Un extranjero en tierras argentinas

domingo 11 de agosto de 2019 | 6:00hs.
La amistad de Albert Camus con Victoria Ocampo lo trajo a estas tierras a dictar conferencias, lo que no pudo hacer debido a la censura. Su estadía fue corta pero intensa
La amistad de Albert Camus con Victoria Ocampo lo trajo a estas tierras a dictar conferencias, lo que no pudo hacer debido a la censura. Su estadía fue corta pero intensa
Federico García

Por Federico Garcíasociedad@elterritorio.com.ar

Albert Camus fue uno de esos escritores de vidas fugaces pero intensas. Murió a los 46 años en 1960, truncando así una prometedora carrera en el medio literario, aunque sin embargo dejó al menos dos obras de trascendencia ecuménica, ‘El extranjero’ (1942) y ‘La peste’ (1947).
Entre las anécdotas y aventuras de su corta vida se encuentra su visita a la Argentina en agosto de 1949, viaje del que se cumplen mañana 70 años. Lo que hizo en aquel paso breve de dos días es poco, aunque interesante. Se alojó en una habitación de la casa de Victoria Ocampo en San Isidro, Buenos Aires, de la que salió solamente para cenar con ella y pasear, aunque en verdad había llegado para dictar conferencias.
“Hay paz, provisional, en esta casa”, anotó Camus en su diario de viaje. Quizás por eso no salió demasiado. El primer peronismo estaba surgiendo. El escritor argelino-francés había arribado en el marco de una gira por Sudamérica para dar charlas, pero cuando anunció que el tema sería “la libertad de expresión”, le dijeron que debía pasar por el filtro de la censura, motivo por el cual Camus se negó a dar la conferencia y rechazó las invitaciones oficiales.
Para ese entonces, su libro ‘La peste’ tenía poco tiempo de publicado y no fue dificultoso que los lectores lo interpretaran en clave política. El manuscrito de esa obra, 70 años después, será expuesto próximamente en la Biblioteca Nacional.

La amistad
“Tengo ganas de dormir hasta el fin del mundo”, escribe por esos días desde la habitación de la casa de Victoria. Su amistad empezó antes de verse cara a cara. En los números de la revista Sur de marzo y abril de 1946, Ocampo había traducido y publicado la pieza de teatro ‘Calígula’ (1944).
Como explica Eduardo Paz Leston en el prólogo a la correspondencia entre Ocampo y Camus publicada recientemente, para ella ‘Calígula’ era una “alegoría de la dictadura” peronista.
Ese mismo año, los dos coincidieron en Nueva York y Ocampo vio que Camus daba una conferencia. Terminada la charla, se presentó, de una manera brusca, pero inequívoca: “Soy su traductora. Sur. Buenos Aires. ‘Calígula’”, según Victoria cuenta en la sexta serie de sus ‘Testimonios’. “Vimos Nueva York juntos”, refiere. Por ese entonces, los planes del viaje a Buenos Aires habían empezado.
Para Alexandre Alajbegovic -albacea y asistente personal de Catherine Camus, hija del escritor-, la estadía en 1949 de Albert Camus en Buenos Aires puede parecer anecdótica por su duración y por los pocos comentarios que él mismo hizo en sus diarios.
“Sin embargo, me parece decisiva en dos niveles. El primero, consolidó su amistad con Victoria Ocampo, una amistad muy fuerte que había nacido tres años antes en Nueva York, pero que cumplió un papel esencial en la difusión de la obra de Camus en lengua española mientras estaba censurado en la España de Franco. El otro punto decisivo de ese viaje es la reacción de Camus ante la prohibición de su obra ‘El malentendido’ a manos de la censura peronista y su rechazo a cualquier aparición pública. La embajada de Francia intentó que cambiara de opinión y modificara el título de la conferencia, pero él no quiso. La libertad de expresión era innegociable”.
En cuanto a ‘La peste’, Alajbegovic, quien estará la semana que viene de visita en Buenos Aires, cree que “más de 70 años después de su publicación, la cuestión de la responsabilidad de los individuos dentro de la comunidad sigue siendo central en nuestro mundo globalizado”. Tal vez por ello Victoria le había escrito a Camus en una carta fechada en 1953: “La peste siempre tiene éxito”.
En una coincidencia que cierra el círculo de la amistad, Ocampo recibió la noticia de la muerte de su amigo, en 1960, también de viaje en Nueva York. En noviembre del año que se conocieron, pero en París, Camus le regaló a Victoria un ejemplar de ‘El extranjero’ (L’Étranger) con esta dedicatoria: “Este libro que nada explica, con la amistad que todo lo arregla: la del corazón”. Y agregó: “1. L’Étranger; 2. Nueva York; 3. París; 4. Buenos Aires, agosto de 1949; 5. ¿?”.
Al mencionar mucho después esa dedicatoria, Ocampo se detiene en ese punto de interrogación solitario. “Una pregunta: ¿dónde? ¿Y es posible que exista un absurdo tan perfecto como el que no haya un dónde?”
Esa pregunta nos excede. La correspondencia nos confiere apenas indicios del pasado. Le decía Camus: “¿Vendrá pronto a Europa? Espero que sí, como también espero que iniciemos al menos una correspondencia más seguida. Nosotros somos solamente unos pocos y nos desperdigamos por el mundo. ¡Reunámonos, reunámonos!”.