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Ayudó a sus compañeros a pasar de año y lo premiaron

domingo 09 de diciembre de 2018 | 6:00hs.
José al culminar el ciclo lectivo.
José al culminar el ciclo lectivo.
En el pequeño territorio misionero que se puebla a pasos agigantados, quedan aún rincones cargados de ruralidad y silencios. Uno de ellos es paraje Maybau, cuña territorial de 25 de Mayo que se extiende desde Torta Quemada hasta orillas del Uruguay entre Alba Posse y Colonia Aurora.
Un punto que se atraviesa casi sin notar, pocas casitas, algunos templos, canchitas de fútbol, kioscos y entre ellos sobresale el edificio escolar de primaria que abriga también un aula satélite del BOP 40 de Santa Rita.
Allí, la changa juvenil se reparte entre ayudar en la siembra y cosecha de tabaco o la ganadería y muchos esperan que alguna vez se construya el edificio propio para el cual un generoso vecino donó el terreno a la Provincia. En ese limitado grupo estudiantil se encuentra José Lucas Márquez, de 23 años, nacido y criado en Colonia Saltito, donde hizo la primaria y abandonó la secundaria para trabajar en auxilio de sus padres.
En esas chacras ajenas creció y nunca abandonó el sueño de terminar su estudios secundarios para llegar a ser alguna vez un ciudadano ilustre, tal vez acariciando un título.
Se mudó a Maybau en lealtad a sus padres, que tienen siete hijos, uno es sordomudo. Devoró distancias y se instaló cerca del aula satélite para completar el bachillerato. Sencillo, simple, de acento portuñol fronterizo, el muchacho cursó allí de tercero a quinto año. El detalle que le dio marca fue colaborar en las obras de mantenimiento del edificio escolar, y sobre todo -dentro de sus limitaciones- ayudar a sus compañeros a despejar dificultades para superar las exigencias de Matemáticas e Informática.
Su afán de servicio lo llevó a recorrer casa por casa brindando apoyo estudiantil; recorrió kilómetros en moto, llegando hasta Colonia Aurora, pero su compañerismo, amor y simpleza fueron el motor para que los demás pudieran superar sus exámenes.
Por eso, este año, sus colegas y profesores lo premiaron por su militancia en el estudio y su moción sincera, incitando a otros a la superación y le confiaron ser abanderado del pabellón de Misiones. Dicha distinción, se asigna a los buenos compañeros, esos que -como Lucas- viven atareados y reparten en partes iguales lo aprendido.