Histórico festejo con los héroes

La Scaloneta realizó la tan esperada caravana en Buenos Aires, pero el desborde provocado por el fanatismo dejó todo a medio terminar. Igualmente 5 millones de personas disfrutaron de un día histórico
miércoles 21 de diciembre de 2022 | 6:08hs.
Histórico festejo con los héroes
Histórico festejo con los héroes

Fue un festejo ciento por ciento argentino. Tuvo todos los condimentos que sólo los nacidos en este país podrán entender. Fue histórico. Improvisado. Pasional. Desbordado. Alegre. Emotivo. Y sobre todo agradecido porque una vez más el fútbol mostró su cara sagrada, esa que produce felicidad y orgullo por los colores de una  camiseta.

Fue un festejo popular histórico no sólo por la cantidad de gente que se volcó a las calles para recibir al seleccionado campeón del Mundial, que se calcula en cerca de cinco millones. Un número que nunca en la historia de nuestro país se dio. Ni los festejos por el regreso de la democracia, ni la despedida al Diego más amado por los argentinos. Ninguna movilización popular juntó a tanta gente como la Scaloneta.

Los hinchas coparon las calles porteñas para acompañar el micro del campeón. ap

También fue histórico porque mostró la necesidad social de un país de sentirse parte de algo bueno. De que no todo debe ser drama y dolor en esta tierra. Que podemos ser los mejores y que cuando hay un equipo se superan mejor las adversidades. Esas ganas de que las cosas nos vayan bien. Eso se respira en la atmósfera de la capital del país desde el domingo pasado.

También fue un festejo improvisado al mejor estilo argentino. Desde que el colectivo salió al mediodía de la sede de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) en Ezeiza, nadie sabía a ciencia cierta su hoja de ruta. Se dijo que iba rumbo al Obelisco. Luego que haría una parada en la Casa Rosada. Nada de eso sucedió.

Por eso los millones de personas que querían ver pasar el colectivo con sus héroes deportivos a bordo, deambulaban de un sitio a otro tratando de estar en el lugar indicado al momento señalado. Pero nadie sabía cuál era ese sitio y a qué hora debía estar.

Fue un festejo pasional porque nadie fue obligado. Y todos los que fueron lo hicieron impulsados por el sentimiento. Algo que no tiene precio. Que no se paga. Que se siente.

Los hinchas coparon las inmediaciones del Obelisco; finalmente el micro no llegó a ese destino. fotos: Federico Gross

Y como para tener el sello de argentino legítimo, también fue un festejo desbordado, con personas que terminaron internadas por diversos traumatismos provocados por caídas desde alturas. Hubo gente trepada a semáforos, a techos de kioscos y  de paradas de colectivos.

Nuevamente, al igual que el domingo pasado, se forzó la puerta de entrada del Obelisco y se subieron a la cima del monumento que mide cerca de 70 metros para agitar banderas desde sus ventanas más altas.

El desborde que marcó el fin de la caravana mundialista lo protagonizaron un grupo de personas que se tiraron desde un puente peatonal al colectivo que trasladaba a los jugadores en plena autopista Ricchieri, a punto de ingresar a la ciudad de Buenos Aires.

Al mejor estilo estrellas de rock, los hinchas se arrojaron al vacío y uno cayó afortunadamente dentro del colectivo. Dicen que aterrizó sobre el cuerpo del delantero del seleccionado Lautaro Martínez. Pero otro terminó sobre el duro asfalto y permanece internado.

Ese episodio que ocurrió cerca de las 16 y  sumado a la marea de personas que ocuparon autopistas y avenidas, determinó el fin del festejo por vía terrestre.

El colectivo se dirigió a la escuela de cadetes de la Policía en Villa Lugano y allí los jugadores fueron llevados en helicópteros a un recorrido aéreo sobre la ciudad y luego de regreso a la sede de la AFA.

Fue un festejo alegre, porque ni el calor que agobió ayer a esta parte del país con casi 33º en pleno mediodía, ni la desilusión por no haber podido ver a los jugadores ni los kilómetros caminados para llegar pudieron borrar las sonrisas que ayer fueron el denominador común de esos millones de rostros anónimos.

Estaba todo bien. Los vecinos de los edificios por donde pasaba la gente sofocada de calor aportaron baldes de agua desde las alturas. Con mangueras refrescantes. Con botellas de agua para compartir.

Fue emotivo porque todos recordaban a un papá, un abuelo o un amigo que ya no está y que hubiesen querido que sea parte de esta fiesta. Porque todos los cantos de la hinchada, por más subidos de tono que sean, en el fondo hablan de sentimientos muy argentinos.

Personas de todas las edades subieron a los techos de las paradas del Metrobús para tener un mejor panorama.

De hacerse amigos como el ‘vení, vení, cantá conmigo, que un amigo vas a encontrar’. De nuestra cultura como el ‘yo soy argentino, como asado y tomo vino’.

Del sentido de la trascendencia en ‘y al Diego desde el cielo lo podemos ver’ y de la familia cuando menciona a los padres del 10 ‘con Don Diego y con la Tota, alentando a Lionel’. De nuestra historia cuando se canta ‘a los pibes de Malvinas que jamás olvidaré’.

También fue un festejo agradecido porque el argentino sabe agradecer a quien lo trata bien. Y esta selección demostró dentro y fuera de la cancha que su objetivo fue regalar una alegría a los argentinos. Ayer en Buenos Aires y en todo el país la gente les dio las gracias.


LAS PERLITAS

Dibu Martínez y el bebé mbappé
Luego de haber cantado en el vestuario del estadio Lusail “un minuto de silencio para Mbappé que está muerto”, chicana que suelen hacer todos los equipos tras la victoria, el arquero de la Scaloneta apareció arriba del micro con el torso desnudo y un muñeco con la máscara del atacante francés.

Festejo alocado de Scaloni
Como si fuese el famoso Gordo Ventilador de San Lorenzo, el técnico de Pujato se quitó la remera y comenzó a revolearla por el aire mientras cantaba el “dale campeón” con todos sus dirigidos. No fue lo único: minutos más tarde, Nicolás Otamendi le colocó un corpiño en la cabeza y desató la risa de toda la delegación.

El alcohol no fue gambeteado
En las cámaras de la TV y a través de las historias de Instagram de los futbolistas se pudieron observar todas las bebidas que tomaron durante varias horas al rayo del sol. Hubo fernet con coca, champagne con bebida energizante y un vino cortado en botella que no soltó Messi.

Papu les regaló plata a todos
Alejandro Gómez, uno de los responsables del buen clima interno del plantel, tomó un puñado de billetes y comenzó repartirlos entre los miles de fanáticos que estaban en las calles. Además, el actual jugador de Sevilla compartió una foto en sus redes sociales custodiando un trofeo de plástico, con los lentes negros en modo Top Gun y con una camiseta con la histórica declaración de Leo tras ganarle a Países Bajos: “Qué mirás, bobo. Andá pa’llá”.

El obelisco desde arriba
Sin chances de seguir avanzando en el micro hasta 9 de Julio y Corrientes, los jugadores se subieron a dos helicópteros y pasaron por arriba del Obelisco y la Plaza de Mayo antes de aterrizar en el predio de AFA en Ezeiza.

Rosario, ¿nuevo epicentro?
Antes de las 19 de ayer, la Selección abandonó la concentración en el predio de la AFA en Ezeiza para pasar las fiestas junto a sus familiares y seres queridos.

Messi y Di María se trasladaron a su ciudad natal de Rosario en donde podría realizarse un acto multitudinario en el Monumento a la Bandera.

Según el sitio La Capital, de Rosario, la idea del intendente  Pablo Javkin y el gobernador Omar Perotti es la de agasajar a los rosarinos campeones del mundo y se estudia la posibilidad de sumar a dos santafesinos más a la celebración: Franco Armani y a Lionel Scaloni.

 

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