El primer delito del exagente fue cometido el 10 de julio de 2002

“Markendorf era el que pensaba y Bin Laden ponía las balas y el cuerpo”

El nombre de Markendorf volvió a la agenda mediática después de la detención de Sergio Ortiz -uno de sus cómplices delictivo-, acusado de un asesinato en Posadas
domingo 24 de diciembre de 2023 | 6:03hs.
“Markendorf era el que pensaba y  Bin Laden ponía las balas y el cuerpo”
“Markendorf era el que pensaba y Bin Laden ponía las balas y el cuerpo”

Un tiro por la espalda, un escopetazo. Dijeron que fue un enfrentamiento con la policía paraguaya, pero todo hace suponer que fue ejecutado. Así terminó la vida de Walter Ramón Markendorf, ex policía de Misiones célebre por aparecer involucrado en varios delitos.

El nombre de Markendorf volvió a la agenda mediática después de la detención de Sergio “Bin Laden” Ortiz, acusado de asesinar a Marcos Martínez, hallado descuartizado en el barrio A4 de Posadas.

“Bin Laden era la mano derecha de Markendorf. Éste era el que pensaba; Bin Laden le ponía balas y el cuerpo, es alto, mide casi dos metros”, recordó un funcionario de la justicia de Misiones que lo investigó varios años.

Se podría decir que la vida fuera de la ley de Markendorf empezó en la calle, cuando integraba el entonces Comando Radioeléctrico en Posadas y conoció cada barrio y rincón de la ciudad, y por supuesto, a los delincuentes, chorros de baja monta, en general.

“Primero los detenían, una vez que establecían un vínculo les exigían parte de lo robado, luego los hacían robar para ellos. Y al final directamente empezaron a robar ellos”, aporta el investigador memorioso.

Se podría decir que es un defecto causal en el que caen algunos uniformados que se afianzan en un mismo lugar y carecen de los controles naturales de la institución policial. De tanto que conviven con el delito se pasan al otro lado.

De hecho, eso cambió cuando se incorporó la presencia judicial operativa con la creación de la Secretaría de Apoyo para Investigaciones Complejas (Saic) que indirectamente hacía de supra control en los procedimientos. Actualmente la Secretaría está desactivada.

La vida de policía de calle de Markendorf cambió después del perpetrado asalto al Círculo de Oficiales de Policía de Misiones el 10 de julio de 2002.

Ese día al atardecer dos encapuchados fuertemente armados ingresaron al edificio de la avenida Rademacher de Posadas y redujeron a dos directivos del Círculo que se encontraban en las oficinas. Exigieron la entrega de dinero, cerca de un millón de dólares, que la institución horas antes había retirado de un banco. Eran tiempos de corralito financiero.

Los delincuentes tenían información precisa, pero no consiguieron la plata, entonces balearon a sus circunstanciales rehenes, dos ex policías que terminaron en el hospital. Los ladrones, en tanto, escaparon por una de las calles laterales.

La sospecha pronto apuntó hacia integrantes de la misma fuerza. La forma de comportarse, el profesionalismo con que manejaban las armas fueron los indicios. Es que el policía difícilmente deja de comportarse como tal, dada la rigurosa formación que recibe, aunque esté del otro lado del mostrador. Enseguida fue apresado uno de los integrantes de la gavilla. Fue cuando Markendorf se esfumó, desapareció.

Apto para las dos cosas
“Va a ser un gran policía o un gran ladrón” es la frase incorporada al test psicopedagógico realizado a Markendorf cuando se postuló para ingresar a la fuerza de seguridad, según reconstruyó este diario en un informe publicado tiempo atrás. Y fue las dos cosas un tiempo.

Con la fuga, se le perdió el rastro a Markendorf, pero empezaron a aflorar múltiples hechos en los que habría participado con sus cómplices. Contrabando de cigarrillos, robo a contrabandistas (mejicaneada), robos y finalmente atracos a mano armada.

Después habría seguido con lo mismo, pero en Paraguay, claro que entonces nada se sabía. Hasta que, en junio de 2004, la policía de Ciudad del Este, Paraguay, solicitó a sus pares de Misiones informes sobre huellas dactilares con el fin de poder identificar a un delincuente que fue acribillado a balazos unos días antes en la localidad de Minga Guazú. Uno de los fallecidos era Damián Martínez Ayala (40), en cuyo poder se halló una pistola calibre 45.

Del otro no tenían datos certeros, sólo documentación, que parecía ser falsa, y que estaba armado con una pistola 9 milímetros.

Con el cotejo de huellas las autoridades misioneras rápido confirmaron que la otra víctima del tiroteo era Markendorf. ¿Cómo llegó a ese final?

Según la policía paraguaya, los dos hombres se habían fugado del penal de Tacumbú, en Asunción, donde Markendorf cumplía una condena por robo calificado seguido de muerte.

La persecución se inició en el kilómetro 28 de la ruta VII, cuando efectivos que estaban en un control rutero intentaron verificar el automóvil en que se desplazaban Martínez Ayala y el ex policía misionero, un Volkswagen tipo Jetta con vidrios polarizados. Al constatarse que el vehículo había sido robado el sábado anterior en la localidad de Fernando de la Mora, los agentes intentaron detener el rodado, pero fueron repelidos a tiros por sus ocupantes, cuyas balas se incrustaron en la parte frontal y el costado del móvil policial.

Los delincuentes huyeron hacia Ciudad del Este y cruzaron el puesto de peaje de Tape Porã, no sin antes intimar a los guardias privados y funcionarios.

Luego abandonaron el coche y se internaron en un bosque, ubicado a casi cuatro kilómetros de la ruta.

Allí fueron rodeados y acribillados a balazos por los policías, con tiros de escopeta y metralleta. Markendorf tenía disparos mortales por la espalda.

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