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Juicio a una infidelidad

domingo 10 de diciembre de 2023 | 3:50hs.
Juicio a una infidelidad
Juicio a una infidelidad

La reunión conciliatoria fue convocada para las veinte horas. Estaban citados, por una de las partes, representantes de los distintos Conjuntos Numéricos y las poderosas Raíces de orden “n” junto a los Ejercicios Combinados. Los Problemas quisieron participar, pero fueron descartados por sus colegas por causar siempre eso: problemas.

Por la otra parte, encabezaba la comitiva el altivo Abecedario, acompañado de los Sustantivos Propios y los Relatos Cortos. Por allí se decía que también los Sujetos Tácitos estaban participando de incógnito.

Entre ambas facciones se había producido una profunda grieta por culpa de un profesor. Esta situación había llegado a niveles de mutua agresión que preocupaba a toda la comunidad educativa.

Todo había comenzado tiempo atrás cuando el profesor de matemática comenzó a escribir cuentos y relatos y eso no cayó bien en el sector numérico que comenzó a alzar la voz y a acusar al sector literario de haber convencido al docente para beneficio propio. Hay que saber que en las instituciones escolares hay una continua disputa por cuál es la materia más importante y en esas lides, sin desmerecer a las demás, matemática y lengua llevan las de ganar, a tal punto que existe una complicidad con quienes organizan el sistema educativo para favorecerlas con más horas de clases.

Pero esta vez los hechos habían llegado muy lejos, una serie de pintadas acusatorias habían aparecido en distintas paredes de la escuela y que fueron rápidamente contestadas por la otra facción. Ante ello un grupo de consejeros convocó a una reunión a los dos grupos con el fin de solucionar el problema. Representantes de la Psicología, la Ética y de las Ciencias de la Educación, que se mantenían neutrales en el conflicto, fueron los únicos aceptados por ambos bandos para oficiar de mediadores, ya que cada una de las otras materias fue tomando partido por uno u otro grupo generando un cisma educativo de grandes proporciones en esa escuela secundaria.

Entre las pintadas más notables aparecían desde el sector duro de los matemáticos: “No a la desaprobación por errores ortográficos”; “Matemática permite razonar y desenvolverse con éxito en un mundo cada vez más caótico”; “No es necesario que Lengua aparezca en los boletines y en los títulos”.

Mientras tanto los literatos contestaban: “Lo importante es escribir bien, para lo demás están las calculadoras”; “Si no entienden lo que leen, jamás podrán resolver un problema”; “El mundo necesita poesía para que termine la violencia”, y así las paredes se iban llenando de frases descalificadoras. El punto de inflexión se había dado cuando un gran cartel decía en letras grandes de color rojo: “Saquemos a las matemáticas de las escuelas”, expresión que despertó en los alumnos una eufórica adhesión que empezó a ser apoyada por sus congéneres de otros colegios.

Bajo un clima nervioso dio comienzo la reunión, cada uno de los presentes fue dando su opinión sobre el tema a medida que los mediadores le otorgaban la palabra. Luego de acalorados alegatos, el único punto en el que todos acordaron fue en el origen del problema: un profesor, que se extralimitó en sus funciones de dar clases de matemática y comenzó a escribir cuentos y relatos, confraternizando con algunos docentes literatos. Esto despertó celos entre los matemáticos que decían: “¿Qué tiene que ir a codearse con los lingüistas…no le bastan los problemas que tenemos aquí?” mientras los demás lingüistas decían: “Y éste… ¿qué tiene que hacer aquí, viene a meterse en nuestras cosas de la lengua, con qué objetivo?

Y nuevamente comenzaban las discusiones. En un momento la Psicología les planteó la moción de finalizar allí la reunión con un compromiso de no agresión entre las partes hasta una próxima asamblea, en la que si estaban de acuerdo, citarían al profesor causante del caos, lo escucharían y decidirían qué hacer. En unas palabras proponían un verdadero juicio interno que trajese paz a esa casa de estudios. “Creo que lo único que podemos esperar es que lo despidan”, dijo la Raíz Cúbica de los Números Negativos. “Por su culpa hasta los alumnos han comenzado a agredirnos”. Los lingüistas apoyaron diciendo “Que se vaya a escribir poemas a su casa”

En un clima de tensa calma llegó el día del “juicio”. El mismo se llevaría a cabo en el salón de usos múltiples de la institución. Fueron invitados algunos padres, representaciones de alumnos que ingresaron con pancartas a favor y en contra del profesor y además los delegados de cada materia. Se podía observar a la Probabilidad haciendo algunos augurios sobre la reunión y a las Oraciones Bimembres prestas a colaborar en la redacción de una eventual renuncia del profesor.

A la hora indicada y ante un silencio sepulcral, por la puerta principal y con un paso cansino, se hizo presente el profesor, quien avanzó hasta el lugar donde sería interpelado. Luego de leérsele los cargos en los que se le acusaba de promover un clima conflictivo que involucraba a toda la institución, la Psicología, que junto a la Ética y las Ciencias de la Educación completaban el tribunal acusador, le preguntó si era consiente de todo lo que había provocado y si estaba arrepentido de ello.

El profesor de matemática se puso de pie, miró detenidamente y en silencio al público, luego de un instante, caminó hasta el escritorio donde se encontraban sus ocasionales verdugos.  Introdujo una de sus manos dentro del gastado saco, lo que asustó profundamente a la Psicología que pensó lo peor y estuvo a punto de ponerse de pie y huir, pero simplemente el profesor extrajo un sobre amarillo que lo dejó sobre el escritorio, luego, con el mismo paso agobiado con que había ingresado y ante la mirada atónita de todos se dirigió a la salida sin decir una sola palabra. Los que estaban cerca de la puerta pudieron ver que el profesor llamaba un taxi y se iba de la escuela.

Desconcertadas, las materias moderadoras del tribunal no sabían que hacer. En un momento se escuchó a alguien de los presentes que preguntó a viva voz qué había en el sobre. Luego de acordar, decidieron abrirlo. Escrito con letras grandes y prolijas dentro del sobre había una hoja de papel que decía:

“Hoy triunfan el egoísmo y la envidia, como si fueran a existir solitariamente y ello fuera suficiente…hoy muere en este lugar el sentido común que permite a todos complementarnos… ¿Acaso la música no necesita de la poesía en sus letras y del ritmo de la matemática en sus acordes?  ¿Acaso la química y la física no necesitan cálculos matemáticos en sus investigaciones y de la lengua para los informes?... Todos somos importantes, más todos nos necesitamos y complementamos… mientras esto no entendamos, seguiremos creando grietas que solo existen en las mentes estrechas con las que hoy me rehúso a debatir. Por ello prefiero apartarme del camino. Ojalá que mi decisión, por ahora, les traiga la paz que tanto buscan”.

Un silencio sepulcral envolvió al auditorio…habían solucionado un problema a un gran costo y ahora, sin chivos expiatorios, no estaban seguros si la grieta se cerraría definitivamente.

 

José Pereyra

Inédito. Mención especial en el 8vo Certamen literario Nacional de Cuento y Poesía de 9 de Julio, provincia de Buenos Aires. Pereyra es docente jubilado y reside en Virasoro, Corrientes. Libros: Ramos Generales: Mboyeré y “Cuentos y relatos que dejan huellas”

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