Un granito de conciencia por la inclusión

El desahogo también es femenino

Anahí Giménez y Susy Villalba, de Lira Verá, impulsan el Día de la Mujer Chamamesera en homenaje a Ramona Galarza y tantas otras cantoras que abrieron el camino
domingo 13 de diciembre de 2020 | 6:00hs.
El desahogo también es femenino
El desahogo también es femenino

Desahogo, liberación. Eso es un sapucay que sale desde lo más profundo y eso significa que el chamamé cada vez más inclusivo, al punto de convertirse en patrimonio de toda la humanidad.

En una época donde la equidad es buscada paso a paso, cabe resaltar que mientras muchas mujeres aportaron a que el chamamé se convierta en la sensación popular y global que es hoy, muchas otras quedaron en el camino, quizás simplemente por tener que asumir el rol que la sociedad imponía en la vida doméstica y familiar. Por eso hoy se celebra la feminidad en el chamamé e incluso se promueve el Día Nacional de la Mujer Chamamesera, en homenaje a la artista Ramona Galarza.

“Ramona Galarza que se abrió camino en peñas y festivales, en Corrientes y Chaco porque hay toda una controversia con su lugar de nacimiento, y acá tenemos a nuestra Maria Ofelia, que fue la primera mujer que se abrió paso en la bailanta y había que entrar en una bailanta”, arrancó explicando Anahí Giménez, parte del dúo Lira Verá. “Y hoy por hoy si nosotras estamos donde estamos, trabajar tan libre y poder elegir dónde, se debe a ese camino que han transitado otras mujeres antes que nosotras”, postuló. “Sí, seguimos construyéndonos todos como sociedad -admitió- pero la manera en que lo vivimos es con absoluta libertad, de poder hablar desde el amor y el humor también”.

En contrapartida, Susana Villalba, la otra cara del dúo, visibilizó que “por ahí lo que tenemos de bueno es que somos compañeras y siempre tuvimos con quién dejar nuestra nena, pero muchas cantoras, terribles cantoras que han quedado en el camino. Hace unos días hablaba con una tía a la que toda la vida le gustó cantar y ahora casi de 80 años volvió a esa pasión. 40 minutos dejé de cantar porque fui mamá, era profesional, no tenía tiempo y hoy me encanta poder vivir esto de poder volver’, me contaba”.

Es en esta línea que las Lira destacaron la importancia de dejar de lado las etiquetas, deconstruirse.

Y como aporte a todo lo que es la cultura chamamesera, alegaron que la mujer le da “el granito de conciencia, esa otra mirada que sale de lo patriarcal para demostrar que todos somos todos”.

Así, reflexionaron que es fundamental seguir en este recorrido “no solo por las que estamos ahora, las que han estado, sino también las que vienen, que puedan también ellas proyectarse y saber que hay un futuro asegurado”.

Identidad en cada rincón
Para definir al chamamé, a lo que se dedican enteramente hoy las Lira Verá, coinciden en hablar de identidad. Identidad en cada paisaje, en cada acorde y cada vuelo de pollera. Distinto en los subgéneros, las regiones y los estilos de los cantores.

“Es familia, es añoranza, es tradición”, manifestaron. Pero rápidamente aclararon “lo que hace es trascender”. En esa reafirmación en la historia a través de sus diferentes subgéneros lo que ha logrado también es la autenticidad, el plus que lo destaca en el mundo, según entendieron las cantoras.

“Es un ritmo muy antiguo, de mucho tiempo atrás y ahí empieza la pelea de dónde vino y no hay una respuesta perfecta. Corrientes está convencida de que es sólo de ellos, pero es de una región”, refirieron a la inmensidad del territorio guaraní, que no tenía los límites actuales. “Incluso el brasilero tiene su estilo y es algo maravilloso. Estamos en 2020 y se mantiene, trasciende y sorprende a un chino o japonés del otro lado del mundo”, graficaron y subrayaron: “es super auténtico, es muy parte del ser en sí y eso se nota”.

Si bien está enraizado, popularizado en muchos puntos del globo, y artistas locales, regionales han pisado tierras lejanas llevando únicamente al chamamé como bandera, la declaración de la Unesco de alguna manera oficializa todo este trabajo de hormiga de tantos años y lo empuja, visibiliza, por qué no, catapulta en los más extraños rincones del mundo.

Además de la identidad, forjada en la lengua madre guaraní que atraviesa a los pueblos de distinta nacionalidad, el chamamé, “es sabio” aseguró Anahí, porque es parte de tu historia, pero sabe en qué momento podés abrazarlo. “Yo de adolescente, siendo música folclórica no lo entendía pero el chamamé es sabio. Cuando pasa el tiempo y vivís más experiencias, el chamamé te va atravesando porque tiene una moraleja, tiene una enseñanza”. “Te lleva a esa unión, a esa comunión”, sumó además relacionándolo con ‘el asadito y la mesa larga y también a la religiosidad popular de la Virgen de Itatí y el Gauchito Gil.

El chamamé es expresión en su sonido, su danza, su cantar, su devenir en el día a día del ‘campesino’.

“Que en el medio de una canción tengas un sapucay, ese desahogo, que sale de las entrañas, un grito que puede ser cualquier cosa, puede ser romántico, de dolor, angustia, pasión, alegre, tantas cosas… eso tiene el chamamé, de decirte todo. Desde un paisaje una emoción, un recuerdo…” cerró Susy representando el abanico intenso y variado de un género que sin dudas se lleva en la sangre misionera y guaraní. z

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