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Monumento al abuelo fundador del pueblo

domingo 29 de octubre de 2023 | 3:52hs.
Monumento al abuelo fundador del pueblo
Monumento al abuelo fundador del pueblo

“La estatua se transformó en testigo de la vida cotidiana de mi familia”[1].

Siempre pensé que mi abuelo debería tener un monumento en algunas de las plazas del pueblo, ya que fue su fundador y un gran colaborador en la organización de las instituciones.

Primero se lo plantee a mi familia y luego a algunos amigos, todos apoyaron mi idea, aunque algunos afirmaban no acordarse de mi abuelo. Cuando se lo dije a don Reinaldo, que era el primer concejal por el partido mayoritario del pueblo, miró sorprendido y tras titubear afirmó:

-Ah, tu abuelo don Pedro, si, buen tipo, trabajador emprendedor, pero de un humor que más valía no contradecirlo. ¿Un monumento? Claro, en alguna de las plazas, yo lo planteo en el Concejo, pero vos tenés que armar el proyecto con la propuesta, los costos, poner quién los asume, donde ponerlo y porqué. Ah, y describí claramente qué ha hecho tu abuelo, porque la memoria del pueblo es frágil.

Me puse a trabajar, armé un proyecto que me llevo medio año realizarlo. Primero averiguar todos los datos del padre de mi madre. La familia, a la que pedí ayuda, se dividió, los que me acompañaron con datos, ideas y sugerencias, incluso algunos croquis y en qué plaza ubicarlo. La otra parte de, la denominaría la "detractora", son los que no estaban de acuerdo, por miedo a las burlas y a la exposición. Incluso un tío me planteo que las estatuas y los monumentos tan solo servían para que los borrachos y los perros los mearan, que los jóvenes los pintaran o que, a buenas y primeras, los echen abajo por vaya a saber qué cambios en los vientos políticos. Yo persistí, comencé a pergeñar ideas, a pensar en lugares y a desarrollar los croquis para que la estatua de mi abuelo vaya tomando forma. Lógicamente encontré un escultor que se animaba a hacerla, tallada en madera, yo tan solo debía proveer el grueso tronco de un ciprés, madera que tiene más durabilidad que otras especies de la zona. Claro debía conseguir quien lo cortara y lo transportara hasta el galpón de mi voluntarioso escultor, que se acordaba del abuelo ya que habían compartido trabajos, realizando esculturas para lapidas en el cementerio local. Estos costos los fui asumiendo, ya que nadie por ahora quería financiar un proyecto que todavía estaba en pañales.

Una vez escrito el proyecto, desarrollado el croquis de la escultura y habiendo encaminado la idea, con el escultor, volví a ver, carpeta en mano, con las respectivas fotocopias, pagadas por quien les habla, a ver a mi esperanza política. Me presente en la oficina de mi amigo el concejal don Reinaldo. Primero me miró sin entender, y después de aclararle, dos veces, que venía, carpeta en mano, a traerle el proyecto del que habíamos hablado, pareció entender.

-Ah, el monumento a Pedro, hubiéramos comenzado por ahí. —Ya no dijo “don Pedro”.

-Aquí le traje las carpetas con el proyecto.

-A ver... Muy interesante. ¿Te parece la plaza de los pioneros? Ya hay un monumento ahí, está el de la gente bajando del barco. Me parece que mejor ponerlo en el puerto o en la placita que está delante de la terminal de ómnibus.

-Claro... -Atine a intervenir dubitativamente.

-Dejamelo, yo te aviso de cómo avanzamos, quedate tranquilo que esto sale con fritas. Te lo dice tu amigo "El Concejal Don Reinaldo".

Al pasar seis meses de aquella entrevista y al no tener respuesta lo llamé.

-¿Proyecto? Ahhh...el de tu abuelo. Quedó en la mesa de entrada del Concejo, lo tenés que presentar vos para que lo ingresen. Pasa por ahí y la chica te dice cómo.

-¿Por la mesa de entrada del Concejo Deliberante?

-Ahá, habla ahí con Marisa, ella lo tiene...

-¿Y en el recinto, quién lo presenta y/o lo defiende?

-Naaa ahí vos tranquilo, yo me ocupo... ¿Qué te dije? "El Concejal" se ocupa. Vos anda y presentalo en la mesa de entrada que yo me ocupo.

-Gracias. -Apenas dije esta palabra el concejal cortó.

En eso me llama el escultor que ya había dejado en condiciones el troco, haciendo los preparativos para comenzar con el trabajo grueso de recortado.

-Pero mire patrón -dijo muy quedo- Esto ya es parte del trabajo propiamente dicho y ahí ya tenemos que hablar de honorarios porque vio, uno tiene que comer también.

-Vos dale, que yo te adelanto algo y apenas salga lo del Concejo, yo lo recupero.

-Bueno pase por el taller y tráigame algo, pero sabiendo que tiene el apoyo del Concejo vamos a tener que reconsiderar el precio…

Lo fui a ver esa misma tarde, miramos el tronco, me conto de sus ideas.

-Tendrá tres metros de alto y entre cuarenta y setenta de ancho pesará unos quinientos kilos. Le podemos hacer una base. Pero mire patrón, si usted tiene el aporte del Concejo y el apoyo de alguna empresa el precio es otro.

Ante la insistencia le entregué una seña para que me respetara el precio y me aseguró que en breve comenzaba a trabajar.

Pasé por el Concejo, ingresé la carpeta, a la chica, Marisa rezaba el cartel de plástico que colgaba de su cuello, le parecía raro que Raimundo hiciera dejar la carpeta y le pidiera al emprendedor que trajera el proyecto, ya que por lo general lo llevan los mismos concejales.

-Pero bueno, hay cada uno...

La fecha de la sesión pasó y Reinaldo no me llamó. A la semana lo llamo.

-Hermano, ¿Cómo estás? El proyecto de tu abuelo... no, no lo pudimos tratar, queda para el año que viene. -Dijo apenas escuchó mi nombre.

La desazón fue mayúscula. La estatua estaba siendo esculpida y no tenía ni destino, ni financiación.

-Reinaldo ¿Es cierto eso? ¿Recién el año que viene?

-Sí, hermano, todos hicimos esfuerzos para sacarlo, pero fue imposible. La discusión por el aumento de los honorarios de los concejales, de los empleados del municipio y las próximas elecciones nos llevó toda la sesión. También estaba el brindis de fin de año y los programas de navidad en la municipalidad, vos sabes que todo esto lleva mucho tiempo.

Ya estaba por abandonar la idea, pero después de tanto ir y venir, y nunca fui de los que se entregan fácilmente, decidí ir a ver al director de obras públicas. Lo conocía, porque fuimos juntos a la escuela primaria. Me acordaba que se llama José Luis pero no el apellido. Cuando llegué estaba discutiendo con uno de los empleados por un trabajo en una de las plazas. Esperé y tuve que escucharlo un rato largo. Cuando terminó me presenté... Me reconoció enseguida.

-Te acordas del Daniel, que loco que era, bueno parece que es el primero de todos nosotros que partió. Me enteré ayer, se pegó un palo. Vivía en Buenos Aires. ¿Che qué te trae por acá? -Arrancó dejando en claro que él era la voz cantante.

-Mira, tengo el proyecto de hacerle un monumento a mi abuelo, viste que fue fundador del pueblo y de varias instituciones. La idea es en la plaza de los pioneros. O dónde sea...

-Sí, algo me dijo Reinaldo. Podemos ir pensando en algo. No sé qué dice el Concejo, pero lo deberían aprobar ellos primero. Yo me atengo a lo que ellos deciden. Pero contá conmigo una vez que eso sale...

-Dale si podes hablar con quien sea, que apoyen la cuestión...

-Sí, vos tranquilo nomás, que esto sale seguro. Me voy a seguir peleando con los trabajadores... Nada hacen, ¡Dios mío!

-Nos vemos... -Atiné a decirle antes que me dejara solo en la oficina.

Salí caminando hacia casa. Los días iban pasando y no tuve noticias. El año se terminó, como siempre, mucho más rápido de lo que esperamos. Comenzó un año nuevo y con ello la renovada esperanza de que algo se podía hacer.

El escultor siguió trabajando, tuve que darle algo más de dinero, "para pasar las fiestas vio".  Larga fue la discusión en relación a los detalles de la escultura. -Que sin, o con gorra y la pregunta de qué herramienta llevaría sobre sus hombros. Había tres sugerencias, una azada al hombro, una pala en la mano o con un martillo y frente a él una piedra, simbolizando la base de todas sus obras fundadas y creadas-. Esta idea es la que prendió ya que la combinación entre madera esculpida y la piedra quedaría muy bien.

Enero se hizo marzo y este mes se transformó en julio y como quien no quiere la cosa el monumento estaba listo, pero de Reinaldo y del Concejo ni  noticias. El Escultor esperaba que en breve retirara mi trabajo y le pagara las cuentas. Lo fui a ver, ahí estaba mi abuelo, recubierto con un barniz brillante. La piedra delante suyo y en sus manos el martillo. La gorra de trabajo, botas, una corta barba y la mirada puesta en el horizonte. Me impresionó, era alta, imponente, generaba seguridad y transmitía mucho idealismo. Su figura, su historia y sus anécdotas vinieron a mi mente. Me emocioné al ver ahí parado al abuelo.

-Se lo va tener que llevar patrón.

-Pero no se definió el lugar todavía...

-A “pero”, “doble pero”, yo necesito el lugar...

-Bueno, déjeme ver.

-Lo espero hasta el viernes, tengo que comenzar otro trabajo.

Con la ayuda de un primo y su camión, lo busqué. Desde ese día el abuelo nos mira desde el patio con sus ojos altaneros e idealistas, marcándonos errores y algún acierto de vez en cuando. Los chicos lo incorporaron a sus juegos. Varias veces lo fui a ver al Reinaldo, también a mi compañero de la escuela primaria, pero siempre el tema se iba a tratar en alguna otra sesión.

La mitad de mis parientes viene para admirar al abuelo, pero la otra para burlarse, aunque nunca lo hacen abiertamente, solapadamente me hacen comentarios o preguntas por el lugar en que lo voy a emplazar definitivamente.

 

(1) Alejandra Kamiya. La Estatua y el Mar. pág. 105 en el libro: La Paciencia del Agua sobre cada piedra. Eterna Cadencia Editora 2023.

 

Waldemar Oscar von Hof

El autor es pastor y escritor de Montecarlo. Editó varios libros, entre ellos: “Siesta en el río de los pájaros” y “De letra chica y Anotaciones al margen”. Vive actualmente en Córdoba donde sigue escribiendo y ejerciendo su profesión



 

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