400 años de Concepción de la Sierra
domingo 08 de diciembre de 2019 | 7:00hs.
Sociedad
Por Gonzalo Peltzer gpeltzer@elterritorio.com.ar
Así cundieron cantidad de nombres que venían con las devociones de españoles y portugueses. También pasó con los distintos nombres de la Virgen María, como Mercedes, que solo en la Argentina comparten las provincias de Buenos Aires, San Luis, San Juan y Corrientes; o Dolores, en Buenos Aires, Córdoba, Catamarca y Santa Fe. Nuestra América está sembrada de Santamarías, Pilares, Rosarios, Loretos, Asunciones, Encarnaciones... todas advocaciones o misterios relacionados con la madre de Jesús.
Las que se llaman Concepción son unas cuantas, en la Argentina y en América, y todas llevan también apellido para distinguirlas de sus tocayas. En nuestro país se cuentan, fácil y de memoria, Concepción del Uruguay (Entre Ríos), Concepción del Yaguareté Corá (Corrientes), Concepción de Tucumán, Concepción del Bermejo (Chaco), Concepción de Capayán (Catamarca), Villa Concepción del Tío (Córdoba) y Concepción de la Sierra en Misiones. Pero el nombre de Concepción tiene su curiosidad particular: los conquistadores que las fundaban estaban haciendo un lobby descarado a favor de la concepción inmaculada de la Virgen María (que nació sin pecado original), un dogma que la Iglesia recién declaró en 1854.
Nuestra Concepción de la Sierra fue fundada 235 años antes de que la Inmaculada Concepción dejara de ser una simple devoción de los fieles. Y el adelantado en este caso fue Roque González de Santa Cruz, el santo jesuita que la fundó justo hoy hace 400 años. Y hoy, para conmemorarlo, estará su corazón en Concepción de la Sierra, desde la mañana temprano hasta la tardecita, cuando volverá a Asunción. El corazón de san Roque tiene la particularidad de haber sido atravesado por la flecha del cacique Ñezú, que lo mató con un garrote y tiró su cuerpo en una hoguera, pero como su corazón seguía latiendo, le encajó un flechazo a quemarropa. A ese corazón lo podrán ver los que vayan hoy a Concepción a celebrar sus 400 años.
La reducción fue abandonada en 1767, cuando la expulsión de los jesuitas, y sus ruinas fueron destruidas años después, durante el gobierno de Genaro Berón de Astrada. Pero el 27 de septiembre de 1877 resurgió para erigirse como pueblo agrícola de la provincia de Corrientes, conservando su antiguo nombre y en el mismo emplazamiento de la antigua misión. Como testigos quedan en la plaza el cabildo de piedra, recuperado ahora para el patrimonio del municipio, pero conservados gracias a la familia que lo habitó durante varias generaciones. También se pueden ver –avanzando sobre la plaza y abarcando completa la iglesia actual– los cimientos de la más grande de todas las iglesias de las misiones del Guayrá: medía 90 metros de largo por 40 de ancho.