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En Posadas, un baile más allá de los roles

Tango queer, bailar en libertad y sin estigmas

Luciana y Ludmila se pusieron al frente de las clases de tango queer, que busca ampliar la mirada y enseñar una danza más libre y menos estigmatizante

viernes 19 de agosto de 2022 | 6:08hs.
Tango queer, bailar en libertad y sin estigmas
Foto: Nicolás Arce
Foto: Nicolás Arce

Ponerse en los zapatos del otro nos permite empatizar con sus sentires, sus desafíos y batallas. Por eso hoy, dejando los roles de género de lado, el tango busca en Misiones poder ser un espacio de reflexión social a la vez que genera conocimiento y esparcimiento.

Desde que se abrió el espacio  Nulla a principio de año, Luciana Siegel y Ludmila Salomé ofrecen clases de tango queer, una novedad que para muchos pasa desapercibida, pero que quiere calar hondo para poder hacer de la danza, un lugar más libre y menos estigmatizante.

Entendiendo que es una danza comunicacional, las profesoras se enfocan en su formación pedagógica y también habilitan el diálogo contínuo en cada clase.

La idea, dicen, es que en unas cuantas clases, uno pueda adquirir las herramientas básicas como pasarla bien en una milonga.

‘‘Lo que enseñamos no es solo ambos roles sino que hay ciertos códigos que tenés que dejar de lado como las conductas discriminadoras’’, postularon las jóvenes. Si bien la clase es integral, se adaptan al nivel de cada alumno nuevo y cuando hay secuencias más complejas, se sostiene un rol por un poco más de tiempo aunque siempre las actividades contemplan aprender a llevar y ser llevado.

‘‘Es una danza de a dos, si bien  hay alguien que conduce, la otra persona también puede proponer. Es un juego de dos cuerpos que van bailando pegados. Aprender los dos roles te habilita a percibir como se está sintiendo la otra persona, si te quedás en una perspectiva es más difícil ampliar esa mirada’’, definió Luciana reconociendo que las habilidades corporales también se amplian al cambiar de rol ya que son muy distintos uno de otro.

A pesar de que en diferentes espacios se adopta esta metodología, las chicas son firmes en su postura de sostener el título queer porque las dinámicas de roles se extienden mucho más allá del baile. ‘‘Hay toda una lógica que sucede por detrás que tiene que ver con, por ejemplo, en la milonga la mujer no saca a bailar sino que espera a que la saquen’’, recordó Ludmila.

Para equilibrar la balanza y  abrir la jugada por fuera de las conductas herteronormadas, las chicas se propusieron, desde la enseñanza, empezar a repensar los roles, mostrando que hay otras perspectivas y que se puede bailar con otra persona independientemente de la edad, el cuerpo, el género que tenga.

Todo eso bajo el mágico abrazo tanguero.

‘‘Uno puede encontrarse bailando abrazado con el otro. Ya de por sí, bailar solo es difícil pero bailar con otro y no pisarte, entender las señales y que se vaya generando una comunicación corporal, eso en el tango es lo principal, el centro de todo y no sucede en otras danzas porque no hay ese contacto tan estrecho’’, adujo Luciana, que se formó en danza en la Una.

Profesora de literatura, el encuentro con este baile fue distinto para Ludmila que lo conoció directamente en las milongas y después se fue formando más académicamente. ‘‘Realmente siento que es una de las pocas cosas que me abstrae, que me lleva a otros estadios y me parece que es posible desde el abrazo porque a través del abrazo siento que podés relajarte y escuchar o enviar mensajes. Es el espacio de lenguaje que tiene, lo que lo hace hermoso’’, consideró.

Con el mismo criterio de libertad y diálogo, las tangueras sostienen que como danza originalmente popular, ‘‘no hay que dejar esa parte de pueblo que tiene el tango, que significa que es de todos’’.

Así, ampliar la visión es clave.

El hombre guía, lidera, la mujer lo sigue. Esta dinámica de roles se repite en innumerables aspectos de la vida, de manera directa o indirecta, casi como mensaje subliminal de cómo se debe comportar cada género, sin entrar en detalles de vestimentas, movimientos o exigencias estéticas que se imponen por ejemplo en casos más extremos como la danza clásica.

El tango, como emblema nacional sostiene también este estereotipo extendido aunque sus orígenes hayan sido populares o revolucionarios y aunque el que baile no esté pensando que el hombre decide y la mujer acepta. Son pasos que sostienen un sistema desigual, así como cuando el varón actual dice ‘yo no soy violento’ pero sigue sin involucrarse, en silencio cuando en el grupo de WhatsApp otro tira un ‘chiste’ ofensivo o un videito hot.

Pequeñas acciones e inacciones mantienen el statu quo.

Por eso, con vientos de cambio, el tango como expresión social y cultural encuentra nuevas formas de desenvolverse para finalmente, abrazar a todos.


Para agendar

Bailar sin atajos
Luciana y Ludmila dan clases de tango en Nulla (Belgrano 1671) los miércoles de 20 a 21.30. Postulan que reciben a todo aquel que quiera ser feliz bailando, sin restricciones de edad, género ni niguna otra. Más info en @nulla.centrocoreografico o con las profes 376-4895525 y 376-4144394.

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