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La diseñadora que muestra los paisajes misioneros al mundo

martes 26 de marzo de 2019 | 7:00hs.
Inspirada en lo autóctono de la Tierra Colorada, Macarena Bordón se radicó en España y diseña prendas. La joven de Aristóbulo del Valle confió: “La selva me llama”
El ser humano es diseñador por naturaleza, si entendemos por diseño la acción transformadora de elementos brindados por ella, buscando resolución de necesidades específicas. Nuestros prehistóricos antecesores, tallando una rama de árbol contra piedras más o menos afiladas, sacando punta, o descubriendo la utilidad del atado con fibras vegetales una piedra a una horqueta. Está ejerciendo acción de diseño: conformando el hábitat en función de sus carencias y extrayendo del entorno elementos necesarios para fabricar utensilios que le ayudaron a enfrentar el mundo hostil que lo contenía. Los mismos guaraníes de nuestra región siguen dando ejemplos.

Con el transcurso del tiempo y logros de la civilización, la mujer y el hombre evolucionaron gratamente. Siglos de saltos y pruebas se sucedieron hasta el presente. Saltos cualitativos y cuantitativos que se explican y se observan, por ejemplo, en los preciosos trabajos de Macarena Bordón (28), joven aristobuleña recibida en la UBA como diseñadora de modas, en su tesis que llamó Montera, donde el güembé fue su principal elemento.

Atravesó el Atlántico y se formó como diseñadora en indumentaria, graduada en el Instituto Europeo de Diseño de Madrid en 2016. Tras cartón hizo el Máster en Diseño Textil y de Superficies. Por su mejor promedio y Mención de Honor, ganó una beca del Museo de Thyssen Bornemiza también en la capital española; una de las más destacadas instituciones europeas en el rubro.

“Con esos trayectos incursioné en otros terrenos. Inicialmente mi interés estuvo centrado en estampados y textiles; me especialicé en diseño textil y de superficies, papelería, cerámica, cuero, tutoría en procesos, diseño gráfico”, contó. En ese museo, Macarena además de estudiar, investigó, trabajó en el Departamento de Diseño, Tienda y Merchandising. Produjo Superficies lisas, llaveros, abanicos, pañuelos y cientos más de la serie.

La misionera comenzó a exhibir su razón, curiosidad, inventiva, imaginación, habilidades, destrezas en productos que generaban admiración y aceptación. Su siguiente paso logrado por contrato con la empresa RAS le permitió potenciar su pasión: diseño textil inspirado en obras de Leonardo Da Vinci. Ideó así nuevos colores, formas en bijouterie, camisetas, pañuelos que volaron por toda España y también Francia, Alemania, con mucha aceptación.

Terminado ese “contrato de prueba”, Macarena fue animándose sola o con colegas a caminar nuevamente en el rubro textil, insistiendo también en los procesos con metales y accesorios.

Vigoroso panorama misionero
Tras recorrer el exterior, volvió a España, “porque hice amistades, no me alejé de la danza -el flamenco que ya había practicado acá en Misiones- eso va muy emparentado con los colores. Sigo vinculada a todo lo de nuestro: los colores, la fauna y flora de nuestro paraíso, el tiempo, cuentos, leyendas, canciones, la música. Yo hago escapadas una o dos veces al año a ver a mi familia y a mi tierra misionera. Mientras tanto voy armando mi nueva colección Estampación, con una marca propia que titulé Bordo-Estudio”.

La muchacha alta, delgada, elegante, sin perder su porte artística (no hace pasarela, le gusta observar cómo otras chicas del oficio muestran sus producciones) pone en valor cada paisaje de su tierra colorada: “El patio de mi abuela, el salto Piedras Blancas, los muchos paisajes del valle del Cuñá Pirú, Salto Encantado, las sierras centrales, Iguazú, todo me apasiona”.

En una gran mesa de su casa, Macarena despliega telas finas pintadas, teñidas, impresas. Conteniendo el vigoroso panorama que maravilla a cualquier curioso, exhibición de visualidad mitológica. Paisajes raros, simples, elementales. De rigor vegetal, de plasticidad y consistencia geológica. Es la gran pintora que matiza confines en tonalidades, resplandores espectrales y fantásticos. Sombras verdinegras, azuladas, lomadas con reverberaciones. El rojo, en litoral lacustre. Hojas de güembé, tucanes, mariposas, ysypós, helechos, picos de loro, crestas de gallo, un escenario dramáticamente misionero que nuestra joven comprovinciana -donde esté y se coloque- sabe plasmar con sutil intuición.

Arte al aire libre
Macarena se enchamigó con numerosos colegas no sólo hispanos; también suramericanos, asiáticos, africanos; el mundo entero revolucionado allí por la magia del arte. La inteligencia subterránea los obligó a inventar espacios propios para exponer y vender en esquinas o lugares claves de Madrid, bautizados Mercadillo, sus diseños de autor. Los entendidos del arte, turistas y la gente común valora y “paga lo que cada producto vale”. Eso les permite “tener un trabajo fijo, sin perder creatividad con calidad; armar a la par tu marca. Nunca parar, sin descuidar tu proyecto. Incorporar especies bondadosas para este trabajo como la semi-seda, el poliéster, y otros. Pero a mí particularmente me atraen los tejidos naturales aunque sean más difíciles de trabajar”.

No se separa del mate amargo “por nada del mundo” y sostiene que: “El diseño argentino es muy superior a los demás del continente, eso me hace orgullosa de mi país y de mi universidad. Con todo lo que vi y aprendí, no alcanza. El mundo evoluciona y exige cambios minuto a minuto, hay que seguir investigando, rebuscando, innovando, la importancia de amanecer cada día con algo nuevo y diferente. Proyectando, capacitándose, animándose. Acá no se valora tanto el diseño, pero sí hay mucha inventiva. En el mundo es un código en ascenso”.

Una ciudadana aristobuleña a escala planetaria, invita a mezquinar, preservar y recuperar el patrimonio natural misionero. Ahora que la tecnología avanza tan veloz, está aún supeditada al dominio del hombre/mujer en el proceso productivo, a su control, con las limitaciones que implican. Por suerte, en el caso de la aristobuleña ambos elementos coexisten en el mundo.

“La selva, la tierra me llaman enormemente, sueño llevar todo eso a mostrar al mundo allá. Somos los misioneros muy afortunados de vivir en un paisaje de tantos valores, los sonidos de nuestra naturaleza, el habla de mi gente, los frutos del monte y de las chacras, nuestros platos típicos, me hacen sentir orgullosa”, rescató y agregó: “Al volver llevo almidón, yerba mate, soy una embajadora de lo visible y de lo interior de mis comprovincianos”.

Devenida cosmopolitana madrileña resuelve el eje de su mundo, el centro de su universo, en una hoja de güembé, un yaguareté deslizado en el barranco. En torno gira el sol guaraní, se mueve el universo misionero.
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