Después de 47 años, Mabel Coutada declara por la desaparición de su hermana Norma

Mabel Coutada recordó en LT 12 que Normi, su hermana, fue secuestrada y desaparecida en septiembre de 1977, en Rosario, Santa Fe. Era militante peronista, estudiante de arquitectura y tenía 21 años, desarrollando su militancia en las fábricas de la zona.

Después de 47 años, y por primera vez, Mabel Coutada declara por la desaparición de su hermana. “Los juicios de lesa humanidad abren ventanas con respecto a toda esta historia que es presente, que es de todos, la historia política argentina. Declarar después de 47 años… Me impresiona un poco el número. Estuve 47 años esperando para traer la voz de mi hermana a un tribunal donde van a estar los genocidas escuchando, y mi abogada defensora, que es Gabriela Durruty”, expresó Mabel.

Agregó que “hace muchos, muchos años venimos pidiendo justicia, que evidentemente no es justa, lo sabemos, venimos pidiendo por justicia, por memoria, por verdad, y todo esto tiene que ver con esta coyuntura que vivimos y todos los reclamos que hacemos por la justicia. Queremos y apoyamos un juicio a la Corte Suprema de Justicia. Todo tiene que ver con esta lentitud, porqué estos juicios de lesa humanidad demoran tanto tiempo y cuestan tanto, y sin embargo hay otros que se hacen en poco tiempo, como deberían ser todos”.

En cuanto a cómo lo está viviendo a este proceso, Mabel dijo: “Por supuesto que estoy súper movilizada, porque a pesar de los 47 años son historias abiertas, toda mi familia fuimos atravesados, y sentimos el efecto y el terror de lo que fue el terrorismo de Estado, porque tengo dos hermanas desaparecidas. El lunes doy testimonio por Norma Horizontina Coutada, desaparecida en Rosario en septiembre de 1977, donde estudiaba arquitectura. Somos de Santo Tomé, Corrientes, mi padre es docente, éramos una familia grande, de pueblo, éramos cuatro hermanos, yo la mayor. Fui a estudiar a Rosario ciencias políticas, en ese momento era el único lugar donde había una universidad pública. (…) Empecé yo en el 68, me siguió Mirita, que vino a estudiar psicología en el 69, después mi hermano Guido, vino a estudiar para contador en el 71, y en el 74 vino Norma a estudiar arquitectura. Norma vino con toda nuestra influencia, digamos, ya había leído montones de libros de esa época, y ya venía cuestionando cosas desde su secundaria en Santo Tomé”.

Recordó que “en esta historia está mi otra hermana, Miriam, que desaparece en Zárate en el 76, y estaba de siete meses, o sea, en el lapso de un año y medio, pasó todo. Refuerzo esto porque es inevitable tener que marcar cómo atravesó el terrorismo de Estado a toda la familia. Volvíamos a Santo Tomé en los veranos, estábamos contentos, mis viejos orgullosos de nuestra militancia. Tampoco teníamos demasiada conciencia, o no creíamos que íbamos a llegar a vivir el terror como se vivió”.

El año 1976 llegó con todo para la familia Coutada, según contó Mabel: “En enero del 76 estuvimos todos, los cuatro hermanos con nuestras parejas, pasando una semana en lo de mis viejos. A la semana de habernos ido de Santo Tomé se muere mi pareja, de una aneurisma. Se viene el golpe en marzo. En junio del 76 matan a Pancho (Fernando Abasto), que era compañero de Norma, era de Santa Fe y militaba en Rosario. En octubre del 76 secuestran y desaparecen a Miriam, mi hermana embarazada de siete meses, de quien seguimos buscando a su hijo o hija. Por testimonios de vecinos sabemos que ella vivía en Zárate, la sacaron caminando de su casa y la llevaron a Campo de Mayo. En mayo del 77 matan a Eduardo (Lagrutta), compañero de Mirita y papá de su hijo en San Nicolás, y en septiembre secuestran y desaparecen a Norma, más conocida por ‘Lluvia’”.

Recordó también que ella ya se había ido de Rosario por cuestiones de seguridad. “Vine a esconderme a Buenos Aires, donde vivo todos estos años, en una semi clandestinidad, sin hablar de mis hermanas, o de la familia. Ellas se quedan, no quieren irse ninguna de las dos, mi padre intentó sacar del país a Norma, pero ella se niega”, dijo.

“Hoy mi vieja de 99 años sigue esperando abrazar a su nieto o nieta”, añadió en relación a la suerte que haya corrido su sobrino o sobrina.

Contó que, a partir de esos hechos del 76 y 77, “nunca más tuvimos noticias de ellas. Las dos están desaparecidas, nunca recuperamos sus cuerpos. Seguimos, a partir de ahí, buscándolas, y estas heridas no se cierran hasta que no sepamos dónde están, las podamos sacar del pozo de desaparecidas y ponerlas en algún lugar donde podamos llevarles una flor como cualquier cristiano se merece”, expresó.