Ñande Reko Rapyta (Nuestras raíces)

Olvidos sociales

viernes 08 de enero de 2021 | 6:00hs.

Conceptualmente y según la psicología, el “olvido social” puede definirse como “(…) la imposibilidad de guardar en la memoria el significado de acontecimientos vivenciados por un grupo, sociedad o colectividad, y que al no mantenerse no pueden comunicarse, debido a la rapidez con la que tales acontecimientos ocurren y se experimentan, de tal suerte que los tiempos actuales acarrean consigo un acelere de eventos que no permite que un determinado suceso se preserve debido a que es opacado, suplantado o excluido por otro que no tarda en llegar.(…)”.

Para la historia -como ciencia– no significa el olvido colectivo total sino más bien un equilibrio dinámico entre el olvido público y la permanencia de los recuerdos particulares, que a veces aparecen y se reconocen y otras tantas se reprimen u ocultan.

Algo de esto seguro se puede aplicar en acontecimientos funestos que sucedieron en nuestra provincia, que nos afectaron a la gran mayoría y que, sin embargo, parecen haber caído en el “olvido”.

Uno de ellos sucedió el 11 de enero de 1994, cuando un incendio intencional, con origen en el área del Archivo General -ubicado en el subsuelo-, destruyó completament el Edificio Municipal de Posadas.

Comenzó en las primeras horas de ese día, un enero misionero, caliente e irrespirable casi; trabajaron todas las dotaciones de bomberos disponibles en la zona y en Encarnación -Paraguay-, más de 12 horas lucharon para controlar el fuego; se perdió todo… inmueble, equipamiento, documentación. Lo que no se quemó, fue afectado por el agua utilizada por los efectivos y los restos fueron enterrados- tiempo después - en un gran pozo, en los cimientos del actual edificio comunal.

Muy poco se pudo rescatar de 120 años y pico de historia institucional regional, 5 Libros de Actas, 1 Libro de Contratos, el crucifijo de bronce y la biblia con que se tomaba juramento a los funcionarios… nada.

El momento político local “era complicado” dicen las crónicas de época, el intendente municipal estaba con licencia médica y el tema candente por entonces era el nuevo emplazamiento de la Terminal de Ómnibus de la ciudad, o al menos el que ocupaba la tapa de los diarios provinciales…

Las autoridades de aquel momento se comprometieron a “investigar hasta las últimas consecuencias” el siniestro; lo único que se estableció fehacientemente fue la intencionalidad del hecho, mediante el peritaje realizado por los Bomberos de la Policía de la Provincia, que también determinó tres focos ígneos: en el subsuelo, el despacho del Intendente Municipal y un pasillo interno. Dos años después, la causa fue al Archivo del Poder Judicial, igual a impune.

Otro “olvido social” se gestó en el mes de marzo del año 2006, en San Vicente; el día 7 comenzó una protesta de productores y colonos de la zona - según los medios de entonces - por el mal estado de los caminos vecinales sumado – con el correr de los días – a denuncias de concejales por supuestas irregularidades en el manejo de fondos nacionales recibidos en concepto de “emergencia agropecuaria”; una cosa llevó a la otra y el 13, alrededor de 4.000 personas se autoconvocaron desde la mañana en la plaza principal de la ciudad, exigiendo la renuncia del intendente municipal; a media tarde cuando se cumplió el plazo establecido  para la dimisión “voluntaria” del funcionario sin definición alguna, la muchedumbre arremetió contra el edificio municipal y los efectivos policiales que lo custodiaban.

¿Se reprimió? Sí, se reprimió. Balas de goma, gases lacrimógenos y bastones solo enardecieron más los ánimos; el frente de la casa comunal fue destrozado, luego se inició el incendio - intencional indiscutidamente -, el mobiliario y la documentación que no fueron afectados por las llamas se apilaron en la vereda, en una gigantesca hoguera… cuando todo pasó dicen… se cantó el Himno Nacional, vaya uno a saber.

Lo cierto y concreto es que ambos hechos nunca fueron esclarecidos como debiera ser en un Estado de Derecho, ambas ciudades “repusieron” sus edificios municipales, Posadas en septiembre de 1998 y San Vicente en el mes de mayo de 2009.

No son los únicos “olvidos” en el derrotero de la historia política misionera, de siniestros cito dos más: el incendio de gran parte del edificio comunal de Oberá, el 20 de junio de 2009 y la destrucción de un 90% de la Dirección en el Edificio Histórico del Hospital Madariaga, el 14 de enero del año 2010, por un incendio también, entre las pérdidas se cuenta el Acta Fundacional de la Casa de Salud.

Sin dejar de lado hechos de sangre, asesinatos para ser claros, dos de gran transcendencia en su época: Manuel Antonio Ramírez, el 22 de noviembre de 1946, ultimado por Marcos Tavarez Castillo - ambos periodistas y apasionados militantes políticos, en la última etapa del Territorio Nacional de Misiones -. Durante décadas se contó el hecho como un “entredicho de polleras” minimizando lo sucedido; y Francisco Victorino “Coco” Ripoll, reconocido dirigente político provincial, asesinado el 10 de diciembre de 1972 por Avelino Grahl, frente al Mástil de la ciudad de Posadas.

Ambos hechos se concretaron a plena luz del día y a “cara descubierta” … el brazo de la justicia nunca llegó.

Si aunamos recuerdos, seguro sumamos a esta lamentable lista.

Los “olvidos sociales” no se programan ni se negocian, solo suceden y se alimentan de la “mala memoria”, del discurso oportuno de “dejar el pasado atrás”, fluyen a través de las generaciones lenta y silenciosamente siempre y cuando dejemos que manen.

Mientras uno de nosotros recuerde, mientras uno y solo uno cuente la historia entonces el poder de la curiosidad o el “beneficio de la duda” harán el resto porque es imposible borrar definitivamente el ayer.

Hasta el próximo viernes.

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