La cabo se encuentra a bordo del rompehielos Irízar

Del barrio A4 a la Antártida: una posadeña se forma en la Armada

Luisina Aguirre (25) ingresó casi de casualidad a la fuerza. Desde el Sur relató el día a día en el gélido continente, sus sueños y lo que más extraña de la tierra colorada
viernes 21 de abril de 2023 | 3:00hs.
Del barrio A4 a la Antártida: una posadeña se forma en la Armada
Del barrio A4 a la Antártida: una posadeña se forma en la Armada

Luisina José Aguirre ingresó a la Armada Argentina en 2016, y desde el año pasado, se encuentra a bordo del emblemático rompehielos ARA Almirante Irízar. Desde el continente blanco la joven habló de su experiencia antártica, su carrera naval y los recuerdos de la tierra colorada.

La cabo primero de Mar tiene 25 años y se encuentra en la región más austral del mundo como parte de la dotación del rompehielos que participa de la Campaña Antártica de Verano 2022-23 (CAV), entre noviembre y abril. Llegar al continente blanco era algo impensado para Luisina cuando vivía en Posadas junto a su familia compuesta por nueve hermanos y su madre.

Según relató, en 2015 mientras cursaba su último año de secundaria en el CEP 5 en el barrio Nueva Esperanza (A4), un amigo de la escuela le contó que había ingresado a la Armada, cómo era la modalidad de ingreso, y le facilitó los folletos para su incorporación. Así fue como ella se anotó junto a seis amigos más y fue la única seleccionada para ingresar a la fuerza, aunque tuvo que esperar la mayoría de edad para presentarse en enero de 2016.

“Para mamá (Nidia Edith) fue difícil que me vaya de casa porque siempre trató de tenernos cerca y esperé hasta cumplir los 18 años. Pero sé que soy su orgullo porque siempre me lo dice”, señaló feliz. Luisina poco sabía de la Armada y su función y fue adquiriendo el conocimiento del quehacer naval durante el período selectivo preliminar que realizó en la Escuela de Suboficiales, ubicada en la Base Naval Puerto Belgrano.

Allí aprendió sobre el Escalafón de Mar, las maniobras que se efectúan a bordo de las unidades de superficie de la flota de mar y sobre el mantenimiento general de los buques de la Armada. Al egresar con la jerarquía de cabo segundo, Luisina comenzó a adquirir nuevas experiencias en navegación y a realizar prácticas marineras. Su primer destino fue la corbeta ARA Spiro, con apostadero en Puerto Belgrano, a 1.600 kilómetros de Misiones. Su siguiente destino fue el actual, cuando en 2019 adelantaron su traslado y participó de la tercera etapa de la CAV de ese año.

La misionera cruzó en numerosas ocasiones el turbulento Pasaje Drake y el mítico Círculo Polar Antártico; navegó por el mar de Weddell y de Bellingshausen durante el abastecimiento, despliegue y repliegue de científicos y dotaciones de las siete bases permanentes y seis temporarias que tiene el país en la Antártida.

Este año, además, sumó a sus recorridos antárticos la bahía Vahsel, que se encuentra a unos 15 kilómetros de la Base Antártica Conjunta Belgrano II, la tercera más austral de las bases permanentes del planeta. Desde el puente de comando del Irízar, la cabo Aguirre fue testigo de cómo gradualmente, navegando hacia el sur en las gélidas aguas antárticas, el día se volvía interminable hasta no existir la noche. Allí la luz se aprovecha para realizar las operaciones aéreas con los helicópteros Sea King embarcados en el buque.

“Creo que las cosas pasan por alguna razón; nunca conocí algo así y no había soñado en conocer la Antártida, que es hermosa”, contó Luisina y es esta vivencia la que la alienta a seguir en carrera: “Espero vivir más experiencias como esta y ojalá navegue en la fragata ARA Libertad”, anheló.

Destino

La misionera ya sabe cuál será su próximo destino en la Armada. Regresará a Puerto Belgrano, en esta oportunidad al buque multipropósito ARA Punta Alta. Antes, aprovechará su licencia para regresar a Posadas. Espera con ansiedad el reencuentro con su mamá y sus hermanos: “Ellos siempre me están esperando”, dijo con emoción la muchacha que hizo sus estudios primarios en la Escuela 809.

Al principio le costó el desarraigo, aunque igualmente, comparte con ellos todos los momentos significativos que vive durante el viaje como cuando conoció la nieve, pisó el hielo de la bahía Vahsel con el rompehielos embicado de fondo, voló en helicóptero, bajó a la Base Antártica Carlini y estuvo con los pingüinos.

Confesó que “al ingresar, no tenía mucha noción de lo que era la Armada y realmente me sorprendió por los desafíos que representa”. Admite que, si bien ya contaba con grandes valores inculcados desde su hogar, la Armada los reforzó y aportó muchos más. Como buena misionera extraña el mate y admitió que hasta tuvo que aprender a hablar más lento para que la entiendan mejor sus compañeros.

Y enfatizó la gran diferencia que existe entre el calor misionero y el frío bajo cero de la Antártida: “Hay muchas comidas que me recuerdan a Misiones, como cuando hicieron locro a bordo, y cuando puedo y consigo los ingredientes, suelo hacer chipa, sopa paraguaya o empanadas”, finalizó. 

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