Expedición al Paraguay

viernes 02 de octubre de 2020 | 5:00hs.

Otro hito de nuestra historia regional es la Campaña o Expedición al Paraguay emprendida en el segundo semestre del año 1810 (historia misionera, no posadeña, porque por entonces estábamos bajo administración paraguaya). Antes de entrar en el relato es oportuno tener presente que la conformación de la Primera Junta en Buenos Aires marca el principio de un proceso de reorganización espacial y política en esta zona de América del Sur; no existían los países como los conocemos; Argentina en estos tiempos se denominaba Provincias Unidas del Río de la Plata; Uruguay se llamaba Banda Oriental y poco después Provincia Cisplatina; Brasil era por entonces el Imperio de Portugal, ya que ante el avance napoleónico, la Corte entera se trasladó a esta Colonia y Paraguay portaba su nombre pero sobre una geografía más amplia.

La “caída” de la capital del virreinato aceleró un proceso independentista latente desde hacía tiempo; por lo tanto, afirmar que un país “invadió” o “dominó” a otro de los mencionados es, de mínima, inexacto, porque ni siquiera eran países aún; algo parecido pasa con las actuales provincias argentinas, que en esa época estaban por organizarse como tales y eso llevará su tiempo.

El 4 de septiembre de aquel año, la Junta Provisional, ante el estado de “de alerta y movilización” que significaba la presencia realista en Montevideo, decidió enviar una expedición militar al mando de Manuel Belgrano; antes del fin de ese mes, el campo de acción se había extendido a toda la Banda Oriental, Santa Fe, Corrientes y Paraguay, para afirmar la legitimidad de la Junta también.

Para el cometido, Belgrano recibió “instrucciones” precisas que, según se dice, fueron escritas por Mariano Moreno. En ellas se le ordenaba trasladarse a San Nicolás de los Arroyos y formar un Ejército de la Patria de 500 efectivos, más municiones, armas y uniformes; a continuación, pedirle al teniente gobernador de Santa Fe el envío de 200 soldados más del Regimiento de Blandengues, y al pasar por Entre Ríos debía incorporar “mano de obra experta”.

También se le ordenó “pasar al Paraguay” y “arreglar la provincia”, relevar a los funcionarios contreras y reemplazarlos por “gente de confianza”, convencer al gobernador, obispo y autoridades del Cabildo de cambiar la decisión tomada y remitirlos a Buenos Aires con “todas las garantías”; caso contrario, se lo autorizó a fusilarlos, incluyendo a un sobrino del gobernador.

Mucho tiempo después, cuando Belgrano escribió sus memorias, se refirió a esta expedición así: “(…) sólo pudo caber en unas cabezas acaloradas (…)”. Cuando llegó a San Nicolás, se encontró con soldados disponibles pero inexpertos, casi sin instrucción o experiencia, 187 carabinas “malísimas” que con unos pocos disparos se inutilizaban; encima tenía 357 soldados, entonces…

Entonces se organizó como pudo y marcharon a la ciudad de Santa Fe, donde fueron acogidos calurosamente, recibieron donaciones generosas en armas y ganado, pudieron incorporar más soldados y una suma interesante de metálico para sostenerse en el camino. Desde allí le escribió al teniente gobernador de Corrientes para que adelantara un emisario a Paraguay a fin de anticipar su llegada, iniciara conversaciones; en otras palabras, que allanara el camino en pos de evitar un enfrentamiento armado.

En esos días arribó a Santa Fe el abogado Juan Agüero, un letrado paraguayo, afincado en Buenos Aires, enviado por la Junta a Asunción para lograr la adhesión por una especie de “vía diplomática”; Belgrano se sintió aliviado con la posibilidad de evitar derramamiento de sangre. La Misión Agüero fue un fracaso y el abogado terminó detenido.

El ejército se puso nuevamente en marcha hacia La Bajada -nombre de la actual Paraná-, donde consiguieron más hombres, ganado y caballos. Se dedicó a instruirlos militar y socialmente; antes de partir, sumaron dos compañías del Regimiento de Patricios y marcharon hacia Curuzú Cuatiá. Llegaban a mil efectivos.

Al entrar a la ciudad se enteró de preparativos militares brasileños en las ex Misiones Orientales y la toma de Arroyo de la China -actual Concepción del Uruguay- por la escuadra realista de Montevideo.

En Curuzú, Belgrano tomó varias medidas para mejorar la calidad de vida de los vecinos y envió a su edecán como espía a Asunción; también escribió a Rocamora y le ordenó se incorporara a la expedición con las milicias misioneras. Éste no estuvo de acuerdo y se quejó directamente a la Junta en Buenos Aires, con “sólidos” argumentos; la respuesta que recibió fue contundente, debía acatar la orden.

Rocamora arribó solo al punto de reunión, Belgrano no esperó a la milicia misionera y emprendió la marcha, llegó a la actual zona de Ituzaingó para cruzar el río Paraná, pero cambió de idea y marcharon hasta Candelaria, donde construyeron balsas y botes de cuero para el cruce. Antes de entrar a Paraguay, Belgrano propuso un armisticio y envío un emisario a Asunción. Una incursión paraguaya rompió la tregua, entonces traspasaron el río y se produjo un primer combate en Campichuelo -casi escaramuza-. El 20 de enero de 1811 se combatió en Paraguary y el 9 de febrero en Tacuarí, derrotas ambas para los belgranianos.

Se consiguió una negociación de paz y el 10 de enero regresaron a Candelaria, el 14 de mayo del mismo año se produjo la revolución en Paraguay que consagró un gobierno criollo y el 12 de octubre se firmó un tratado entre Buenos Aires y Asunción. Entre otros puntos, se dejó oficialmente la custodia del Departamento de Candelaria a Paraguay.

Nuestra historia consagró de la gesta el Reglamento para el Régimen Político y Administrativo y Reforma de los Treinta Pueblos de las Misiones, redactado por Belgrano en medio de los dos primeros combates. Nunca se puso en práctica, pero Juan Bautista Alberdi lo incluyó como antecedente de la Constitución de 1853.

Hasta el próximo viernes.