La señorita Ducraux

Desde hace más de veinte años se planteó escribir todos los viernes un cuento.

Con este noble propósito se sienta, puntualmente a las cinco de la tarde, sobre la misma silla junto al pequeño escritorio, cualquiera sea la época del año.

No la amedrentan los rigores de fríos intensos ni calores agobiantes.

Sabe que durante tres horas, cada viernes, tiene un compromiso impostergable con la escritura, no existe nada más.

Empieza garabateando, continúa esbozando, se incomoda con errores varios, corrige, se frustra, sonríe y alumbra, por fin, el cuento tan deseado.

Nunca nadie leyó siquiera una página de su autoría, lo sé.

También sé que lo que escribe los viernes sucede misteriosa e inevitablemente cada fin de semana.

El robo sangriento a la familia Pedernera.

La frustrada fiesta de casamiento de Carolina.

La huída inexplicable de la mascota de Abel.

El día y hora en que exactamente se despidió su madre.

Su propio accidente con el auto, que afeó mucho más que su rostro, contaminando su alma.

Me pregunto si está dotada de poderes sobrenaturales. Sospecho que sí.

Es extraño, teniendo en cuenta su pasión por la literatura, que no haya dado a conocer un solo texto.

Me consta de modo indubitado.

Permítanme presentarme.

Soy la señorita Ducraux, mucho gusto.

Marta Stella de Gasparini

La autora es docente y abogada. Este texto se halla en su libro “Cuento con vos. Recargado”.

Ilustración: “Mujer escribiendo en una mesa” pintura de Thomas Pollock Anshutz, pintor y profesor estadounidense. Conocido por sus retratos y escenas de género.