Fe y unión popular en honor al Gauchito Gil

jueves 09 de enero de 2020 | 4:00hs.
Fe y unión popular en honor al Gauchito Gil
Fe y unión popular en honor al Gauchito Gil
Lo que se vive cada 8 de enero en el kilómetro 101 de la ruta 123 de la ciudad de Mercedes, provincia de Corrientes, es un verdadero culto popular. Allí se congregan cientos de miles de devotos para pedir o dar gracias a Antonio Mamerto Gil Núñez, conocido popularmente como Gauchito Gil.

Al popular gaucho lo veneran ese día en conmemoración a su fecha de muerte, ya que fue asesinado el 8 de enero de 1878 a 8 kilómetros de su ciudad natal.   
Ayer, 142 años después de su deceso, esa misma devoción que se vive en el santuario en el que descansan sus restos se replica en diferentes puntos del país. Y Misiones, tierra litoraleña forjada de las mismas raíces que su provincia hermana, no escapa de rendir homenaje al Gaucho que, como cuentan sus devotos, “cumple hasta los favores imposibles”.

En Candelaria, sobre la ruta nacional 12, yace un camino de tierra señalizado con banderas rojas, el color más representativo de Antonio. Allí, a unos pocos metros sobre el camino terrado, un chamamé resuena a lo lejos, y congrega a decenas de paisanos a acercarse al santuario para rendir homenaje por el ‘cabo del año’ del Gaucho. El espacio le corresponde a Noemí Meza y su familia, quienes, desde hace 25 años, se organizan para recordarlo. “No es una fiesta, es un dolor, pero se lo recuerda porque él entregó su sangre inocente a Dios para los propósitos que nosotros le pedimos”, explicó Meza en diálogo con El Territorio.

Conducidos por el ritmo litoraleño, el aroma a carne asada y una fe inquebrantable, decenas de familias se reunieron en el santuario para rendir homenaje al Gaucho.
Un tinglado era compartido por bandas de música y parejas que improvisaban pasos de baile al son del ritmo ‘cervecero’. Del otro lado, las parrillas y estacas invitaban a los comensales a compartir el asado en familia. Pero, pasar por la capillita y rezarle al popular Gauchito era el primer paso a cumplir en la jornada. Velas y cigarrillos encendidos por un lado, estampitas y cartas con mensajes de pedidos o agradecimientos por otro, vino y bebidas alcohólicas blancas, rosarios, ropa y otros tantos objetos, decoran el santuario de Antonio Gil y demuestran la vigorosa fe de sus fieles.

“Mi hija era asmática y un 8 de enero, Antonio Gil le quitó el asma. Después de un tiempo, mi esposo quedó agarrado por un cable de alta tensión durante seis minutos, pero siguió con vida porque yo le pedí al Gaucho que me concediera ese pedido”, dijo Meza, quien con esas dos demostraciones se volvió devota del Gauchito que “siempre cuida a la familia”.

A su testimonio se suma el de un matrimonio de bailarines: Salvador Villamayor (72) y Dionisia Salinas (70), oriundos de Buenos Aires. La pareja siempre viaja para estas fechas con la finalidad de rendirle homenaje al que los unió en amor.

“Mi devoción por él nació porque pasé mucho tiempo solo. Hasta que, un domingo en el que fui a un baile, vi una imagen del Gauchito Gil y le dije ‘si él tenía tantas mujeres por qué no me regalaba una para mí, así no estaba tan solo’. Fue así como al poco tiempo tuve la suerte de conocer a mi señora, la mujer que me acompaña hace ya 15 años”, contó Salvador, agradecido con el Gauchito.

Y agregó: “Nos llevamos bien, a los dos nos gusta lo que hacemos, nos divertimos y bailamos”. En concordancia, su esposa Dionisia señaló que para el matrimonio, todos los 8 de enero son sagrados: “Vinimos a Candelaria porque una sobrina nos trajo. Pero  todos los años nos acercamos a bailar chamamé a algún santuario. Como somos bailarines, le ofrecemos lo que mejor sabemos hacer. Por eso, todos los 8, ya sea en Mercedes, en Itatí o en cualquier punto del país, nos acercamos a venerar a nuestro Gaucho Gil, que tanto nos cuida y acompaña. Yo lo adoro”, señaló Dionisia, al tiempo que mecía su pollera en cada vuelta chamamesera, mientras su esposo levantaba polvo colorado zapateando sus botas al ritmo litoraleño.

En ese marco, Karina Soto, otra fiel seguidora destacó: “Mi papá es devoto y todos los años se hace presente. Pero en 2018 sufrió un accidente cerebrovascular y no pudo asistir, por eso vine en representación suya. Yo también creo en él, porque me ayudó muchísimo”, destacó.

En tanto, el devoto Pedro Bargas señaló que estuvo muchos años privado de su libertad, pero el Gauchito le ayudó a mantener la convicción de seguir adelante y nunca perder las esperanzas. “Dios, María de Itatí y mi Gauchito fueron los que me ayudaron a recuperar mi vida”, dijo el hombre con ferviente creencia. 
Al Gauchito se lo invoca por cuestiones de salud, trabajo, necesidades materiales o para tener fuerza de voluntad y protección en momentos difíciles. Muchos lo consideran el santo de los desahuciados y ayer, sus fieles seguidores lo homenajearon en un nuevo aniversario de su fallecimiento. “Es que el Gauchito nos cumple, por eso, nosotros también cumplimos con él”, concluyó Bargas.