lunes 13 de agosto de 2018 | 1:30hs.
No acercarse a su otra hija de cuatro años, no salir del país y
someterse, en paralelo, a un riguroso tratamiento psiquiátrico son las
condiciones que deberá cumplir a rajatabla la mujer acusada de
emborrachar y asesinar a su beba de 16 meses en la localidad de Puerto
Esperanza, para no regresar nuevamente a la cárcel.
Se llama María D. (22). Hace algunos días fue beneficiada con la prisión
domiciliaria teniendo en cuenta el profundo cuadro depresivo que está
atravesando desde que fue detenida a principios de junio, es decir, casi
tres meses después de producida la muerte de la criatura.
Con esta decisión, el titular del Juzgado de Instrucción Tres de Puerto
Iguazú, Martín Brites, le permitió esperar en libertad el final del
proceso judicial que la tiene como imputada por el delito de homicidio
calificado por el vínculo, aunque la condicionó en sus acciones.
Dos pedidos
Fuentes judiciales informaron que hubo dos pedidos. Uno basado en la
necesidad de atención de la hija menor -teniendo en cuenta que tiene
menos de 5 años-, que fue denegado ante la presunción de riesgo debido a
que la mujer está acusada de matar a su otra hija.
El otro se argumentó en el estado de salud mental que atraviesa, con
reiteradas conductas suicidas y algunos intentos de autolesión en su
lugar de encierro, que según la defensa oficial hacía necesario un
tratamiento con especialistas.
Finalmente, después del análisis del magistrado, fue aceptado con la
madre de la imputada, Lucía Naffin, como garante personal y responsable
ante cualquier incumplimiento.
Tratamiento psiquiátrico
Estando en libertad, la acusada deberá someterse a un programa de
recuperación implementado por la Secretaría de la Familia, Niñez e
Infancia de Puerto Esperanza, cuyos profesionales tendrán que informar
mensualmente su evolución.
“El programa al que será sometida la madre incluye el tratamiento
específico a cargo de un equipo multidisciplinario integrado por
psicólogos, psiquiatras y asistentes sociales, que armaron un plan en
base a las necesidades de la imputada”, manifestó la misma fuente
judicial.
Entre las prohibiciones, la más dura tiene que ver con la imposibilidad
de acercarse a su otra hija, aunque de su recuperación mental depende
que, en un futuro, el magistrado del fuero de familia considere que su
cercanía no presume riesgo para la nena y decida revocar el fallo,
favoreciendo de esa forma su revinculación.
Madrugada trágica en Esperanza
En plena madrugada del lunes 12 de marzo fue estrangulada la pequeña de
16 meses, en una casa del barrio 40 Viviendas de Puerto Esperanza. El
alerta a la Policía fue hecho por una hermana de la acusada.
Es que, en el transcurso de esa mañana -según consta en el sumario
policial recepcionado por el magistrado de Iguazú-, la madre llegó a su
casa con un estado anímico alterado, de acuerdo a lo que describió.
Estaba sin la beba, pero junto a su otra hija, por lo que ante la
consulta sobre dónde dejó a la beba, habría respondido únicamente que
“no está más”.
El silencio, sumado al estado de shock que evidenciaba, motivó que junto
a una vecina vaya a la casa de su hermana, donde se topó con una escena
terrible: la beba sin vida sobre la cama.
Peritos criminalísticos y científicos intervinieron la propiedad,
levantaron elementos considerados importantes para el devenir de la
pesquisa e interrogaron ese mismo día a la progenitora, quien ante los
uniformados dijo que alrededor de las 5.30 se despertó y se dio cuenta
de que ya estaba muerta, rígida sobre la cama en la que ambas dormían.
No supo cómo reaccionar -agregó-, por lo que se fue hasta lo de su
hermana.
Según su madre, ante ella ofreció una versión distinta. Dijo que en un
momento de la madrugada supuestamente se levantó para ir al baño y en
plena oscuridad, al regresar, tropezó con la pata de una de las camas
por lo que cayó arriba de la beba, trasladando la muerte a un plano
accidental.
El trabajo de los peritos del Cuerpo Médico Forense del Poder Judicial
fue concluyente. La muerte de la beba fue consecuencia de un paro
cardiorrespiratorio por asfixia mecánica. Detectaron además 0,48 gramos
de alcohol en su cuerpo, lo que indica que fue alcoholizada.
La madre estuvo detenida algunos días en Puerto Iguazú, hasta que
después se dispuso su traslado a la localidad de Wanda, a donde
regresará si no cumple con las condiciones impuestas.