Granada con la máxima calificación Sobresaliente CUM LAUDE, fue la última posta de un largo camino profesional y de vida…se sabría después. Teresa nació en Córdoba en la década de 1950, muy niña su familia se instaló en la provincia, luego de completar los estudios, se graduó como Licenciada en Arte Escénico en la Universidad del Salvador y en 1981 se incorporó como docente en el Instituto Superior del Profesorado Antonio Ruiz de Montoya; a mediados de los 80 comenzó a exponer y exponerse, surgieron las muestras ‘Dibujos’ (1984), ‘Del Símbolo al Erotismo (1989); ‘Des Nudos’  y ‘Corpus’ (1990), ‘A ojo’ (1995), ‘Las últimas consecuencias’  (1998), ‘Facética (2002), ‘Pintura Grosa’ (2006) y ‘Posadas DesMemorial’ (2012).  Fue reconocida y premiada en varias oportunidades, obtuvo el galardón municipal Arandú en el rubro Artes Plásticas; fue pionera muralista, pero su pasión por aprender la impulsó a cursar el doctorado en España; un día muy caluroso de diciembre de 2006 hablamos varias horas sobre Posadas, la escasez de imágenes de antaño, sobre el trabajo que debía presentar para avanzar hacia el título, sobre posibles fuentes, informantes, archivos…hablamos.

Durante años se dedicó a buscar hasta encontrar esa ciudad desconocida, los rostros, el ayer; con la colaboración del Consejo Federal de Inversiones el trabajo de investigación se transformó en un libro del que se imprimieron 3.500 ejemplares, con unas 300 imágenes -la mayoría inéditas de Posadas y Misiones- recuperadas y tratadas mediante una técnica que Tuny Warenycia, su hermana, diseñara especialmente y la colaboración de Alba Etorena en la contextualización histórica. Como parte de los requisitos, la distribución debía ser gratuita, entonces se entregaron los libros en dependencias oficiales provinciales y municipales, en pos de un acto de presentación que se dilataba; un día, frente a la insistencia de potenciales lectores que llevaban años esperando el trabajo, a Teresa se le acabó la paciencia, recuperó unos paquetes de libros y lo presentó el 7 de noviembre de 2012, en el Aula Magna del Montoya.

Esta tarde nos explicó: “Como habitante de un territorio, pensar en el imaginario que me enlaza como argentina no es tarea difícil, rápidamente aparecen ante mi memoria un buen asado con amigos, zambas y tangos, el obelisco, empanadas, mate y un fluir de imágenes de la historia, del cine y la televisión que me brotan con facilidad. Al visualizar el imaginario que me identifica como misionera, las imágenes mentales ahora aparecen acompañadas con fuertes aromas de naturaleza verde que brota aún en los muros de la ciudad, caminos rojos serpenteantes hacia el horizonte, lluvias ostentosas, abundante agua, calor y mosquitos, las orquídeas con los recuerdos del barro, idiomas europeos junto al portugués y guaraní y mucho relato jesuítico. Todo se me complica cuando quiero poner en imágenes a Posadas. No puedo recordar una pintura, dibujo o escultura antigua que la represente en sus 150 años de historia. No tengo idea de algún vestigio en la ciudad. No puedo visualizar a sus antiguos pobladores y pioneros o cómo transcurrió el devenir de este territorio. No he visto un solo cartel que me cuente ‘por aquí pasó una guerra’, ‘acá se asentaron los primeros pobladores’, ‘este es el mapa más antiguo de la ciudad’, ‘estos son los vestigios de la muralla’, ‘en esta esquina nació el primer diario de la comunidad’, ‘así se fundó Posadas’. (…) Mi ciudad no me ha criado ni me ha educado sobre su propia vida (…). Para mí, los hechos históricos parecen no haber tenido lugar aquí. Lo que nos pasó como sociedad se me esfuma en una Posadas carente, muda y desmemoriada. Sus habitantes no hemos iniciado aún una práctica de acciones tendientes a cuidar, mantener, recordar y conservar nuestros testimonios. Si miramos la manera que tenemos como sociedad de respetar a los antepasados y ofrecerles un digno lugar en la memoria, ¿qué encontramos? Museos y políticas precarias para la conservación de sus testimonios. Obras antiguas de dominio público con valores artísticos e históricos prácticamente inexistentes o emigrados. De Posadas y sus habitaciones arquitectónicas, las más antiguas ya no son. Quedan construcciones de la década del 30 como integrantes del presente en la amalgama de edificios que conforma el espacio cotidiano. Posadas no produjo una retórica del recuerdo, entonces, ¿cómo pudimos haber creado una iconosfera o imaginería de nuestra cultura? ¡En cuanto terminamos de ascender la Bajada Vieja, Posadas parece sumergirse en una profunda… nada histórica! Para nosotros, sus pobladores, expresiones como Trinchera de San José, Quaranta, López Torres, Rademacher, son sólo nombres de calles sin contenido significativo alguno.  (...) ¿Dónde está guardada aquella intrahistoria discreta y callada que se escribe en el alma de todo habitante? ¿Los hechos -que tan bien conocen los historiadores- desaparecieron sin dejar huellas? ¿Qué fue de la vida más real de mi ciudad? Reconozco que rendí culto al presente y por eso tengo la sensación de capítulos en blanco. Necesito imágenes. Necesito hacer un inventario de paisajes, objetos, hombres y lugares que pueda conservar. Necesito aprender mi memoria social y reparar la pérdida. Necesito un memorial”.

En el camino hasta la concreción del texto, Teresa encontró tesoros desconocidos, fotografías de los primeros en desarrollar la actividad, como Ramón Ruda Dorrego, Satorra, Urbano Acuña, Filippo, Amel; muchas imágenes resguardadas por Sánchez Bonifato quien a su vez las había heredado de su padre, un pionero de la Junta de Estudios Históricos y el increíble hallazgo de una imagen de la Virgen María, firmada por Habiyú, fechada en 1618, en la Reducción de Anunciación de Itapúa, que infructuosamente trató de que fuera devuelta a Posadas. Así era Teresa, así se fue a España a presentar su Tesis Doctoral y así, luego de aprobarla, se regaló -con su compañero de vida- un paseo por el verano europeo de 2015; así me visitó a poco de regresar, había cambiado el look, el cabello corto destacaba sus rasgos, en especial la mirada curiosa y vibrante; me dejó una copia del trabajo doctoral para que lo leyera, quería publicarlo al año siguiente, quedamos en hablar… Tres días después, el 22 de noviembre de 2015, cerca del mediodía, el vehículo que conducía Teresa fue impactado por otro que circulaba a gran velocidad, al volante estaba Belén, acompañada por cuatro personas, regresaban de una fiesta alcoholizados; Teresa murió en el acto. Como suele pasar en este tipo de acontecimiento, se sucedieron las pericias, detenciones, liberaciones, abogados, vericuetos técnicos y la parafernalia que se desata cuando la responsabilidad es innegable pero hay que probarla; un año después el esposo de Teresa también falleció, su hijo Ariel, Tuny -su hermana-, sobrinos y demás familiares siguieron empujando una causa penal que todavía no está resuelta, la última noticia al respecto fue en julio del año pasado, cuando la decisión para llevar adelante un juicio oral quedó en manos del Superior Tribunal de Justicia de la Provincia. Para Teresa hay y habrá memoria, ojalá también haya justicia. Necesitamos que ‘Posadas DesMemorial’ sea y esté al alcance porque Teresa es de todos.

¡Hasta la semana que viene!

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