2020-05-12
Adiós al veterano de Malvinas Raúl Perez, sobreviviente del crucero Belgrano
Pérez tenía 70 años y con 32 años sirvió en la Guerra de Malvinas como sub oficial de armas y fue uno de los sobrevivientes del hundimiento del Crucero ARA Belgrano, sucedido el 2 de mayo de 1982, provocando la muerte de 323 argentinos.
Pérez había ingresado a la Armada Argentina a los 15 años por lo que ya tenía experiencia en el campo y una familia propia que lo esperaba en su retorno de las islas.En la última entrevista concedida a El Territorio, en 2017, Pérez dijo entender que el país no preparó correctamente la defensa y por eso pereció en ese conflicto. “Los que recibieron la orden de preparar la defensa pensaron que los ingleses no iban a venir, no se prepararon”, alegó, al tiempo que explicó que, en esa época, Argentina fabricaba cañones Hoffman de seis pulgadas que tiraban a 20 kilómetros.
“Los ingleses a la noche hostigaban a las tropas con cañoncitos de 40 milímetros. Si se llevaban 50, 100 de los Hoffman, no se acercaba ni un buque”, recordó quien hoy vuelve a sentir, a los 38 años del hundimiento, que abandonar la nave "fue lo más triste que nos pasó".
Relato de un náufrago
“Antes de las 12 me fui a comer. El comedor era un lugar grande, con poca luz, poca gente, nos mirábamos y comíamos”, relató. Terminada la sopa y los vermicelli, Pérez se dirigió a descansar hasta el nuevo cambio de turno, pero en el camino se cruzó con un compañero que bajaba de la escalinata de la radio y traía una nueva orden: buscar al portaviones HMS Hermes y hundirlo.
“Me fui a acostar. Fue la primera vez que me saqué el reloj, que me despojé del mameluco de combate. Saqué la Biblia y leí el salmo 91: El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso. Me cobijé ahí y me dormí” continuó el relato de Pérez.
Al despertarse, sintió un ruido seco a la distancia. “Se cortó la luz instantáneamente. Tintineó y se cortó. Y al segundo vino el otro torpedo y ahí sí sentí la detonación. A diez metros nuestro. Yo dormía en la quinta cama, en proa. Volé, caí al suelo y perdí el sentido. Pensé: ‘Ahora la muerte, ahora la muerte. ¿No llegó?’”, recordó el ex combatiente.
Cuando salió a cubierta, el buque ya estaba escorado. “No pensé en el hundimiento, pensamos que estábamos averiados”, destacó y detalló que al subir se encontró a un camarero que estaba esperando que todos fueran a merendar. “Qué merienda loco -le digo-, estamos en guerra chamigo, andá a buscar tu abrigo, tu salvavidas y rajá de acá. Metieron dos torpedos al Crucero’ y ahí recién tomó conciencia”, recordó.
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