Localizan un centro clandestino de detención de la dictadura

Héctor Montejano estuvo dos veces en  la "Casita de los Mártires". La primera, hace cerca de 27 años, en calidad de detenido político durante la dictadura militar.  La segunda, ayer,  en el grupo que acompañó el reconocimiento del  terreno que hizo el juez federal Claudio Ramón Chávez, y el equipo vinculado a la investigación  de la suerte corrida por  el ingeniero químico Alfredo González,  docente de la Universidad Nacional de Misiones (Unam),  desaparecido desde 1978.
martes 11 de enero de 2005 | 2:00hs.
Héctor Montejano estuvo dos veces en  la "Casita de los Mártires". La primera, hace cerca de 27 años, en calidad de detenido político durante la dictadura militar.  La segunda, ayer,  en el grupo que acompañó el reconocimiento del  terreno que hizo el juez federal Claudio Ramón Chávez, y el equipo vinculado a la investigación  de la suerte corrida por  el ingeniero químico Alfredo González,  docente de la Universidad Nacional de Misiones (Unam),  desaparecido desde 1978.
"En realidad vine una vez antes, un poco después que cayeron los militares, pero no me animé a llegar", dice el hombre. Montejano estuvo en  aquella ocasión  a unos cien, o doscientos metros. Llegó hasta donde ahora cruza el denominado Acceso Sur,  que sale del aeropuerto y se va metiendo en Posadas por Villa Cabello. De lejos, alcanzó a divisar la construcción  abandonada, pero la pesadilla vivida allí casi una década atrás era un fantasma difícil de exorcizar, por entonces más que ahora.
La “Casita de los Mártires”, así se conoció al Centro Clandestino de Detención (CCD) que funcionó en las instalaciones del Destacamento Mártires de la Policía de Misiones por  varios años, a partir del golpe militar del 24 de marzo de 1976.
Muy poco es lo que queda del edificio. La maleza sepultó prácticamente los últimos vestigios. Aunque todavía es posible hacerse una idea de cómo pudo haber  sido el lugar.
El procedimiento de ayer  a media mañana se inscribe entre las diligencias procesales del Juicio por la Verdad que investiga la desaparición del ingeniero González, en la causa 1-531-04 que se abrió tras la denuncia presentada por la hermana de la víctima, María Amelia González.
La “casita de los mártires” está ubicada en un  área de 100 metros por 89 metros, que se extiende entre el aeropuerto y el arroyo homónimo. Según un poblador de la zona, que ofició de guía a la comitiva, el predio fue donado a la  policía provincial varios años antes del golpe del ´76 por un grupo de tamberos alarmados por el crecimiento del abigeato y otros delitos en la zona.
La policía contruyó entonces el destacamento que abandonó pocos años después, y que volvió a “funcionar” luego de que los militares asaltaron el poder.
La hermana del académico desaparecido recorrió las ruinas donde González pudo haber encontrado la muerte, sobre el elástico metálico de una camita que se encontraba en una de las dos habitaciones de la “casita de los mártires”, mientras era brutalmente sometido a una sesión de picana eléctrica, según el testimonio de por lo menos dos de los numerosos testigos que ya declararon en la causa desde que se inició, a mediados del año pasado.

El “submarino” en el pozo
“En este pozo colgaban  a los detenidos de los pies y los torturaban  con la técnica del submarino”, comenta Amelia González,  señalando un  aljibe derruido que todavía hoy  es una trampa mortal,  escondido entre la vegetación.
Graciela Franzen, actual delegada local del Instituto Nacional contra la Discriminación y la Xenofobia (Inadi), y el periodista Julio Capli, son  otros de los ex presos políticos que, junto al docente Héctor Montejano, reconocieron  ayer para la Justicia Federal  el lugar como el primer  sitio adonde fueron conducidos luego de ser  secuestrados clandestinamente por los grupos de tareas parapoliciales y militares que operaban en la época.
Franzen  había señalado ya durante el juicio, que ese fue el primer  sitio donde fue torturada luego de que la "chuparan" del centro posadeño un grupo de hombres armados. "Te vamos a dejar como para que no puedas tener ni un hijo", dijo la actual delegada del Inadi -en aquellos años joven estudiante universitaria- que le decían sus verdugos.

El primer CCD
“Este es el primer centro clandestino de detención del que se tiene documentación fehaciente”, sostiene Yolanda Urquiza,  parte del equipo del Departamento de Historia, de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Unam, que viene acompañando la investigación sobre la suerte del profesor universitario, y a la vez realizando un relevamiento histórico documental sobre esos trágicos años de la historia reciente argentina.
La Unam podría tener incluso mayor protagonismo en las diligencias procesales futuras que podría disponer el juez Chávez. Ayer, se especulaba que el magistrado podría pedir la intervención del área de Arqueología de la Universidad para hacer un relevamiento más minucioso de la zona donde está ubicada la “casita de los mártires”. Inclusive, hasta podría disponer  que a la tarea se sume un equipo de antropólogos forenses, ante la posibilidad de que en  el lugar pudiera haber tumbas NN.
La versión de que la zona está habitada por una especie de lagartos overos,  que solo ponen huevos donde encuentran osamenta, alimentó ayer entre los presentes la hipótesis de las sepulturas clandestinas.


En la búsqueda de la verdad
El Juicio por la Verdad que investiga la suerte del ingeniero químico y docente de la Unam, Alfredo González, secuestrado en marzo de 1978 de su domicilio, se abrió a mediados de 2004, en la Cámara Federal de Apelaciones de Posadas.
Las diferentes rondas de testigos aportaron valiosos datos sobre el secuestro del académico de su domicilio y su paso por el centro clandestino de detención ubicado ayer, y a la vez aportaron desgarradores testimonios de la forma que operaban las distintas fuerzas de seguridad y militares destacadas en la provincia al servicio del terrorismo de estado.
Dos de los testigos afirmaron que González fue torturado hasta morir en la “casita de los mártires”. El correntino Mario Alfredo Marturet, integrante de la Comisión de Derechos Humanos de su provincia, y compañero de militancia del ingeniero desaparecido en la Democracia Cristiana, y Miguel Holowaty, un ex detenido que pudo reconocer a González cuando pasó por el lugar ubicado ayer.
Marturet había señalado al tribunal presidido por el juez Chávez que la noticia de la muerte de su amigo mientras era torturado se lo contó el diputado Víctor Marchesini, a quien se lo había revelado el entonces obispo de Posadas, monseñor Jorge Kemerer. El religioso habría obtenido esta información de un oficial que participó en el grupo de tareas que le infligió las torturas al ingeniero desaparecido.