Ñande Reko Rapyta (Nuestras raíces)

El ‘alemán loco’: Adolf Neunteufel

viernes 04 de junio de 2021 | 6:00hs.

Adolf nació en Austria en el año 1909; desde muy pequeño mostró inclinaciones hacia los animales y a la naturaleza en general, también tenía mucha facilidad para el dibujo; estas particularidades colaboraron para que a los 22 años el Museo de Ciencias de Múnich lo comisionara a Sudamérica para realizar observaciones y clasificación de aves del Macizo de Brasilia, capturara y enviara animales “exóticos” que –previo embalsamamiento– se exhibirían en sus salas.

Llegó a Asunción, Paraguay, en 1931, comenzó su tarea casi inmediatamente con regulares incursiones en la frontera brasileña; cerca de un año después conoció a una joven en la ciudad de Capitán Meza, el flechazo fue inmediato y al unísono, se casaron al poco tiempo.

En tanto, allá en Europa, Alemania se hamacaba peligrosamente en disputas políticas que se “solucionaron” con el ascenso al poder de Adolf Hitler y el predominio del Partido Nacionalsocialista Obrero, camino que directamente se encaminó hacia un conflicto bélico de envergadura.

En 1938, el gobierno alemán convocó a sus ciudadanos diseminados por el mundo –sí, por todo el mundo-, con carácter de obligatorio, a regresar a ese país para prestar servicio de armas. Neunteufel regresa con su esposa y su pequeño hijo Heinz a Múnich, y antes de presentarse en el regimiento de destino entregó a las autoridades del museo los borradores de sus observaciones ornitológicas  posteriormente publicadas en idioma alemán-.

Destinado al frente ruso –conocido como el frente oriental-, consiguió publicar, en 1941 su libro ‘Yasy Yateré. Ocho años de atrapar animales y cazar en la selva del Paraguay’, con la Editorial Brockhausz.

Fue reasignado a la zona de Praga hasta el fin del conflicto, y denodadamente buscó a su esposa e hijo hasta hallarlos en un campo de refugiados. En el año 1944 nació el segundo y último, Rolf; al año siguiente –como es sabido– la guerra por fin terminó, más no las penurias generadas. Recién en 1947, mientras intentaba un salvoconducto para regresar a América, un encuentro fortuito con un capitán de barco -paraguayo- conocido le permitió embarcarse con la familia, de polizones, hasta las costas brasileñas.

“Un poco a pie y otro caminando”, como la canción de María Elena Whalsh, lograron llegar a Paraguay, y varios meses más tarde se instalaron en Posadas –definitivamente- los cuatro.

Por ser veterano de esa guerra, algunos vecinos lo tildaron de nazi, sin miramientos y con la tremenda carga del concepto, agravada por la injusticia y la liviandad de la intolerancia –uno de los estigmas que lo acompañaron hasta su muerte-.

A principios de la década de 1950 colaboraba con el escribano Aníbal Cambas y con la Junta de Estudios Históricos de Misiones en la restauración del Museo Regional. Adolfo dibujaba y pintaba, y mantener a la familia era cada vez más difícil; tiempo después, siempre bajo el auspicio de la Junta y con Cambas incondicional, organizaron el Jardín Zoológico de nuestra ciudad (ubicado en el actual barrio San Miguel, donde funciona el área de Espacios Verdes, conocido como Vivero Municipal).

Se hizo tiempo para cumplir con otro amigo, Roberto Burgos Terán, y pintar uno de los murales del Palacio del Mate que tituló ‘Pájaros de la región’.

El emprendimiento faunístico prosperó y lograron albergar más de 400 especies autóctonas; poco antes del golpe militar de septiembre de 1955, tristemente conocido como Revolución Libertadora, un grupo de uniformados violentaron el portón de acceso al Zoológico y fusilaron a los animales, a todos los animales… Neunteufel y su familia vivían allí, temieron correr la misma suerte, pero la intolerancia se detuvo luego de “poner a la parrilla” –improvisada parrilla– un carpincho y un venadito que los militares engulleron in situ.

Adolf, su esposa y los chicos estaban en la calle; nuevamente Aníbal Cambas salió en su auxilio y le facilitó una pequeña vivienda en inmediaciones del Parque Paraguayo. Tiempo después los Neunteufel habitaron una embarcación semihundida en el área del puerto de la ciudad.

Siempre tratando de generar conciencia –que actualmente llamamos ecológica–, Aníbal Cambas lo convocó nuevamente para crear la Estación Zoológica Experimental, en la zona del salto Tabay –municipio de Jardín América-, donde fue el director hasta 1957, cuando por falta de apoyo se cerró la Estación.

Reinstaló a la familia en Posadas y para su sorpresa –o no– algunos vecinos, sumaron al apodo de “nazi” el de “peroncho”. Eran tiempos de proscripción… A partir de entonces, sostuvo a la familia con la venta de lo producido por su inagotable creatividad plástica; cada mañana apuraba un jarro de mate cocido, se calzaba sus largas botas negras de montar –o lo que quedaba de ellas- sobre los pantalones breach –que no admitían un zurcido más– y se dirigía al centro posadeño a tratar de vender sus trabajos. De vez en cuando, algún comerciante le encargaba un mural –onda cartel– que le permitía mejorar los ingresos; al mediodía regresaba, con las compras, a la casita que la familia alquilaba en el barrio Apos –hoy Samsa-.

Adolf Neunteufel falleció el 29 de noviembre de 1979, a los 74  años. Fue sepultado en el cementerio capitalino; pocos años después murió su esposa, sobrellevaron dignamente la empatía reticente.

Me contó Rolf, el hijo menor, que a su padre le afectaban mucho los “apodos”, en particular el asignado, por acá, después de la Segunda Guerra, que nunca simpatizó con ninguna de estas ideologías y que les explicaba que “el hombre es así”.

Esta historia me la contó él, una tarde en su casita –al costado del Pirá Pytá “nuevo”-, me llevó allí un amigo pescador, después Bernardo Neumann montó una exposición con los bocetos que Rolf me entregó de su padre y un poco más adelante Mónica Millán los estudió… Artistas de fuste rindiendo homenaje a este artista que la ciudad y la provincia casi olvida.

¡Hasta el próximo viernes!

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