La física de posibilidades para abrazar y cambiar la historia

¿Qué es el activismo cuántico? Autoconocerse como puente para la transformación

Gaby Piccoli nos recuerda acerca del movimiento que promueve un balance energético y poderoso asociado con el desarrollo de una mente intuitiva como el único lugar de donde se vivencian los valores de la Belleza, Justicia, Bien, Libertad y Amor. La ciencia lo llama principio de la singularidad, pero tiene que ver con la superación inteligente, con entrar en el foco interno correcto
martes 18 de octubre de 2022 | 10:00hs.
¿Qué es el activismo cuántico? Autoconocerse como puente para la transformación
¿Qué es el activismo cuántico? Autoconocerse como puente para la transformación

En pareja hace ocho años con el fotógrafo Gabriel Rocca, dice que nació con el don de la clarividencia, pero lo mantuvo en secreto hasta que un día, la vida la conduce a uno de los hechos más tristes de su vida; la pérdida de un embarazo avanzado que la llevó a volver a hacerse preguntas y reconocer de nuevo su conexión con el mundo no material. Ahora da cursos y entrenamientos para mejorar la calidad de vida a partir de la conciencia cuántica y asegura: “Nos transformamos en animales de conseguir cosas y nos dejamos de escuchar”.

La activista cuenta que a los cuatro años veía líneas de luces que unían objetes entre sí. “Yo pensaba que todo el mundo las veía, para mí era mi ámbito natural, hasta que me di cuenta de que no era tan frecuente”, asegura Piccoli a fuentes nacionales. Fue criada en San Justo, en la Matanza, por una familia de trabajadores, con una madre ama de casa y un padre obrero. La de su familia era, como la de tantas, una historia de supervivencia en la que su camino fue signado por la búqueda de seguridad y calidad de vida. 

Después de una vida de buscar ese sentido de protección ideal, Piccoli encuentra en su abuela, muchas respuestas respecto de la religión. “Evidentemente ella también tendría algún tipo de percepción del mundo no material, y como era muy católica, me decía que en esos momentos no me asustara y rezara. Esas fueron las herramientas que me pudo dar para acompañar lo que veía que yo percibía, y para mí fue muy aliviador: había otra persona que compartía eso que sentía yo”, se confiesa la activista. 


Por muchos años, esa conciencia diferente que algunos llaman intuición y parecía reñida con lo concreto; con la ciencia, fue casi un secreto de los ambientes de mujeres del que no se podía hablar con mucha gente, había que esconderlo. O como le pasó a Gaby, “al no tener con quién conversarlo, todo eso que veía dejó de aparecer en la época del colegio y la facultad”. Piccoli estudió Educación Especial y ejerció como profesora y docente de fonoaudiología en escuelas de la provincia. No estaba conectada con lo que le pasaba internamente, o esa conexión había quedado dormida, como latente.

Era diciembre de 1998 y tenía dos hijos chiquitos y un embarazo avanzado de un bebito que no llegó a término. “No me sentía bien y estaba en cama, y la perra que tenía se puso abajo de la cama y no se iba, yo pensé que era para cuidarme. Después entendí que ella ya sabía que mi bebé estaba muerto”, cuenta. Pasar por la tristeza del parto de ese hijo sin vida, la llevó a directamente repreguntarse la existenci ay el sentido de la vida. Quería comunicarse con él, comprender qué había pasado más allá de lo físico.

Gracias a eso, empezó a hacer cursos y talleres de cosas que ahora están en boca de casi todos, pero entonces eran poco conocidos, como constelaciones y registros akashicos. Ya no pudo volver a su trabajo: “Era algo muy mecánico que no me conectaba con lo que me pasaba internamente. Y se me encendió una búsqueda, empecé a estudiar y a cruzarme con maestros formadores, con chamanes. A medida que eso fue creciendo me di cuenta de que algo de mis explicaciones aliviaba a otra gente”.

No hubo un día ni un momento claro en los que se propusiera dar clases o atender en consultorio. “Fue natural. Empecé a hablar de cosas que ahora son más cómodas, porque todo el mundo sabe más o menos de qué se tratan, pero antes tenía que viajar para aprender junto a expertos en Sanación Cuántica. En la Argentina todavía no estaba, no existía como algo aceptado”, cuenta la hoy coach de entrenamientos de calidad de vida.

En esos viajes que la llevaron a conocer maestros y terapeutas alternativos en Chile, Uruguay, México, España, Italia y Finlandia, algo le llamó la atención: “Veía que la gente tal vez tenía una profesión y además decía con total naturalidad ‘y además soy vidente’ sin avergonzarse. O que en el consultorio un analista de pronto sacaba un mazo de tarot o las runas como un medio más de diagnóstico o para tener acceso a otro tipo de información que tal vez a simple vista no surgía. Era muy disruptivo para mí poder ver que una persona comentaba eso y lo compartía como ‘bueno, además tengo este talento que estoy poniendo al servicio de los que lo necesitan’. Eso me hizo amigarme con esa idea que ahora mucha gente joven ya tiene mucho más asumida”.

“Nunca una cosa anula la otra, al contrario, todo se integra. Y en un punto yo pude ver que nos dicen brujas hace cantidad de años, pero eso sólo es una confirmación de que tenemos una conexión mayor con ese mundo menos visible. Entonces creo que es un honor y que hay que empezar a comunicarlo”, dice con orgullo.

Para ponerlo de manera más simple: la conciencia cuántica se refiere a los principios de la física aplicados al autoconocimiento. Se dice que la mente inconsciente procesa el 95% de la información, mientras que la consciente tan solo el 5%. “Es poder decir ‘esto no tiene lógica, pero lo tenemos que incluir de alguna manera y dejar que vaya tomando forma’. Es poder renunciar a la droga de la seguridad. La conciencia cuántica está dentro del mundo en el que ya vivimos, asegura Piccoli, ''Lo importante es poder utilizar esas puertas y ventanas que están disponibles para poder elegir y lograr una vida mejor. Conocernos a nosotros mismos es un puente de transformación”.

Para Piccoli, en la pandemia muchos empezaron a escucharse y ser consecuentes con eso, a simplificar un poco la vida. “Creo que nos llevó a hacer una depuración en un nivel relacional, de vínculos, pero ahora lo que nos viene es hacer el mismo movimiento en un mundo interno: somos nosotros los que contaminamos todo el tiempo nuestros ambientes con pensamientos obsesivos”, reflexiona, y cuenta que uno de los primeros cursos que dio durante el aislamiento obligatorio fue sobre cómo pasar “del loop al espiral”. Lo explica también de manera muy sencilla: “Uno puede mantenerse loopeando toda la vida en una conducta no evolutiva, y lo que yo hago es invitar a que sepan que hay otro movimiento que es en espiral, que es infinitamente ascendente”.

Al mismo tiempo según confirma la activista en una entrevista para Infobae, cuenta que una vez recibió un mensaje de un alumno exactamente una hora después del momento en que murió. No tiene explicaciones fácticas para esas cosas y dice que tampoco hay que pedírselas a nadie. Ni a un constelador, ni a un especialista en bioenergética, ni a ningún profesional: “Sólo nosotros podemos entendernos si empezamos a desplegar todo lo que tenemos enrollado adentro nuestro”, se confiesa. 

Piccoli dice que es optimista. Que todos tenemos “una puerta interna grande que tiene que ver con lo que cada uno vino a hacer y, cuando uno abre esa puerta, empieza a fluir y a sincronizarse. Una vez que estás ahí, hay niveles, como en un juego, donde se empiezan a abrir otras puertas. La ciencia lo llama principio de la singularidad, pero tiene que ver también con la superación inteligente, con entrar en el foco correcto. Yo pienso que viene un momento de abrirnos a una inteligencia diferente, y eso es lo que quiero motivar”.

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