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Una carta de Navidad

domingo 24 de diciembre de 2023 | 3:48hs.
Una carta de Navidad
Una carta de Navidad

 

Para mi querido abuelo Roberto:
Te escribo esta carta a mano. De poder te mandaría un e-mail, pero vos nunca fuiste de esas cosas. Mejor. El papel le da un toque más personal, más corporal en realidad. Es casi un saludo con las manos, estrechadas en un buen apretón. O como un abrazo a la distancia. Una distancia hecha de Tiempo. A las cartas, como las manos, uno las puede apretar, incluso ponerlas un ratito sobre el corazón. Las podemos abrazar, arroparlas con el alma y la memoria. Es una lástima que la gente casi no escriba cartas a mano, como las de antes.
¿Sabés que la idea me la dio la abuela Mirna? Le pregunté si ya se había instalado el Whatsapp en el celular. Le tuve que explicar unas diez veces qué es. Cuando me pareció que por fin entendió puso cara sería y me hizo un gesto de “no, no, no” con el dedo. “¿Y cómo se hicieron novios el abuelo y vos sin whatsapp?”. Obvio que era un chiste, pero ella se lo tomó en serio. “Cuando antes una quería decirle algo importante a alguien le mandábamos una carta”, me dijo. Y así fue que se me ocurrió. Ella me dijo lo del “apretón” y esas cosas.
Como esta noche no estuviste con nosotros en la cena, ni vas a estar mañana, paso a contarte un poquito lo que pasó. Me apuro, antes de que mami me obligue a apagar la luz para dormir, así que por ahí la letra me sale medio corrida. No importa la edad que uno tenga, si diez o cien, para ella después de las doce siempre es tarde. Y ya pasaron las doce. Oficialmente es Navidad, lo que hace que ésta no sea una carta cualquiera sino “Una carta de Navidad”.
Ah, casi me olvido: ¡Feliz Navidad, abuelo!


¿Sabés una cosa? Mami dijo hoy que “antes, en las Fiestas, éramos un familión”. Claro, todavía estaban los otros abuelos, los que no llegué a conocer, y algunos de los tíos que por “X” o por “Y” empezaron a pasar las Fiestas en otra parte y, por ende, recortaron el suministro familiar de primos y sobrinos. Pienso que sería lindo ser un “familión”, como era antes. (¿No?)
Mami estuvo como loca hoy, de acá para allá. El horno de la cocina no paró en todo el día. Asó un lechón entero, para comerlo frío a la noche con mandioca y una ensalada de papas bien cargada. (Livianito.) Me acuerdo que siempre decías que en Alemania cocinan con quince grados bajo cero lo que acá hacemos con cuarenta grados a la sombra. Eso sumado al costillar en la parrilla.
Porque “tradición es tradición”, dicen los grandes. Después están las comidas estrambóticas de la tía Elvira. Esta vez le puso pasas de uva a las empanadas.
(¿Podés creer?) Me comí una mirada asesina cando me sorprendió escarbando en el relleno para sacarlas antes de llevarme la empanada a la boca. “En Tucumán se comen así”, me dijo. No entendí la cuestión hasta que recordé el viaje al Noroeste que la tía Elvira había hecho hace poco. Era su forma de hacérnoslo notar. Eso y la blusa con la leyenda “I´LOVE TUCUMÁN”.


La tía Elvira vino temprano. Se supone que para ayudar a mami. Hablaron todo el tiro mientras preparaban las mesas y los postres. En realidad, la tía era la que hablaba. De que había ido a tal y cual lugar y lo caro que estaba viajar y de que no había plata que alcance y bla, bla, bla. ¿Cómo se puede hablar tanto? Debe ser como dice mami, que a la tía Elvira le falta un novio. Pero es buena.
Te cuento que estoy esperando un hermanito. Ya sé que vos seguro sabés lo del hermanito. Que sabés todo allá. Pero si uno espera un hermanito y escribe una carta no puede no poner en la carta que espera un hermanito. Ah, y confirmado lo de “hermanito”, aunque yo quería una hermanita. A mí nunca me hacen caso (chiste). Mejor sería una hermanita que un hermanito. Pero bueno, al menos voy a tener con quien jugar a la pelota así que está bien igual. Creo que papi y mami esperaron demasiado. Más que un hermano mayor voy a hacer un tío joven, pero bueno, más vale tarde que nunca. Mami tiene la panza como una sandía. Le debe de pesar como vaca en el regazo, lo que a ella no parece molestarle porque se mueve por la casa mucho más que antes. También come más que antes. Eso te digo a vos porque cuando papi le hace un chiste sobre eso mami se enoja. No mucho. No sé si en serio se enoja. Pero por las dudas…
El tío Claudio vino también. Llegó solo, con la moto. La tía Marta y los primos (el Juan y el Elvio, ya sabés) vinieron al rato, con el auto. La tía Marta y el tío Claudio no se hablaron en toda la noche. Si podían ni se miraban. El tío parecía estar en falta (como cuando de chico rompí la radio de un pelotazo y después mentí que la tiró el gato) y la tía Marta se mostraba resentida (tenía una cara que tiraba rayos). La tía Marta se fue temprano. Nos quejamos con los primos porque queríamos seguir jugando a la Play, pero no sirvió de nada.  Primero pensé que se había enojado porque el tío Claudio había venido con la
moto y no con ella, en el auto. Después entendí que el tío se había mandado una macana y la cosa venía por ese lado. El tío Claudio fue el último en irse. Caminaba a los tumbos, se llevaba las sillas por delante. Papi no lo dejó volverse con la moto y le pidió un remís. Los adultos hacen cosas de chicos a veces.


Y volviendo a la abuela… Hoy estuvo un poco más contenta que en los últimos meses. Desde que te fuiste no la había visto reírse, ni sonreír siquiera.
Pero cuando papi le hizo un chiste al tío Claudio sobre algo de dormir afuera ella se mató de risa. Después se puso seria, cuando mami comentó que antes eras vos el de los chistes, eso y que la fruta no cae lejos de la planta. Ahí no se rio. Cuando la abuela se iba le conté por lo bajo que te escribiría una carta, como las de antes, y me dio un abrazo fuerte. Me dijo que te dijera que no te fueras a ningún lado, que te iba a ver pronto, que no tendrías que esperar mucho.
No sabía qué contestarle, así que le dije que te lo iba a decir tal cual me lo dijo a mí. Y es lo que hago ahora. Así que ya sabés. Esperala. (Pero no la apures.)
Cuando termine la carta la voy a poner debajo de mi almohada. Sé que ahora, de alguna forma muy especial, la estás leyendo. También que después, mientras duerma, la vas a leer mejor. (Vos me dijiste una vez que lo importante se lee dos veces.) Si podés, contestame. Aunque sea en mis sueños nomás, contame qué hacés, cómo es estar allá, si festejan la Nochebuena, si el Tiempo va para adelante y si vamos a ser otra vez un familión, si voy a conocer a los otros abuelos allá y si me van a dejar jugar con los primos a la Play aunque se
haga muy tarde a la noche… También contame, por favor, si allá voy a poder sentir tus abrazos sin que haga falta, de por medio, una carta de Navidad.
Tu nieto que te quiere.

 

 

Germán Wilcoms

2° Premio del XI “Concurso Internacional de Cuentos Navideños” de la Fiesta Nacional de la Navidad del Litoral. El autor es de Leandro N. Alem, Misiones

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