El fantástico delirio de un artista genial

sábado 07 de agosto de 2010 | 6:00hs.
De costado.
De costado.
Medio Montoya ocupado por un ambiente, que viendo las caras y analizando las historias de esos rostros, daba a pleno con la intelectualidad posadeña, la que concurre a la Facultad de Humanidades, la que se ve en tertulias -con mucho humo mediante- en los bares. Ellos, y un puñado de otra tipología de espectadores, fueron a encontrarse con un fenómeno muy particular de la música rioplatense, el uruguayo Leo Masliah.
Con el estilo Groucho Marx en los fisonómico, aunque más encanecido que la última vez que vino al Paseo Bosetti, el creador de La Recuperación del Unicornio (una parodia sobre la canción original de Silvio Rodríguez).
Muchos fanáticos que fueron a buscar las perlitas de su repertorio no se quedaron con las ganas, las hubo, hacia el final, pero también se encontraron con canciones nuevas, aunque él dice que canciones no hace. Todo es así en el mundo Masliah, una mezcla de grotesco con absurdo, que se nutre de situaciones tragicómicas de la realidad mundana.
La estructura de un concierto de Leo Masliah está apuntalada por los pilares que hacen a un recital narrativo, la mayor parte de las piezas artísticas que entrega adquieren un relato absurdo, pero coherente, en la que el espectador pareciera estar leyendo uno de sus libros o escuchando algunos de sus trabajos discográficos, por ejemplo una letra con música clásica, que alude al relato de Kafka, La Metamorfosis, en la que es altamente elogiable su capacidad de memoria, letras larguísimas.

El concierto
O también una canción en la que narra -tal vez su primer éxito popular, de gran repercusión en las radios allá por los '80, con una rima muy lograda y pulida- que en un concierto la gente se eleva hasta chocar con la bóveda del teatro, va anudando en la historia así: “Era un concierto de música culta y renacían las fuerzas ocultas de los antiguos maestros geniales, de los eternos, de los inmortales. Era un concierto, era el goce más fino, era un contacto con algo divino. Era solemne, era casi sagrado, era un placer de lo más elevado. Flautas, violines, trompetas, platillos, sonaban entre corbatas, anillos, entre bolsillos rellenos de plata, entre las llaves de algún colachata. Entre collares, pelucas, colgantes, entre tapados de piel, entre guantes; entre ...".
Más tarde hizo El Cascanueces (soporte melódico) con una letra de amplia extensión, nuevamente una memoria para elogiar, ya que él y un piano de cola. Hay que reseñar que se colocó de costado en el escenario y su “cara de nada” que juega un papel muy especial en los recitales, esta vez le restó ese “atractivo escénico/corporal”.
Aunque no tiene una buena voz ni es un buen cantante, si estuvo acompañado de alguien que entona como los dioses, Lucía Gatti, un lujo, cellista además, ambos están proponiendo en gira por el Litoral, el espectáculo No Alineados, eso es lo que se vio, escuchó y disfrutó en el auditórium Montoya el pasado jueves. Hasta la interpretación de tres canon. Un lujo.


Un dúo muy particular en escena
Con dos giras europeas durante el 2009 y numerosas actuaciones desde entonces en Montevideo, Santiago de Chile y distintas regiones de Argentina, Leo Maslíah (piano y voz) y Lucía Gatti (cello y voz) se presentan con un repertorio que combina lo más logrado de la producción de Leo en el pasado milenio, con nuevas creaciones y recreaciones de música clásica, tanguera y no alineada.
Lucía Gatti ha participado en discos de Asamblea Ordinaria, Samantha Navarro, Maia Castro y Edu Lombardo, entre otros. Es fundadora e integrante del quinteto de tango La Mufa.
Lucía Gatti en Posadas, en su actuación con el genio uruguayo en el Montoya cantó el tango El último café, tocando el cello además, pero fue muy desopilante cuando comenzó a sonar Zanguango: “Soy un imbécil, soy medio tarado, soy nulo, soy un retardado. Nunca pasé la edad de la bobera, y en el mate yo tengo mandera, yo no sé si se me nota la cara de idiota o el aire de nabo, aunque también soy un ganzo y si un día me canso me convierto en pavo…” y la gente deliró, tanto como de delirante tienen sus canciones, aunque él canciones no hace.