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La cara más extrema del flagelo de la droga en Iguazú: encadenó a su hijo

sábado 02 de febrero de 2019 | 6:30hs.
Nidio pide la internación de su hijo.
Nidio pide la internación de su hijo.
La familia Capelari y su cruda historia vuelve a golpear a todo Puerto Iguazú. La dura situación de Nidio, padre de un joven con un severo problema de adicción a los estupefacientes, arroja su capitulo más extremo.

Es que, apremiado por la desesperación, la angustia y la impotencia, el hombre decidió encadenar a su hijo Yonathan para evitar que regrese a la calle en busca de dinero malhabido para poder conseguir droga.

“Nadie que viva esta situación va a entender esta decisión. Se puede mirar desde afuera, pero nadie que no tenga hijos en la droga entiende lo que es andar de noche intentando rescatar a un familiar de las bocas de expendio”, expresó Nidio en el inicio de una nueva charla con El Territorio.

Esta es la segunda vez en el año que Nidio dialoga con este matutino. En la primera entrevista, pidió y hasta casi rogó que la Justicia emita una orden para la internación en una clínica de rehabilitación para el muchacho. Sin embargo, eso no llegó y Nidio se vio obligado a tomar una medida tan dura como polémica a la vez, pero a sabiendas de que es el futuro de su hijo el que está en juego.

A la drástica decisión se llegó tras una semana repleta de desesperación. Yonathan estuvo casi cinco días desaparecido y durante ese tiempo fue intensamente buscado por sus hermanos y parientes en cada boca de venta de crack instalado en la Ciudad de las Cataratas.
“Anoche (por el jueves) apareció en la casa de una de mis hijas. Durmió tirado en el corredor de la casa, afuera. Esta mañana (por ayer) lo fuimos a buscar y entre seis personas lo encadenamos”, contó Nidio.

Y continuó: “No está bien lo que hicimos, pero no encuentro otra solución. Ya le pedí a la Policía que no lo suelten hasta que el juez me firme una orden para obligarlo a rehabilitarse, pero pasan 24 horas y lo sueltan. Él tiene que estar encerrado o lo van a matar”.
Andrea, prima del joven en cuestión, también habló con este diario y expresó que “mi primo está encadenado a las drogas y si sigue en la calle no sabemos qué va a pasar con él”.

“Mi tío ya recorrió las bocas de venta, pero por suerte nunca lo encontró como yo a mi hermano, tirado con personas convulsionando al lado. Yo prefiero que mi primo esté acá encadenado, bien, bañado, limpio y alimentándose que en la calle. Yo sé que esto no está bien, pero entre los peores panoramas, tenerlo encerrado es lo mejor”, añadió.

En primera persona

Con una de sus manos rodeada de cadenas tomadas de la pared y sentado sobre el suelo, el propio Yonathan habló de su situación. “Estoy bien, dentro de lo posible, no estoy feliz encadenado, pero qué puedo hacer”, se preguntó el joven.

“Llegué a consumir 77 gramos de crack en un día. El efecto me dura nada, cinco segundos, me pongo activo, miro para todos lados, no sé explicar, pero cuando no tengo para fumar me desespero”, admitió entre la impotencia y la tristeza.

El muchacho llegó a estar en proceso de rehabilitación durante cuatro meses y, aunque no lo pueda manejar, es consciente que desea mejorar. Sin embargo, no cree en los tratamientos y aseguró: “Yo quiero salir, pero la rehabilitación no funciona. El psicólogo no entiende y parece más loco que nosotros, conmigo no funciona”.

Su familia, como ya lo hizo la semana pasada, pide que la Justicia dicte una orden para la internación obligatoria del joven y que las fuerzas de seguridad eliminen los kioscos narco. “Es la única forma de que termine todo esto. Si nadie vende, no hay para consumir. Si los pibes no consumen, no habrá robos y la sociedad tendrá seguridad. Hay que eliminar las bocas”, pidió o más bien gritó Nidio Capelari en el final de la entrevista.


Contexto alarmante

El flagelo de la drogas en Iguazú fue abordado en un informe publicado a mediados de julio del año pasado, cuando un equipo de El Territorio recorrió la zona para registrar la problemática.

“Acá eso se consigue fácil. Todos sabemos dónde y con quién, pero nadie se mete y el que se mete, sufre”, resumió en ese entonces una pobladora del barrio Libertad, señalado como el punto neurálgico de acopio, comercialización y consumo de pedra.
Y la dura situación quedó más evidencia aún en noviembre, cuando la Dirección de Adicciones Municipal dio a conocer una alarmante estadística relacionada al tema. Para ese mes, la entidad contaba con 250 pacientes, de los cuales el 80% consumía crack o pedra y del informe también se desprendió que muchos de ellos comenzaron a consumir a la temprana edad de 9 o 10 años, inclusive antes de probar alcohol o cigarrillos.

El mismo estudio estableció que en el 82% de los barrios de la ciudad existen consumidores de crack, lo que grafica el grado de penetración de este estupefaciente en la ciudad.

En medio de todos estos números están los familiares de las víctimas, quienes padecen a diario historias desgarradoras. Como el caso Capelari hay varios más, a tal punto que muchos decidieron unirse y planifican una marcha para pedir acciones concretas ante esta problemática. Hasta el momento no definieron fechas, pero la idea está.