Cebados de momentos compartidos

Dicen que el mejor vino es que le gusta a uno, mientras la mejor cerveza es la que se bebe con amigos. La versatilidad de este producto es quizás lo que le haya otorgado popularidad en toda la historia de la humanidad. Esa cuestión social que reviste, siempre ligada al compartir. Si bien podemos reemplazar el ‘vamos a tomar una birra’ por, café, mate o cualquier otra espirituosa de preferencia, las kermeses organizadas alrededor de la cerveza, el espíritu de los beergarten con esas largas mesas, todo apunta al  disfrute con el otro.

De esta manera, ayer en El Brete, cuando se disipó un poco el humo, poco antes de que llegara la noche, en ese momento del atardecer que se describe como la golden hour,  la hora mágica en que todo se subre de color cobrizo, las canillas cerveceras volvieron a brillar.

Iniciativa de distintos grupos independientes (cluster MBoyeré, Asociación de cerveceros de Misiones y la cooperativa de cerveza artesanal) el evento tuvo apoyo de organismos del Estado, y atrajo una vez más al público diverso y distendido. Con la pandemia interminable vetando la vida social, los cerveceros tuvieron dos años duros, donde muchos dejaron de producir. Por eso, este volver a las calles, salir y compartir significó una bocanada para productores y consumidores que volvieron a encontrar.

Fernando Mazzur de Mbareté (Jardín América) y Martín Paredes de Nabla (Corpus) aunaron fuerzas en esta vuelta y cocinaron juntos. “Tenía la producción parada y esto fue el puntapié inicial para retomar”, alegó Mazzur.

De modo similar, cuatro microcerveceros de Iguazú se posicionaron uno al lado del otro y celebraron poder desplegar su arte nuevamente.

Diego de Guembé recordó lo duro que fue transitar la pandemia sin turismo pero destacó que se fueron encontrando recursos en el camino. Productor hace siete años, comenzó cocinando para consumo propio y se fue expandiendo hasta que hoy se dedica plenamente a este mercado. Incluso en la ciudad de las Cataratas los cerveceros amigos conformaron la asociación de Cerveceros artesanales de Puerto Iguazú.

Con premios para los conductores designados, cócteles y bebidas especiales sin alcohol, una variedad de ofertas gastronómicas para maridar cada variante, DJ, verano, engalanaron este festival centrado en la cerveza artesanal.

 Promocionado como una fiesta familiar, desde temprano los grupos de amigos, parejas y familias grandes y chicas fueron llegando al predio de El Brete donde se instalaron más de 20 cerveceros de distintos puntos de la provincia.

Aunque casi siempre el ingrediente indispensable es la malta de cebada, diferentes sociedades han utilizado todo tipo de granos de cereal para hacerse con  cerveza, maíz, trigo, arroz, centeno, avena, mijo, sorgo. Como variantes a la cebada, en Una + se encontraron maíz y trigo como las más usuales.

De la misma manera, las frutas tropicales de la región fueron elementos clave para la cocina de muchos estilos. La golden maracuyá por ejemplo fue una de las más populares. La ipa y sus derivados también se erigieron unas de las preferidas, en esta gran vuelta al paladar de los estilos lupulados que tuvieron su origen con la gran abadesa Hildegarda de Bingen en la Edad Media.

Y a tono con tiempos más apacibles, niños correteando, bebés impactados por las luces y los sones electrónicos, jubilados birra en mano y miles de visitantes llegaron hasta El Brete para un ritual legendario que se renueva con expectativa de seguir creciendo en el real y artesanal sabor del encuentro.