La vía láctea o Tape-cué

domingo 10 de octubre de 2021 | 6:00hs.
La vía láctea  o Tape-cué
La vía láctea o Tape-cué

Como el guaraní consideraba que sus antepasados habían residido alguna vez en las alturas celestes, la Vía Láctea era, en todo caso, un camino que fue transitado (Tape-Cué) por un tapir gigante (mborevi rape). La Cruz del sur indicaba a su vez el recorrido de un animal sugestivo, el Avestruz, desde las alturas a la Tierra, y la denominaban ñanduí po. Como siempre, los animales participan naturalmente de la cosmogonía tan particular y la teogonía eminentemente panteísta.

Creyendo el guaraní en la inmortalidad del alma, ésta se desprendía del cuerpo del hombre al morir, y adquiría un carácter especial, yendo a refugiarse en una región denominada Aña retá (morada del demonio, Añá) y que es una especie de Campos Elíseos de silencios.

Curiosa es también la interpretación del “andros” lugareño, del “avá” racial, que tiene una extraña connivencia con el génesis bíblico. El guaraní, según su tradición, es producto del fugaz connubio de un hijo de la tierra con Yacy, la luna.

Los fenómenos atmosféricos son explicados y denominados con el dulce idioma de clara onomatopeya. El cielo, como anota Natalicio González, está constituído por una “materia quebradiza”, que se raja en las tormentas y produce el rayo (ará-tirí), despidiendo la gran luminosidad del relámpago (ará-verá).

El viento (ibytü) es el aliento, la “respiración de la tierra. ¿Puede concebirse imagen más poética?

Lucas Braulio Areco

De En la huella del tiempo, Ediciones Montoya, Posadas, 1983. Areco fue poeta, músico, escritor, periodista, pintor, historiador y compositor.

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