Un abrazo, el último gesto cálido del sanguinario femicida de Liliana Toth

lunes 20 de agosto de 2018 | 6:00hs.
Un abrazo, el último gesto cálido del sanguinario femicida de Liliana Toth
Un abrazo, el último gesto cálido del sanguinario femicida de Liliana Toth
Cristian Valdez

Por Cristian Valdez fojacero@elterritorio.com.ar


Un pueblo tranquilo como Gobernador Roca, apareció nuevamente en las páginas policiales por el femicidio de Laura Liliana Toth (52), cometido en la vereda de la casa de su mamá, donde vivía, en el barrio 25 Viviendas.

Sus allegados, la mayoría habitantes del mismo complejo, no salen del estupor. Por un lado, porque creen que el ataque se pudo haber evitado si los alertas eran captados a tiempo, y por otro, porque el sindicado asesino, Teodoro Lukasiewicz (64), anda suelto en condición de prófugo.

Es el concubino de la mujer, con quien llegó a convivir alrededor de 30 años y tuvo cuatro hijos. Se escapó ni bien la mató, a sangre fría, por lo que se supone que hasta anoche seguía en la espesura del monte que conoce a la perfección.

La familia Toth, en tanto, sumida en la angustia que genera la situación, esperaba -ayer al mediodía, en la casa donde fue asesinada- que llegue el cuerpo para poder despedirla.

En ese contexto doloroso, la más contenida era la mamá de Liliana, de 86 años. Fue la última en recibir un gesto cálido del impredecible asesino. Segundos antes de arrebatarle la vida a su hija, la abrazó fuerte y sentenció: “Yo te quiero mucho, te mezquino abuela”. Le dio un beso.

Cuando la soltó, caminó en silencio hacia la calle, rodeó un auto que estaba estacionado y de atrás lanzó la estocada con un cuchillo de dimensiones similares a un machete. La víctima no lo esperaba, por lo que no pudo ni siquiera defenderse.

La anciana, a quien el acusado abrazó, vio a su hija desangrarse. El sujeto se aferró al arma y corrió aprovechando el desconcierto. 

Frente a la familia
Esa secuencia fue descripta por una de las hermanas de Liliana. El detonante, de acuerdo a su relato y el de varios familiares que tuvieron que ser testigos directos del crimen, fue un reclamo que hizo. El primero -dicen- en muchos años de matrimonio y sufrimiento, a causa de constantes malos tratos.
Describieron que el sábado a la mañana estaban en la casa, junto a varios hermanos y sobrinos, por eso la víctima se animó a confirmar lo que segundos antes él había negado. “Sí, es cierto, casi me ahorcaste” dijo, desenfundando la ira del atacante. Entendieron por qué ese día el hombre manifestó sus intenciones de irse a vivir a la chacra en Roca Chica, con ella.

“Planteó que se iban a ir porque estaba cansado de que hablen de que él era un maltratador, que la golpeaba. Nos llamó la atención porque estaban cómodos en la casa de mamá, donde vinieron para estar con ella. La cuidaban, le daban los medicamentos”, contó una hermana. Lo cierto es que “cuando salió el tema, una de mis cuñadas dijo ‘pero vos le agarraste del cuello a ella’ a lo que él negó, y Lili, desde la cocina, confirmó. ‘Es cierto’ dijo. Nos sorprendió. Esa fue la primera vez que lo acusó de violencia, así, abiertamente. Con eso él cambió la cara. Se alteró”.

Inmediatamente sobrevino la tragedia. “Salió con el cuchillo, tranquilo, le abrazó a mamá y nadie sospechó lo que tenía en mente. La apuñaló por la espalda y corrió. Como pude le seguí, con unas piedras que junté del camino, pero se perdió en el monte”, recordó.

Pidió a las autoridades que lo encuentren rápido, si es que anda por los montes de la zona, para que “pague con la cárcel por lo que hizo. Mi hermana no se merecía este final. Era una mujer buena, una hermana excelente para nosotros”. 

Silencioso pedido de ayuda
“Nosotros sospechábamos que eso pasaba, pero ella nunca lo denunció. En las últimas dos semanas no la dejaba salir sola ni a comprar pan a la despensa siquiera”, detalló la mujer, asegurando que evidentemente la víctima “le tenía mucho miedo pero hacia afuera no lo demostraba, porque la tenía amenazada. Uno se pone a pensar y sin decirlo directamente, muchas veces con comentarios daba a entender que estaba en peligro. Se pudo haber evitado”.

En esa línea recordó que “cuando le hablábamos ella decía que él se iba a desquitar con alguien, por eso nunca denunció en la Policía. Imaginate que el viernes fueron a buscar estudios médicos caminando, de la mano, como pareja feliz, y me desconcertó porque una semana antes, ella  me dijo que ‘hay días que quiero salir a la ruta y tirarme debajo de un auto’, le pedí que no piense de esa forma, y respondió ‘es que estoy cansada, seguro así voy a terminar’. Era un silencioso pedido de ayuda. Un alerta”.

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