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La víctima tiene 17 años y salvó su vida porque logró huir

Tuvo secuestrada a su novia 4 días, la torturó, la violó y la enterró viva

Así describió lo que vivió la joven de 17 años que fue golpeada y enterrada viva, pero que pudo huir y recibir ayuda. Ocurrió el miércoles sobre la ruta 2, en Itacaruaré 

viernes 02 de diciembre de 2022 | 6:07hs.
Tuvo secuestrada a su novia 4 días, la torturó, la violó y la enterró viva
Las marcas del horror: la adolescente tiene heridas en todo el cuerpo producto de las agresiones. Fotos: Natalia Guerrero
Las marcas del horror: la adolescente tiene heridas en todo el cuerpo producto de las agresiones. Fotos: Natalia Guerrero

La muchacha que fue torturada y enterrada viva por parte de quien era su pareja en una chacra ubicada sobre la ruta provincial 2, a la altura de Itacaruaré, habló con El Territorio y relató los momentos previos y posteriores al episodio del cual creyó que no saldría con vida. La madre, por su parte, insistió en que “el tipo debe pagar” además de que pidió tranquilidad para su familia.

En una esquina se encuentra la casa donde ahora vive Soraya (17) junto a su familia que la acompaña con la conmoción del momento tras el episodio del cual pudo escapar. La joven sobrevió a un intento de femicidio.

Tanto la víctima como el prófugo son de la localidad de San Javier.

Ella, en tanto, recibió a este medio, se dirigió a otro sector de la casa y contó lo sucedido el día que huyó después de ser torturada, abusada y enterrada viva por quien era su pareja, Agustín D. R (24). Al cierre de esta edición, el joven se encontraba prófugo.

“Nosotros estábamos bien el día que me hizo esto, me pegó poquito. Al otro día él tomó una tableta entera de pastillas de clonazepam. Yo vi que la cara de él estaba cambiando y ahí empezó. Yo le decía que era por la pastilla que se puso así, me hizo tomar dos y ahí me llevó al monte, atrás del gallinero. Yo gritaba pero nadie estaba cerca de nosotros, no había vecinos nada”, relató la joven.

“No me acuerdo muchas cosas por la pastilla esa que te hace perder la cabeza”, manifestó y continuó: “Me golpeaba, me tiraba contra las cosas, me marcó con varas, me hizo cavar un pozo pero se hizo de noche entonces iba a seguir al otro día. Él quería que me meta en el pozo, me puso en el pozo y me tapó toda mi cara con un montículo de tierra. Yo tapando mi cara con las manos no aguantaba más. Moví las manos para arriba y desparramé la tierra”.

“Yo salí del pozo y él me mandó a limpiar la casa. Ahí yo hice eso, me bañé, me dormí y él también se durmió pero no durmió bien. Al otro día él se cayó contra el suelo, no podía más por las pastillas. Ya era de día cuando él se había caído. Las pastillas le dieron sueño entonces le puse agua para que se bañe y salí. Justo venía un muchacho por la calle, yo le hice señas y el muchacho dijo ‘subite rápido’. Se ve que él (Agustín) escuchó la moto llegar y salió con una piedra por eso me bajé de la moto y de ahí salí corriendo para el monte atrás de la casa. Él no vio para donde yo corrí”, explicó.

La pareja estaba cuidando una chacra en el ingreso a Itacaruaré.

El lugar del hecho se encuentra sobre la ruta provincial 2, en un terreno elevado a la arteria provincial. En el predio hay un taller de carpintería, una casita, una huerta y un gallinero además de cerdos. Detrás, a unos metros, hay un monte donde está la tierra removida y dos partes de una pala partida.

Por otro lado, las viviendas más cercanas se hallan a unos metros cruzando el asfalto pero en la parte posterior, donde se encuentra el monte que resultó ser el lugar de escape de la joven, no hay viviendas lindantes. A más de dos kilómetros de distancia se encuentra la propiedad a la cual llegó a pie. Allí fue recibida por una familia que la ayudó.

“Corrí unos cuantos kilómetros, no sé cuántos. Llegué a una casa donde una mujer y el marido me bañaron, me dieron ropa y me pagaron el remís para que venga. La mujer llamó a mi mamá. El marido de la mujer dijo que me pagaba un remís porque me querían ir a buscar en moto y él (Agustín) me podía ver. Estaba toda mi familia esperando acá, llegué y fuimos a la comisaría (el miércoles)”.

La denuncia policial fue radicada en la comisaría de San Javier por María, su madre, momentos después de que la joven llegó a la casa familiar en el vehículo. Allí se pone de manifiesto las heridas sufridas por la menor después de haber estado sometida desde el domingo en la chacra de familiares de Agustín D. R. (24).

El médico policial que examinó a la víctima detectó múltiples hematomas de 10 a 15 centímetros de longitud por 2 a 3 centímetros de ancho. “Además presenta escoriaciones múltiples cubriendo ambos miembros inferiores y superiores, múltiples lesiones similares que cubren completamente la espalda, múltiples hematomas en el rostro y lesiones en el cuello”, refiere el informe.

La pala y la tierra removida que de la fosa que cavó la víctima.

“Cuando estaba con él allá pensaba que era mi día de morir porque no tenía a nadie que me ayude, pensaba eso nomás. Cuando pude correr pensé ‘Ahora voy a salvarme, una casa voy a encontrar’. Justo encontré personas re buenitas porque otros no hacen eso”, expresó.

Al ser consultada sobre el vínculo con el agresor, la joven comentó que lo conoce desde hace más de dos años. “Nos conocimos en el barrio, los primeros días todo bien, él trabajaba, era carpintero. Un año todo bien, sin pegarme, me trataba bien. Después le conocí, me conoció y empezó a hacer eso”.

“Yo viví con él ahí (en la chacra) hace unos tres meses pero me fui porque él no cambiaba. Por la cosa que fuma no quería trabajar, entonces yo me fui de ahí, después vino y yo le perdoné. Volví, no cambió y me alejé. Dos semanas después me fui a un camping, él fue y me llevó a la fuerza a la casa esa”.

Confesó que ahora no tiene miedo, no cree que él se vuelva a acercar a ella o a su familia. Sin embargo expresó: “Ahora tengo sueño pero no quiero dormir porque si vos dormís después de las pastillas esas dormís hasta el otro dia y no sabés a la hora que te vas a levantar. Si duermo capaz no me acuerde de nada de lo que pasó”.

Con respecto a Agustín D. R. (24), quien se encuentra prófugo, refirió: “No sé por dónde anda. Calculo que está en Garupá, en la casa de la mamá. Digo que sí porque otra parte no hay, en la casa de la abuela, acá cerca, no le encontraron”.

En relación a la situación posterior a lo ocurrido expresó: “Pienso dejar así nomás pero si le agarran, mejor”.

En ese contexto, María, su madre, afirmó: “Yo le pregunté a la abuela de él si ellos estaban bien y me dijo que sí, que cualquier cosa me avisaba. Yo confié que estaba bien. Ahora, lo único que yo pienso, porque no hay vuelta atrás, es que él pague y que no haya amenazas de los parientes. Mire cómo yo vivo, viene uno y me pega un tiro, recién ahí van a hacer algo”.

“No voy más a la Policía porque me hacen hacer papeles pero creo que el tipo tiene que estar preso. Por lo que hizo tiene que pagar. Él se va acostumbrando y le toma a una por pelotuda. La autoridad sólo pone orden cuando pasa algo grave. Yo no puedo hacer nada, encima soy sola y soy mujer. Si el viene yo me voy a defender”, apuntó.

“Ayer me enteré cuando llegó y contó todo. El tipo le ató las manos, le hizo cavar un pozo, dos días que le estaba dando con una cadena, le abusó con una madera, le hizo tomar el catarro de él. Me quedé traumada”, finalizó. 

 

El sospechoso tiene antecedentes por violencia

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