En la tierra colorada, el chamamé se hizo tradición
lunes 27 de agosto de 2018 | 3:30hs.
En la tierra colorada, el chamamé se hizo tradición
Por Agustina Rella sociedad@elterritorio.com.ar
Sin mediar palabra alguna, la música genera un cúmulo de sensaciones
instantáneas. Así, más allá de las preferencias particulares, el chamamé
es lo que nos mueve y hace vibrar a los litoraleños. Locales por
nacimiento o adopción, la cadencia de acordeones y guitarras
chamameceras son parte inevitable del paisaje misionero, como una postal
clásica de la tierra colorada. Sin embargo, desde estos nichos
regionales, el género se expandió al país y al mundo con una calidad
destacada que, según define el Chango Spasiuk, uno de los mayores
referentes actuales, nos obliga a pensar, reflexionar y potenciar
nuestra cultura.
En un despliegue escénico con grandiosos artistas en escena, el Teatro
Lírico de Posadas se embriagó el sábado por la noche de Tradición
Chamamé. La reunión de músicos incluyó al Chango Spasiuk, Las Hermanas
Vera, Los Núñez, Diego Arolfo (voz y guitarra), Marcos Villalba
(percusión), Pablo Farhat (violín) y la participación de Sergio Tarnoski
que con impecable solemnidad dieron paso a la nostalgia, la emoción y
la algarabía con clásicos como El Toro, Puerto Tirol, Kilómetro 11, La
Ponzoña y La Caú.
Al frente de este prolífico ensamble que ya compartió las tablas en
numerosas ocasiones, Spasiuk se mostró feliz de poder finalmente
presentar el espectáculo en tierra colorada y en un párrafo
autoreferencial, donde bromeó sobre su trayectoria y reciente enlace,
destacó: “Es la música, te dan ganas de casarte... cosa peligrosa que
sigue de moda”. A su vez hizo alusión a los recuerdos de la chacra, sus
abuelos, la siesta, el mango y la radio donde sonaba Silvio Armando
Romero. Y entre los sonidos más tradicionales como Don Guadalberto,
Mokoy Guyra´i en voz de Las Vera, Acento Misionero y Tarefero de mis
pagos en la de Arolfo y composiciones propias como El Prostíbulo,
Chamamé crudo y Mipueblo, mi casa, mi soledad, Spasiuk aprovechó a dar
su visión. “La cultura no es entretenimiento, la cultura no es un gasto,
es un espacio de reflexión colectiva. Un espacio de pensar entre todos,
de qué manera vivir en comunidad”, arrancó diciendo al ponderar la
evolución del chamamé, desde “música de la siesta, para no pensar”, a lo
que representa hoy. Al agradecer la oportunidad de aportar a este
espacio, cerró: “Entonces la música simplemente nos ayuda a crear un
espacio de mucho más introspección, de conexión en el cual simplemente
entre todos podemos reflexionar, pensar y construir en otra dirección”.
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