Javier De Olivera sigue los pasos de su hermano y se afianza en Chicago

domingo 20 de enero de 2008 | 2:00hs.
Tras los pasos del hermano. En busca de eso anda por estos momentos Javier De Olivera. Nacido hace sólo 15 años, el quinto hijo de Jorge “Kiko” De Olivera pretende iniciar su carrera futbolística en las mismas filas donde hoy sobresale Jorge: Nueva Chicago.
Y ambos no comparten sólo el club y la misma sangre, sino que sus preferencias los llevaron a privilegiar la parte defensiva que la ofensiva. Porque mientras Jorge recorre el fútbol argentino defendiendo los arcos, el pibe encontró definitivamente su posición natural como marcador central, y su principal virtud en el cabezazo.
La historia del más conocido de los De Olivera ya escribió parte de sus páginas, pero Javier pretende emularlo con un horizonte que, por ahora, le guiña un ojo.
Con un físico privilegiado (1.87 metros de altura y 81 kilos), “Pipi”, como es conocido en el ambiente, comenzará a deambular su tercer año en el “Torito" de Mataderos, seguramente el más decisivo junto al 2009 para sus próximos pasos, ya que en séptima y sexta quedarán definidas sus posibilidades concretas de Primera.
Por ahora, el rústico jugador surgido a los cinco años como delantero en Luz y Fuerza, disfruta de su mejor momento futbolístico. Terminó el 2007 como capitán y referente del equipo que logró el subcampeonato de la liga metropolitana. Hace unos días comenzó los trabajos de pretemporada con sus compañeros en General Lamadrid y se aferra a los consejos de su hermano mayor para perfeccionar su técnica y adquirir nuevos conceptos tácticos.
Se inició deportivamente como delantero de área y goleador, luego se desempeñó como carrilero por derecha; se retrasó y actuó como marcador de punta y, en sus últimos partidos, incluso trasladó su presencia al círculo central del mediocampo. Un todo terreno, como se dice en el mundillo.
El pasado le dio la espalda cuando estuvo a punto de quedar en Boca y el llamado nunca llegó. El presente lo recibe de frente, le da una nueva chance en la pensión del club y le guiña el ojo. Ser pasa pelotas en los partidos de primera donde ataja Jorge puede traer más sufrimientos que satisfacciones, pero lo introducen en la elite del fútbol grande de la Argentina. ¿El futuro? Parece estar esperándolo con los brazos abiertos...