Entrevista a uno de sus integrantes: el antropólogo Juan Nóbile

El minucioso trabajo en busca del abrazo que quedó pendiente

El Equipo Argentino de Antropología Forense localizó e identificó a varios de los 22 fusilados en la Masacre de Margarita Belén. El procedimiento y las satisfacciones
domingo 13 de diciembre de 2020 | 6:04hs.
El minucioso trabajo en busca del abrazo que quedó pendiente
El minucioso trabajo en busca del abrazo que quedó pendiente

El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) es una organización científica sin fines de lucro de prestigio mundial, nominada al premio Nobel de la Paz de este año. Fue fundada en 1984 para investigar las desapariciones forzadas en la última dictadura militar y desde entonces trabajó en más de 60 países en todo el mundo.

Desde el Che Guevara en Bolivia, los soldados argentinos en Malvinas, hasta Facundo Astudillo Castro, también intervinieron e intervienen en la Masacre de Margarita Belén. Además de identificar varios desaparecidos inhumados en Chaco y Corrientes, fueron los encargados de confirmar, por ejemplo, que los cuerpos de los misioneros Arturo Franzen (24) y Manuel Parodi Ocampo (24) habían sido intercambiados por el Ejército al momento que fueron entregados a sus familiares.

Juan Nóbile (53) es docente y antropólogo y hace 18 años es integrante del EAAF. Trabajó en El Salvador, México y África y es uno de los profesionales que intervino en el reconocimiento de los militantes fusilados el 13 de diciembre de 1976. En una entrevista con El Territorio, detalló las labores realizadas desde la investigación preliminar, el trabajo de campo y la emoción de devolver a los desaparecidos a sus familiares.

“Nuestro objeto de trabajo siempre es la búsqueda, recuperación e identificación de personas desaparecidas. Para este caso de la Masacre de Margarita Belén, lo que detectamos es que varios fueron inhumados como NN en el cementerio de Resistencia, otros fueron arrojados al río y en algunos casos, cuando los cuerpos fueron entregados a sus familiares, trabajamos tomando muestras genéticas de los restos óseos, muestras genéticas a los familiares para cotejarlos y asegurar de que realmente le habían entregado a sus familiares o si fueron cambiados”, inició Nóbile.

La principal complicación, señaló, se presentó en el cementerio San Francisco Solano, de Resistencia. La reconstrucción arrojó que varios militantes asesinados fueron enterrados allí, pero con el correr de los años el camposanto fue modificado. “Hemos hecho algunas intervenciones, pero hasta ahora con resultados negativos”, lamentó.

“Después también detectamos que algunos cuerpos de la masacre fueron arrojados al río y derivó que en el cementerio de Empedrado -Corrientes- había cuerpos NN. Venían por el río, los rescataba la Prefectura e ingresaban como NN al cementerio de Empedrado”, explicó. Es este sentido, en septiembre del 2018, el EAAF confirmó que “con base en los resultados del estudio antropológico y genético, se concluye que los restos esqueléticos estudiados, denominados como CR-EMP 3 corresponden a Carlos Enrique Tereszecuk”, otro de los misioneros fusilados.

El cementerio de la localidad correntina es uno de los lugares donde más se trabajó para esta causa y que fue objeto de intervenciones en los últimos tres años.

“Después también algo que sucedió fue que varios de los cuerpos fueron entregados a cajón cerrado a sus familiares. Con prohibición de que hubiera velorio y con prohibición de abrir el cajón. Es lo que hicimos con Parodi y Franzen. Ahí lo que detectamos es que los cuerpos habían sido cambiados”, recordó el antropólogo.

Desarrolló que “era parte de las cuestiones burocráticas de esa época y que, de alguna manera, también era parte de una práctica sistematizada. El cajón tenía que estar cerrado, no podían hacer el velorio”. En otros casos, los familiares pudieron ir a buscarlos a los cementerios por lo que hubo una doble inhumación: “Primero inhumaban los cuerpos militares y después la familia lo iba a buscar y se los llevaban para las localidades de origen. En Margarita Belén había gente de Entre Ríos, Formosa, Chaco, distintos lugares”, amplió.

La investigación
Consultado por el procedimiento de investigación, Nóbile describió dos etapas. “En la primera, lo que llamamos investigación preliminar, lo que tratamos de buscar es primero hablar con los familiares, para que nos digan las características generales de su familiar. Desde cuestiones sociales, dónde y con quién militaba, dónde fue detenido, hasta características que llamamos bioantropológicas, estatura, edad, todo lo que tiene que ver con las características biológicas de la persona desaparecida”, precisó.

Después viene el análisis de testimonios, desde quienes intervinieron en los operativos, hasta ambulancieros. En la causa Margarita Belén hubo personas que pasaron por el lugar y vieron el operativo de los militares y la Policía provincial. Incluso, un fotógrafo de la Policía registró todos los cuerpos y “tomó fotos incluso del lugar donde fueron inhumados en Resistencia”, amplió.

También se hace un análisis de la documentación. En este caso en particular, Nóbile contó que al equipo le llamó la atención que en los libros del cementerio de Empedrado, a partir del 20 de diciembre del año del fusilamiento, habían aparecido en el río varios cuerpos, por lo que supieron enseguida que allí tenían que trabajar. “Cuando se identificó al Bocha Pereyra -militante formoseño- fue la materialización de esa hipótesis”, dijo.

Con toda esa información, van a trabajar al campo, donde desarrollan técnicas de antropología forense y la patología, la odontología, la genética, la criminalística, la radiología, la antropología social y la informática: “El equipo es pionero en la utilización de técnicas y la incorporación de tecnologías y de alguna manera tiene reconocimiento a nivel mundial”, se enorgulleció el entrevistado.

Memoria, verdad y justicia
Finalmente, llega el reconocimiento de los cuerpos y la comunicación a los familiares, situación puntual por la que indagó este medio. “Para nosotros, si bien trabajamos cotidianamente, no deja de ser emotivo. Cuando se identifica y poder comunicarlo te genera una emoción muy profunda. Hay familiares que hace ya 42 o 44 años que están buscando a su familiar y cuando se les da la novedad obviamente que es un proceso muy emocionante”, respondió Nóbile.

“Básicamente -siguió- implica una serie de elementos muy importantes para toda nuestra sociedad y obviamente para la familia. Para elaborar un duelo, en todas las culturas del mundo nosotros necesitamos saber qué pasó y tener el cuerpo, entonces se le abre esa posibilidad”.

“Otra cosa que se percibe es el abrazo, el abrazo que tienen pendiente hace más de 40 años. Cuando uno le entrega los restos, la actitud corporal de los familiares es abrazar. Eso es lo que llamamos el abrazo que quedó pendiente y que de alguna manera se concreta en ese momento”, amplió.

“Por otro lado, también se abre una memoria sobre esas personas identificadas, que generan el proceso de memoria, verdad y justicia. Reivindicar, visibilizar lo que pasó en esa época, eso que se pretendió quedar oculto, se moviliza de una manera que realmente es muy importante para las sociedades. Como peritos en estas causas vamos a declarar con un argumento científico sobre una verdad. En muchos casos, ante lo que los imputados dicen que fueron enfrentamientos o casos aislados, como en Margarita Belén que se sostuvo mucho tiempo que había sido un enfrentamiento, un intento de fuga, en estos trabajos científicos nosotros contraponemos esa verdad con un discurso en el cual afirmamos que en realidad fueron ejecutados. Es muy importante también que la verdad se sepa en esos juicios”, finalizó.

 

El pedido para identificar unos 600 NN

Desde el EAAF están haciendo una convocatoria a familiares de desaparecidos de la última dictadura militar para que se contacten con ellos y se acerquen a dejar sus muestras genéticas.

La intención es identificar a los más de 600 individuos enterrados como NN y hallados por la organización, pero que aún no han podido ser reconocidos. El equipo tiene en resguardo un banco de datos genéticos con más de 11.000 muestras que representan a unas 4.500 familias.

“Y aquellos que ya quisieron cerrar la historia mínimamente revelan esa decisión porque el trabajo hoy por hoy es humanitario, y humanitario me refiero a básicamente saber qué pasó, dónde están los restos o darle una sepultura de acuerdo a los rituales de cada familia es una actividad humanitaria”, pidió Nóbile.

 

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