Docente misionero viajó a colaborar

Voluntario en la trinchera ucraniana

Iván Polaczinski se contactó con una ONG y viajó dos semanas a Ucrania para realizar trabajos voluntarios de asistencia a cientos de refugiados que se trasladaron al oeste del país huyendo del foco de la guerra. Los miedos y vivencias en terreno bélico
sábado 21 de enero de 2023 | 6:00hs.
Voluntario en la trinchera ucraniana
Voluntario en la trinchera ucraniana

Iván Polaczinski es un docente misionero que estuvo de voluntario en Ucrania, marcada por tiempos de guerra. Tal como relató en diálogo con Radioactiva desde Londres, Iván contactó una la ONG Remar y viajó en diciembre al continente europeo. Estuvo dos semanas en Lviv, Ucrania, al límite con Polonia y haciendo trabajos de asistencia con comida, ropa y otros a los refugiados.

‘‘Lviv queda cerca de Polonia, entonces es bastante segura porque además tiene uno de los detectores de misiles más modernos, entonces el lugar en sí es bastante seguro, pero ahora esta superpoblada. Hay muchísimos refugiados de otras provincias, mucha gente que no se quiso ir del país se fue a esa costa oeste. Entonces esta ciudad, si bien es una ciudad hermosa, no es muy grande y ahora se nota que está superpoblada, por eso los recursos tampoco alcanzan’’, comenzó contando Iván.

A pesar de no encontrarse con un terreno devastado y apocalíptico como suele ser el de las ciudades en guerra, el miedo y las vulnerabilidades estuvieron siempre presentes en su estadía.

‘‘Al segundo día que estuve empezó a sonar una alarma fuerte de la nada y hablaban por un altavoz -está llena de altavoces toda la ciudad-. Yo obviamente no entendía lo que decían en ucraniano, pero me explicaron que cada tanto, cuando hay algún ataque o una alerta aérea, suena la alarma para que la gente deje de hacer lo que está haciendo y se ponga a resguardo’’, explicó sobre su primer enfrentamiento con la realidad bélica.

Como animales de costumbres, la sociedad de Lviv y también Iván se fueron adaptando a cada nueva alerta y cada nuevo comienzo.

Alimentación y ropa, algunas de las asistencia que realizan los voluntarios.

‘‘Me decían que al principio sí era terrorífico, cada vez que sonaba la alarma la gente salía corriendo, era más fuerte. Incluso pude hablar con una chica que terminó la secundaria hace poco y me contaba que el primer día que suena la alarma, eran las 5 de la mañana -que fue cuando comenzó la guerra- y ella estaba en su casa, que como tiene un sótano, esa primera vez se metió al sótano y estuvo como tres días ahí, sin bañarse, sin comer... sólo lloraba y fue bastante traumática esa primera vez, pero ahora está más tranquila. La ciudad y la gente lo viven de alguna manera con más normalidad’’, detalló.

En ese sentido, Iván lamentó no poder hablar ucraniano y encontrarse más historias en primera persona.

Al cruzar la frontera con Polonia, donde la ONG tiene un hotel de refugiados, niños y mujeres que son quienes tienen permitido salir del país, también recolectó relatos de cómo le afectó a cada uno esta guerra que no concluye. ‘‘Fue muy interesante hablar con algunas personas. Había casos de mujeres que están a la espera de que la guerra termine para volver a su casa y poder reencontrarse con su familia, con sus hijos que debieron quedarse en Ucrania, por ejemplo, y también otros casos de mujeres que perdieron todo y están comenzando una nueva vida en Polonia, estudiando el idioma, tratando de conseguir un trabajo. Es como que decidieron ya dejar todo atrás’’, graficó.

Si bien Iván estará, en unos días, de vuelta en Misiones, tiene planeado regresar a Ucrania para continuar su labor comunitaria.

En carne propia, reconoció que vivió momentos de mucho miedo e incluso un Año Nuevo totalmente diferente. ‘‘Hay toque de queda y  entonces no se puede salir después de las 12 de la noche. Se venía hablando de que iba a haber un bombardeo en la víspera de Año Nuevo y estaba preocupado por eso y esa noche post brindis se escucha la alarma, entonces salgo a la ventana a filmar y mientras estaba filmando se escucha una explosión, bastante fuerte. Me asusté muchísimo y no dormí esa noche, tuve pesadillas, pero mis compañeros que estaban hace más tiempo me pudieron contener y explicar’’, definió volviendo a insistir que la resiliencia de los pobladores es más fuerte que todo bombardeo. 

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