El ser humano no desciende del mono. Se vuelve ser humano cuando desciende del caballo al que solito se subió, sin que nadie lo erigiera en faro moral llamado a guiar con las palabras antes que con el ejemplo. El ser humano se baja del caballo y avanza a pie o en bicicleta, consciente de que únicamente la tracción a sangre propia lo mantendrá en movimiento. Rumbo al cerro Monje y a las correderas del Cumandaí, por un camino vecinal a unos 5 kilómetros de San Javier y bordeando el río Uruguay, el ser humano va en bicicleta, los caballos vuelven a pie, las mujeres y los varones asumen su condición de pequeños integrantes de un universo preexistente que seguirá allí sin ellos. Y entonces, tal vez, se bajan del caballo.