Nuevo desafío

ELI KEO o el descubrimiento del camino a la ilustración en ‘El oficio de enamorar’

La artista comenzó a incursionar más profundamente en la ilustración durante el confinamiento y obtuvo la propuesta de graficar un poemario de Juan Báez Nudelman
miércoles 05 de mayo de 2021 | 6:00hs.
ELI KEO o el descubrimiento del camino a la ilustración en ‘El oficio de enamorar’
ELI KEO o el descubrimiento del camino a la ilustración en ‘El oficio de enamorar’

Un paso, luego otro, un paso más, y otro. Comienza así el derrotero por las sendas del conocimiento cuando se avizora a lo lejos la posibilidad feliz del encuentro. Un deslumbramiento habilita artes de acercamiento y seducción que quedan plasmadas en palabras que, a su vez, trazan un itinerario donde las reglas del juego están explicitadas.

El poeta describe el proceso al que llama “El oficio de enamorar” pero siente que no está plenamente expresado. Por sus ojos ha pasado una obra y descubre que es ahí donde hay que abrevar. Esa es la fuente. Entonces se dirige a la autora de las ilustraciones que concitaron su atención. Eli Keo, la artista, se sorprende por la propuesta, que a la vez es desafío, ilustrar la vivencia interior del poeta como una cartógrafa que jalona los hitos del recorrido amoroso que va desde su desierto al oasis que representa el encuentro con su actual pareja. Eli cuenta cómo se dio su participación en el proyecto artístico, “yo había ido a pasar la cuarentena a casa de mis papás y comencé a dibujar en un cuaderno, objetos que había allí, animales, un plato con naranjas, una bota y en una de esas me habla Juan Báez Nudelman, el autor, diciendo que le gustan mucho mis dibujos y que iban muy bien con el estilo de un libro que tenía planeado publicar”.

Ella recibe el borrador de esos poemas silenciosos con el objetivo de lograr una síntesis. “La idea era que yo me inspirara en ellos”, comenta. “Si bien él ya tenía definido lo que quería lograr nos fuimos influenciando mutuamente”, agrega.

Allí en el campo paterno sin los estímulos tecnológicos a los que la vida contemporánea nos tiene acostumbrados Keo se adentra en la lectura de los poemas y descubre la hondura de los mismos. “Comencé a leerlos y note que era algo muy personal, tenía entre mis manos la puerta de sus sentimientos”, explica. No puede entonces quedarse en la superficie y decide sumergirse también ella en la profundidad. Son los primeros días del confinamiento obligatorio y la artista emprende un doble viaje, no sólo a la casa familiar, es decir donde anidan recuerdos y vivencias. Sino también a su propia interioridad. Lejos de la ciudad, allí con el monte cerca, con sus hermanos y padres cerca, ese paisaje se va haciendo cada vez menos ajeno, al tiempo que la señal de internet, lazo que une y conecta con el mundo exterior, se diluye y se vuelve escasa.

“Lo que no quería era dibujar textualmente lo que decían los poemas, sino moverme por los terrenos de la inspiración”, comparte y al tiempo confiesa: “Al principio tenía un poco de miedo, es la primera vez que ilustro un libro. Además estoy en la búsqueda de mi estilo y creo que estos dibujos son el primer paso para encontrarlo.”

Unas botas y un amor

La novel artista con el lápiz plasma sobre el papel objetos y paisajes donde no se ven personas, sin embargo las relaciones y vínculos están dichos. Desde la portada del libro hace acto de presencia una bota. El calzado lleva en su piel la historia de un viaje a Perú de donde volvió casi destruido. Las suelas gastadas, los cordones descoloridos, no fueron motivo, aunque lo ameritaba el estado general, de que terminara en el basurero, pero todo tiene un recorrido y esa fiel compañera de ruta lo alcanzó. “Me las olvidé en el campo y cuando regresé mi mamá me dijo, Eli, esas botas ya no van más”. Pero si el final del objeto material es el lugar de los deshechos, la ilustradora lo salva y deja como testigo de un caminar, en la tapa del libro. La vieja máquina de coser cuenta la historia del amor familiar que atraviesa cinco mares y varios continentes en un periplo que une Corea con Argentina. Trama amorosa de trabajo y atención, la máquina que ha remendado y también creado, la que unió telas, todo eso y más, es el objeto.

En el libro las palabras van fluyendo acompañadas por la ilustración, en un contrapunto que da cuenta del estado de la épica. En el ejercicio del oficio de enamorar hay momentos de calidez tanto como de frialdad, vaya uno a saber la proporción. Por lo pronto, en el poemario está plasmado ese horno fabricado por el padre del clan. La fogata sirve para reunir a la familia en derredor, bajo estrellas en el cielo frío y limpio que se ven sin obstáculos, alguna que otra manta pero sobre todo calor de llama.  momento de compartir y conectar con el afuera.

“El único lugar donde teníamos señal es afuera de la casa y como en abril del año pasado hacía frío, colocamos el fuego en el lugar donde hay señal. Entonces es cuando nos juntábamos para encontrarnos entre nosotros y saber sobre el afuera. A ver si seguía existiendo la civilización”, bromea Eli.

Cable a tierra

Toma El oficio de enamorar entre sus manos, va pasando las hojas y comenta cada una de las ilustraciones. “Las raíces y ramas hablan de que estamos todos entrelazados de una u otra manera”, explica. Luego hace una pausa y dice “el libro habla de Juan, el autor, enamorándose. La cuarentena hizo que me replanteara cosas sobre el hecho de enamorarse. el que yo en este momento no esté enamorada de alguien, me cuestionó cómo sería representar ese sentimiento; y sin darme cuenta comencé a dibujar, caí en la cuenta de que yo estoy enamorada de eso, de dibujar, de lo que hago’’.

El planteo es consecuente con la experiencia. El contacto con el alma intangible no transcurre por la indiferencia. Todo lo contrario. La epidermis reacciona en sensaciones y la evocación trae al presente mundos que quizás se consideraban perdidos e inexistentes.

Ficha técnica
‘El oficio de enamorar’ llama desde la sobrecubierta de papel vegetal impreso con una trama que recuerda las nervaduras de una hoja. A través de ella, se trasluce la tapa. Se trata de un poemario que relata la cronología de ese proceso durante el cual va produciéndose el amor. Recorrido intenso que puede comenzar en cualquier momento, no necesariamente en la primera parada, con paisajes diferentes según pasa el tiempo a pesar de que el itinerario sea el mismo cada día. Una bota da el puntapié inicial en la tapa. Luego las palabras van desandando el camino en poemas hasta que un paisaje casi urbano aparece, una pared con neumáticos en desuso. Tumbas, la tierra, la pala , la carretilla. Imágenes cotidianas que si no fueran rescatadas por la sensibilidad artística pasarían desapercibidas.

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