Emanuel y su lucha por sobrevivir y dedicarse a lo que más le gusta

domingo 03 de noviembre de 2019 | 5:00hs.
Emanuel y su lucha por sobrevivir  y dedicarse a lo que más le gusta
Emanuel y su lucha por sobrevivir y dedicarse a lo que más le gusta
Emanuel Figueredo es un ejemplo de superación. Desde el momento de su nacimiento peleó la batalla para sobrevivir y salir adelante pese a las adversidades y a las dificultades. 
Nació el 3 de enero de 1994 en Puerto Iguazú. Cuando su madre cursaba el sexto mes de gestación sufrió un pico de presión que provocó el nacimiento prematuro de Emanuel. En ese momento los médicos no le dieron esperanzas a Cristina Benítez, ya que su hijo sufrió un derrame cerebral y el hecho de ser varón reduce la posibilidad de supervivencia, dijeron.
No obstante, el pequeño bebé soportó y a los tres meses fue dado de alta, con un pronóstico negativo de los médicos debido al derrame cerebral. “Le dijeron a mi mamá que no sabían cuál era el daño neurológico que podía tener. Con el pasar de los meses y después de practicar una serie de exámenes, determinaron que no habían quedado secuelas”, relató Figueredo, que hoy tiene 25 años.
Después de la buena noticia, la familia volvió a su rutina habitual, pero al notar que con un año de vida no caminaba, se alarmaron y nuevamente consultaron a los doctores. Fue allí que descubrieron que padece distrofia muscular y por tal motivo no podía soportar el peso de su cuerpo y mantenerse en pie.
Nuevamente comenzaron con los tratamientos y estimulaciones para tratar de corregir el problema. “Yo no podía sostenerme parado, pero sí andaba en bicicleta, una vez recuerdo que andaba en bicicleta y me caí, un turista quiso auxiliarme y me puso de pie y volví a caer. Mis padres me subían a la bicicleta y cuando quería bajar, ellos me ayudaban, el turista no entendía nada”, relató
La madre de Emanuel nunca se rindió, se negó a ponerlo en una silla de ruedas, lo llevaba a la escuela en sus brazos y se quedaba allí durante todo el turno a disposición de su hijo para que lo que necesitara. “Yo jamás supe lo que es sentarse en una silla de ruedas, mi mamá me cargó hasta los 9 años. Cuando una vez me animé a caminar en un pasillo angosto de mi casa, me sostuve por las paredes y empecé, me caí miles de veces, pero mediante eso hoy camino, no como una persona normal pero me defiendo”.
Los médicos del Hospital Garrahan lo sometieron a una cirugía en la columna donde le colocaron cartílagos que ayudaron a mejorar su postura, mejorando su calidad de vida. Después del tratamiento y con tan solo 12 años, comenzó a desempeñarse en una radio. “Empecé a trabajar como operador de radio por curioso, estaba escuchando un programa de radio y envié un mensaje al conductor y le dije ‘quiero conocer la magia de la radio’. Días después me fui a la emisora y hablé con uno de los dueños, que me dio dos semanas para aprender y me quedé. Cubría los horarios que los demás no querían; después, también por curioso, aprendí a editar videos y empecé a trabajar en el canal de televisión de la empresa”.
Emanuel quería estudiar cine en Rosario, Santa Fe, pero no pudo; entonces decidió cursar la carrera de Medios Audiovisuales y Fotografía en la Facultad de Artes y Diseño de la Universidad Nacional de Misiones (Unam) en Oberá. 
Desafortunadamente no pudo obtener el título por el fallecimiento de su madre, que era su pilar. “No me recibí, me quedaron tres materias pero me capacité en lo que hago. Hoy trabajo como editor para un canal local, pero cuando volví tuve varias entrevistas. La mayoría de las personas que me entrevistaron me trataron en forma educada pero con mucha desconfianza, como si pensaran que no podría realizar la tarea o cumplir con mi trabajo tal como ellos necesitan”, explic

Figueredo
Fueron muchas las barreras por las que pasó, pero logró participar en los juegos Evita en Mar del Plata en la disciplina carrera de 100 metros y lanzamiento de bala. Además pudo ser parte de la fiesta de educación física de la escuela donde cursó la secundaria, realizando el salto al cajón, cosa impensable para su profesor.
Desde 2013 maneja un vehículo sin adaptar y nunca logró obtener una pensión por discapacidad. “No obstante, gracias a Dios no me hace falta, puedo mantenerme solo porque tengo trabajo”, remató.
La distrofia muscular que padece Emanuel se puede corregir con cirugía, pero se negó a ella a los 16 años. Hoy en día se arrepiente porque podría tener una mejor calidad de vida, es así que ahora está evaluando esa posibilidad de corregir sus tendones. 

“Quiero trabajar y tratarme la tartamudez

Martín Romero tiene tartamudez severa y le cuesta comunicarse.
Martín Romero (20) es un joven de Candelaria con sueños y proyectos como todo chico. Pero siente que su vida está paralizada por un problema que tiene desde que comenzó a hablar, indicó.
La angustia se nota en el rostro cuando, con mucha dificultad, logra expresar a medias lo que desea para su futuro.
“Siento que la sociedad sólo está hecha para quienes no tienen dificultades, eso duele, a mí me cuesta mucho expresarme, me cuesta demasiado intentar atravesar esa gruesa pared que implica para mi la tartamudez severa que me termina truncando sueños y proyectos”, acotó.
“Me capacité, pero cuando trato de comunicarme para algún trabajo, todo queda en la nada”, sostiene el joven para quien conseguir un empleo se volvió un suplicio.
“Quisiera trabajar aunque sea de seguridad, ya que me siento capacitado físicamente porque me entreno, hago boxeo y artes marciales, pero cuando hay una posibilidad de un trabajo me descartan”, contó con tristeza.
“Eso me deprime, quiero y necesito un trabajo porque necesito cosas y no puedo tenerlas, la verdad que lo que más pido es trabajo y que algún profesional trate mi problema porque no lo puedo pagar”, confío.

Las marcas del bullying
El joven indicó además que tuvo una etapa muy dura y muy angustiante tanto en la escuela primaria como en la secundaria por el trato que recibió de sus compañeros por su problema en el habla.
“Fue duro, trataba de no hablar, porque cada vez que lo intentaba era objeto de burlas y desprecio, las personas no están educadas para tener paciencia y entender a quienes padecemos algún problema, es como que somos un objeto y no un ser humano con sentimientos”, comentó.
“Por eso pido de corazón a quienes tengan en su entorno a alguien con algún problema que por favor le tengan paciencia y comprensión, uno no es así porque quiere”, dijo quien se desahoga escribiendo poemas.
“Ya tengo 20 años y mis esperanzas se acortan por este problema que tengo, quiero trabajar, quiero tratarme esto, porque sé que de esa manera yo mismo me sentiré mejor anímicamente, porque así no me siento bien”, señaló.