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Pese a las últimas lluvias, sigue siendo alto el riesgo de incendios

miércoles 09 de octubre de 2019 | 11:30hs.
Pese a las últimas lluvias, sigue siendo alto el riesgo de incendios
Las lluvias que se precipitaron días atrás y el descenso de la temperatura dejaron en segundo plano, al menos por unas jornadas, las consecuencias de la sequía que aqueja a la región desde hace varios meses y la problemática de los incendios.

Sin embargo la alerta no cambió y se sostiene vigente la Resolución 310/2019 del Ministerio de Ecología con la cual se prohíben las quemas y cualquier uso del fuego por el índice de peligrosidad de incendio extremo.

En ese marco, Daniel Schweri, jefe de Bomberos Voluntarios de Ruiz de Montoya, una de las zonas fuertemente afectadas por el fuego la semana pasada, aseguró: “Si las lluvias no son suficientes, seguramente deberemos combatir otros focos de incendio en breve, la tierra sigue muy seca y falta poco para los meses de más calor, el peligro no pasó”.

El incendio en el Valle del Cuña Pirú acaparó la atención la semana pasada y mantuvo en vilo a bomberos, autoridades de Ecología y comunidades mbya de la zona ante el temor que el fuego se torne incontrolable.

En ese marco, Schweri recordó el drama que debieron afrontar y pidió responsabilidad a la población para usar el fuego.

“Tuvimos una situación muy extrema, lamentablemente la gente no toma conciencia cuando está prohibido hacer fuego. Tenemos una seca muy acentuada, de meses, puntualmente desde junio, y eso hace que la tierra se seque, se evapore más de lo normal y el sol ya es muy fuerte en esta época del año”, señaló.

Además, “se sumó el fuerte viento, porcentajes del 35% de humedad ambiente, valores que son históricos en la provincia, y la desobediencia de la gente que no mide las consecuencias de prender fuego en estas condiciones”.

Por otro lado, el experimentado bombero aseguró que “en la provincia se quemaron 2.000 hectáreas desde que empezaron los incendios y en nuestro caso nos tocó trabajar en la zona de Ñamandú, en el parque, a 20 kilómetros más o menos del casco urbano”.

El jefe de los Bomberos Voluntarios es uno de los más calificados para incursionar en la zona afectada recientemente, en Cuña Pirú. "Nosotros ya habíamos estado en ese lugar hace diez años más o menos, cuando hubo un incendio de 100 hectáreas, y justamente en ese mismo lugar se dio el incendio días pasados, nuevamente por usar el fuego como herramienta para desmalezar”, recordó Schweri.

La zona que fue afectada esta vez es alta, de muchas piedras y tosca, no hay agua cerca y el viento llegó a los 50 kilómetros por hora en las zonas más elevadas.
Ese lugar alberga muchos árboles secos del incendio anterior. “En esta oportunidad no perdimos monte nativo, sino malezas, tacuaras y arbolitos que habían crecido dentro del proceso de regeneración del monte”, comentó.

Uno de los fenómenos que presenta ese terreno es la cantidad de raigones, base de los árboles quemados en el incendio anterior, que en esta oportunidad fueron el combustible del nuevo foco ígneo. “Era una cosa infernal, el lugar es inaccesible y sólo se llega a pie. Cerro arriba desplegamos 800 metros de manguera para llegar al lugar”, relató Schweri sobre cómo combatieron las llamas.

En esas circunstancias se trabaja “con seis o siete kilos por centímetro cuadrado de presión, teniendo que bombear hacia grandes alturas”.

Sobre las características que tuvo el incendio en el Valle del Cuña Pirú, explicó que “no era un incendio de grandes llamas, con altura, sino que se desparramaba por abajo y encendía los raigones secos y esos a su vez caían sobre lo que secó el fuego y se volvía a encender todo”.

El trabajo fue agotador, porque  “cada mochila de 20 litros se termina en media hora, el mismo tiempo que le lleva a un bombero deshidratarse si trabaja bajo esas condiciones”, detalló en diálogo con radio Ecos.

Cuando cargan las autobombas también deben llevar mucha agua potable para suministrarla permanentemente a los integrantes de la cuadrilla.

Dos días de fuertes vientos, las altas temperaturas y las lluvias que no llegaban hicieron el resto, los focos se encendían una y otra vez, y las incursiones parecían en vano.

El otro frente era el resto de la jurisdicción que tiene cada cuartel de bomberos, ya que los incendios en viviendas y chacras se dieron con una frecuencia inusitada. “No podíamos dejar desprotegida al resto de la población, así que también fue un trabajo intenso de planificación y estrategia, para coordinar las guardias y las salidas”.

Schweri agradeció especialmente a cada uno de los integrantes del cuartel y a los empresarios que comprendieron la situación extraordinaria y dejaban salir por varias horas a sus empleados, bomberos voluntarios, que en esos días eran requeridos permanentemente.

Los Bomberos Voluntarios de Ruiz de Montoya son actualmente 18, de todas las edades, hombres y mujeres que se pusieron al servicio de su pueblo. Cuentan con buen equipamiento, están invirtiendo en la recuperación de algunos móviles y a corto plazo incorporarán un sistema de frecuencia de radio para comunicarse entre ellos y con las fuerzas de seguridad, ya que los celulares no tienen señal suficiente en esa región.

Faltan lluvias
En Bernardo de Irigoyen, las precipitaciones no fueron suficiente para recuperar completamente el caudal de agua en los principales reservorios de la Cooperativa de Provisión de Agua de Bernardo de Irigoyen Limitada (Coopabil), que fue muy afectada por la sequía y, en ese sentido, por varios días, no se pudo brindar el servicio a gran parte de la población y el municipio fue declarado en emergencia hídrica.

Pero tras una semana de trabajo continuo, en la que intervinieron el Instituto Misionero de Agua y Saneamiento (Imas) y el municipio junto a la Cooperativa de Provisión de Agua y otros servicios de Bernardo de Irigoyen Limitada (Coopabil) se pudieron hacer dos nuevas perforaciones y se recuperaron y reacondicionaron dos ya existentes que fueron conectadas a la red principal. Así, después de diez días se logró normalizar el servicio de agua a toda la población.

Con respecto a eso, desde Coopabil manifestaron a El Territorio que las últimas lluvias trajeron gran alivio pero no fueron suficientes para llenar al máximo los reservorios de la cooperativa y así poder trabajar al 100 por ciento desde la planta potabilizadora central.

“Hoy nos están salvando las perforaciones que se hicieron y se recuperaron, porque si fuera sólo por las lluvias, no estaríamos trabajando normalmente. Nos ayudó la lluvia, pero tiene que continuar lloviendo para poder trabajar al 100 por ciento desde la planta principal”, manifestó Juan Alberto Fleitas, síndico titular de la cooperativa.

Calor intenso
Desde la tarde de mañana se prevén nuevas jornadas de calor intenso. Este jueves la máxima llegará a los 34°. En tanto el viernes y sábado las mínimas rondarán los 25° con máximas en torno a los 37° y las térmicas sobre los 40°.

Aprovechar las aguas pluviales

El Concejo Deliberante de Oberá aprobó por unanimidad una ordenanza para implementar el sistema de aprovechamiento de agua de lluvia, iniciativa en la que trabajan desde 2017.El objetivo es establecer la implementación en forma gradual de métodos de captación y almacenamiento en todas las nuevas construcciones y edificaciones, destinadas a usos que no requieran agua potable. “Es el comienzo del aprovechamiento sustentable que hay que hacer de todos los recursos naturales”, explicó el concejal Raúl Zabala, uno de los impulsolres del proyecto.De la normativa también participó aportando datos técnicos el ingeniero agrónomo Néstor Munaretto, quien desde hace años fomenta el aprovechamiento del agua pluvial.

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