lunes 02 de octubre de 2023
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El Pomberito

sábado 15 de julio de 2023 | 6:00hs.
El Pomberito

Cada día prestando servicios dentro de una dependencia policial significa una experiencia nueva. Es así porque se presentan problemas diversos y con distintas personas, en lugares inesperados y con desenlaces insólitos e ilógicos; pero también las vivencias nuevas surgen en la calle, en una recorrida de prevención, en un accidente de tránsito, en un estadio de futbol con aquellos que quieren ingresar sin entradas o tickets apócrifos, en una obra/construcción cuando ocurren problemas laborales que provocan rencillas personales. En fin, hasta debemos intervenir en problemas religiosos

Así, en una oportunidad, dos iglesias evangélicas que tenían el mismo origen, pero que habían decidido separarse con distintos nombres, organizaron un encuentro en la localidad de Wanda, a fin de dirimir la división de los bienes de la congregación. Estoy  seguro de que ahí estuvo mediando el Espíritu Santo, pues llegaron en gran cantidad fieles de San Pedro, 25 de Mayo, San Vicente, El Soberbio, Bernardo de Irigoyen, etcétera, y si bien no llegaron a las manos, hubo cruces verbales muy fuertes de ambas partes. Como contrapartida, desde la fuerza empleamos distintas estrategias para contrarrestar y/o solucionar los problemas, utilizando aquello que nos enseñan los libros, las experiencias de los más antiguos, aplicando el sentido común, la imaginación y maximizando los medios a nuestro alcance.

Por tratarse de una fuerza verticalista donde existe una cadena jerárquica y de mandos, las órdenes las dan los superiores y la obedecen y cumplen los subalternos; ahora, el superior, con astucia, picardía y humildad, debe escuchar y, si le parece conducente, aplicar las sugerencias que le haga un subalterno; así, cuando trabajábamos en la Seccional Primera de Eldorado (década del 80), casi todos los sábados había bailes en una pista ubicada en el Paraje Oleaginosa kilómetro 18, y lamentablemente siempre se registraban peleas con heridos de todo tipo, y en más de una oportunidad con muertos. Un sábado en que había que cubrir diversos eventos nocturnos, no había suficientes efectivos para el baile del citado paraje y por orden superior tuve que acompañar a tres efectivos subalternos; con mi poca antigüedad y conociendo el lugar, durante el trayecto rogaba que no surgieran los habituales problemas. Al arribar, noté una multitud de público,  la cerveza abundante y un conjunto de música brasileña presagiaba una noche movida.

Apenas bajamos del móvil, el Sargento Mendoza, el más antiguo entre todos, se acercó a una planta de naranja ubicada fuera del cerco de la pista y ahí se quedó parado varios minutos, luego de lo cual me le acerqué y escuché que hablaba con alguien, pero no había nadie, luego sacó de un bolsillo del uniforme un trozo de tabaco en cuerda y lo colocó en una horqueta. Le pregunté qué significaba eso, a lo que me respondió: “Es para el Pomberito, oficial, es para que nos cuide. Usted va a ver que vamos a tener una noche tranquila, sin peleas”.

No le dije nada, pero tampoco le creí, sólo miraba a cada rato si alguien se acercaba al naranjo y tomaba el trozo de tabaco: no ocurrió.

El baile finalizó a las cinco de la mañana sin que se registrara siquiera una discusión, todos se retiraron alegres y hasta nos saludaban amablemente cerca del portón de salida. Cuando todos se hubieron ido y esperábamos que el móvil nos busque, me acerqué a la planta de naranja y, créase o no, el tabaco no estaba. Toqué minuciosamente en la horqueta, miré al suelo por si se había caído y nada… Miré al Sargento Mendoza, me hizo una seña de silencio con el dedo vertical en los labios y me guiñó un ojo: “Tranquilo, oficial” .

Como decían los de antes, creer o reventar; cada día se aprende algo nuevo y si es en la Policía, más aún...

Por Luis Eduardo Benítez
Comisario general (RE), Abogado

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