Estudiantes de Candelaria piden más espacios de diálogo por casos de bullying

“En Candelaria vemos mucha droga, hay muchas adicciones. Necesitamos más información”, dice Federica Saucedo, del BOP 5 de Candelaria. De su lado, Valeria Bonetti, de la Epet 40, admite que le gusta que en la escuela se empiece a hablar de bullying: “En el mismo colegio se estaban viviendo este tipo de situaciones”, plasmó.
Incluso, Carlos Chilavert, del BOP 82, refleja que “hay mucha discriminación y bullying por el poder adquisitivo de cada uno o por el barrio en el que vivís”.
Las frases se corresponden con los informes elaborados y presentados a través del programa ‘Nuevos rostros, los mismos desafíos’, de la Comisión de Desarrollo Estratégico e Integral de Municipios (Codeim).
En ese contexto, los jóvenes de escuelas secundarias de Candelaria pidieron seguir y profundizar los talleres de prevención de adicciones, bullying o el mal uso de las redes sociales. En los que ya comenzaron, salieron a la luz casos de ciberbullying donde los estudiantes naturalizan tratos degradantes entre pares. Así, según el informe de la Codeim, se tildan de “villeros”, “chetos”, “zorras” o “gays”, tratos que trastornan la personalidad de los adolescentes.
Ante ese escenario, los jóvenes buscan espacios de diálogo donde puedan expresar sus ideas, pensamientos e incertidumbres. Así es como empezaron a llegar a las escuelas estos talleres para fomentar el diálogo.
Los talleres se dan con técnicas motivacionales y participativas, a fin de lograr un clima de confianza, para que los jóvenes se involucren y puedan expresar sus opiniones. La metodología de trabajo se basa en dramatizaciones, proyección de videos, análisis de canciones musicales, encuentros intermunicipales y jornadas deportivas donde participan en representación de su municipio.
Daniel Bruening, docente y coordinador de la Codeim, dijo a El Territorio: “Lo que hacemos es un diagnóstico con los pibes, cómo ellos se desenvuelven en su curso, cómo son. A partir de ahí generamos un ida y vuelta donde ellos ponen el cuerpo y nosotros hacemos una devolución. El aprendizaje se hace en conjunto”.
Además, Bruening remarcó sobre la necesidad de generar estos espacios y la importancia que tienen para los adolescentes: “El chico refleja lo que copió del adulto. Generalmente los padres hacen un cuestionario, ‘de dónde venís, a donde vas’, pero no hay diálogo”. Y agregó: “La construcción del diálogo se da a partir de la capacidad de escucha, por eso buscamos construir un espacio colectivo del que ellos se sientan parte, no invitados. El adulto o el docente también tiene que ser parte de esa construcción y reflexionar”.
Por otra parte, desde el programa buscan orientarlos vocacionalmente, de manera que logren poner el foco en aquello que quieren hacer cuando se gradúen “incentivamos a que se esfuercen y estudien”, explicó y enfatizó en la importancia de generar un vínculo con el adolescente, desde la identificación. “Los pibes están horas hablando con nosotros, escuchamos música, analizamos canciones de rock nacional, y surgen cosas enormes”.
Actualmente son 49 municipios los que forman parte del programa y, según Bruening, “los intendentes entendieron  el punto y colaboran”. Además cuentan con una campaña SOS que permite que los jóvenes tengan una línea directa con los profesionales ante cualquier consulta las 24 horas, todos los días de la semana.