Títeres por la paz

“La guerra nunca es buena”, repitieron los niños al unísono cuando acabada la obra se les preguntó qué enseñanza les había dejado. Algunas de ellas fueron Macarena (7), Nahiara (7), Valentina (10) y Milagros (8), que llegaron al Centro Cultural Vicente Cidade desde los barrios Nosiglia, Evita, Prosol 2 e Independencia para disfrutar del 15° Festival Internacional de Títeres Kruvikas que se desarrolla en la capital provincial hasta este domingo.
Es así que en el gris mediodía misionero la obra que cautivó a los chicos y a sus padres fue Manu el guerrero y su caballo poeta, que llevaron adelante los titiriteros Natividad y Gustavo Garabito, del grupo de teatro Absenta de Buenos Aires.
Es así que esta pareja trabajó la obra sobre un poema de Luis Pescetti llamado Caballo y héroe, que trasladó a su público por las aventuras de Manu, un niño que soñaba con ser héroe, y su fiel amigo el caballo, por el contrario amante de las letras, el cuaderno y el lápiz.
La puesta invitaba a la risa pero también a reflexionar de manera lúdica y cuidada sobre el mal que representan los conflictos bélicos en la humanidad. Todo esto evocando un sueño de Manu que se va a la guerra para convertirse en el héroe que tanto quiere ser, hasta que lo dejan solo y herido. Al despertar, Manu entiende que hay muchas maneras de ayudar a los otros y ser valiente, algunas de ellas son siendo bombero, maestro o poeta, celebra el muñeco .
“Trabajamos con Educación para la paz de la Unesco, por eso vemos la manera de decir a los chicos ciertas cosas desde un lugar más poético”, comentó Natividad, actriz y directora desde hace catorce años junto a Gustavo, su marido.
Esta es la primera vez que el grupo Absenta visita Misiones y el Kruvikas. Tienen en Boedo un teatro al que llamaron El Trompo  y que se dedica exclusivamente al teatro de muñecos para chicos y adultos.
“El títere le va ganando terreno a los actores. El títere tiene esa capacidad de síntesis que un actor no puede lograr. Son maravillosos, son impunes, nadie se puede enojar con un títere”, sostuvo la titiritera.
Por su parte, Gustavo, encargado de construir los muñecos y la escenografía, comparó al público infantil con el adulto a la hora de ver una obra: “A los adultos les cuesta mucho porque tienen el prejuicio de que el títere es para los niños, hasta que entienden el código y les gusta. En cambio con los chicos es más fácil, porque desde la primera infancia tienen contacto con los muñecos; no los juzgan, los aceptan”.