Jorge Videla, el dictador de “la plata dulce”

martes 21 de mayo de 2013 | 2:00hs.
La política de “la plata dulce” fue el nombre con el que pasó a la historia el modelo económico de la dictadura argentina (1976-1983) durante el mandato de Jorge Videla, el exgeneral que murió el viernes pasado en un calabozo, condenado a prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad.
Se llamaba “la plata dulce” porque a los argentinos pudientes o de buen pasar económico les sobraba dinero para comprar dólares a raudales y hacer viajes de compras, con preferencia a la ciudad estadounidense de Miami.
Con sus billeteras pletóricas de divisas verdes, los argentinos hicieron popular la frase “Déme dos”, para ilustrar su alto poder de compra, que les permitía llevarse de las tiendas en el exterior el doble de mercancía.
Los vuelos de Aerolíneas Argentinas desde Miami volvían con las bodegas atiborradas de cajas y maletas con artículos electrónicos de moda.
El plan económico de Videla fue implantado y conducido por el hacendado terrateniente y economista José Alfredo Martínez de Hoz, considerado ideólogo y cerebro del golpe de Estado de 1976 que derrocó a la presidenta Isabel Perón (1974-1976).
Martínez de Hoz, quien murió el 16 de marzo de este año en prisión domiciliaria por el secuestro extorsivo de empresarios durante la dictadura, se inspiró en el Premio Nobel de Economía, Milton Friedman, y su Escuela de Chicago para diseñar su modelo.
Martínez de Hoz creó un instrumento conocido como “La tablita”, que permitía programar y conocer con 8 meses de anticipación el porcentaje diario de devaluación del peso, sistema que disparó la especulación financiera.
Para financiar el consumo y el funcionamiento de las empresas públicas, la dictadura hizo crecer la deuda de 7.800 a unos 45.000 millones de dólares, según estadísticas del Banco Central (autoridad monetaria).
“La gran herencia de Martínez de Hoz fue el crecimiento del endeudamiento externo, utilizado como 'plata dulce' y no para reformas estructurales”, dijo el exdirector de la la Comisión Económica para América latina (Cepal), Bernardo Kosacoff.
La valorización financiera hizo que un apartamento de cuatro ambientes en el residencial barrio Norte de Buenos Aires pasara a cotizarse en un millón de dólares, precio que asombraba al público, según diarios de la época.
“El objetivo principal de la deuda pasa a ser la renta financiera”, comentó el economista Eduardo Basualdo, de la privada Fundación Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).
Aldo Ferrer, economista, exembajador en Francia y exsecretario del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), dijo que el objetivo de la dictadura “fue arrasar con el tejido social y productivo y sustituirlo por una nueva organización en línea con la apertura económica”.
Un clip televisivo de propaganda de la dictadura de aquel tiempo que no se borró de la memoria de los argentinos fue el de un hombre que intenta sentarse en una silla 'industria nacional', que de pronto se rompe y lo hace caer. En la imagen siguiente, el hombre aparece rodeado de todo tipo de sillas y una voz en off dice que con la variada oferta de los importados se pueden elegir artículos de mejor calidad.
Miles de empresas fabriles cerraron, según estadísticas de la patronal Unión Industrial Argentina (UIA), y se instaló una feroz especulación, con tasas de interés del 135% anual, según el Banco Central.
“Mucho se ha hablado del terrorismo de Estado. Pero se prestó poca atención a la acción planificada de los militares para crear un nuevo sujeto que se identifica como consumidor, ahorrista e inversor”, explicó el sociólogo Daniel Fridman, de la Universidad de Columbia.
Según Fridman, “mientras se torturaba y secuestraba, se erigía toda una retórica de la libertad a través del consumo y de la construcción de un sujeto económico autónomo, individual y racional, que tanto quieren los economistas liberales y el mercado”.
El plan estalló a finales de 1979 con inflación y una sucesiva quiebra de bancos. Martínez de Hoz dejó el puesto y Videla fue reemplazado por otro dictador, el general del ejército terrestre Roberto Viola.

Daniel Merolla
AFP