2020-01-26
Procesaron a dos sargentos de la Policía que robaban armas incautadas
Por Carlos Manuel Cardozo fojacero@elterritorio.com.ar
Dos sargentos de la Policía de Misiones fueron procesados con
prisión preventiva por pertenecer a una organización dedicada a vender
armas y municiones robadas de los depósitos judiciales de Eldorado que
debían custodiar, entre otros delitos. La medida también recayó sobre un
civil, encargado de depositarlas en el mercado negro.
Se trató de uno de los escándalos policiales del 2019 y los
uniformados fueron definidos como “polirrubros” por el abanico de
delitos que se le endilgan. Diosnel Sebastián Vega (41), Marcelini
Segundo Sanabria (41) - sargento ayudante y sargento, respectivamente -
fueron detenidos en marzo, en medio de allanamientos a sus domicilios y
los de Instrucción I y II y del Tribunal Oral Penal local. El tercer
hombre es Óscar Alberto Ríos (48), ex convicto ligado siempre al mundo
del hampa.
La organización también la compone una mujer oriunda de Paraguay, a
quien se le acusa de expendio de moneda extranjera y la tenencia ilegal
de un arma y municiones pero desde hace bastante tiempo sigue el
proceso en libertad. Hay serias sospechas de que los implicados también
están ligados al narcotráfico pero, si bien hay algunos indicios y
elementos relevados, esto no fue probado por la pesquisa.
Los detenidos fueron notificados hace una semana por el juez Miguel
Ángel Guerrero, titular del Juzgado Federal de Eldorado, quien llevó
adelante la investigación que incluyó escuchas y seguimientos
encubiertos que estuvieron a cargo de efectivos de Gendarmería Nacional y
relevó pruebas más que comprometedoras. También se dispuso el embargo
de sus bienes por 1 millón de pesos a Vega y Ríos y $750.000 a
Sanabria.
El magistrado entiende que si son liberados podrían escapar del
país - se comprobó sus vínculos con personas de Paraguay - o entorpecer
la investigación aún en curso. Además, los dos efectivos policiales
podrían enfrentar duras penas si son considerados culpables: Vega, el
más comprometido, de 3 a 20 años y Sanabria hasta 16.
El escándalo salió a la luz el 22 de marzo del año pasado, cuando
el juez Guerrero allanó las sedes judiciales mencionadas. Vega y
Sanabria eran los encargados de custodiar los elementos secuestrados en
procesos judiciales pero lejos de cumplir con sus deberes, buscaron
sacar un rédito económico de esa posición y robaron al menos 38 armas.
Llamaban a los depósitos “kioscos” e incluso Vega fue apodado como
“kiosquero”.
En los juzgados mencionados se incautaron gran cantidad sobres
rotos que debían contener armamento que no estaban. “Sus conductas
implican también que tales elementos volvieran a ser colocadas en el
mercado ilegal, poniendo en riesgo la seguridad de las personas y de sus
propios colegas policiales”, señala con dureza la resolución a la que
tuvo acceso de forma exclusiva El Territorio.
Para esa empresa los uniformados se asociaron con “Beito” Ríos, un
ex convicto oriundo de Bernardo de Irigoyen que estuvo preso al ser
condenado por la muerte de su mujer. Se comprobó que el hombre también
se dedicaba a la falsificación de dinero y la comercialización de
vehículos robados en Brasil, algo de lo que se benefició uno de sus
cómplices.
Según la investigación, Beito y los dos policías empezaron a
realizar la maniobra delictiva desde diciembre del 2018, y lo hicieron
de forma sistemática hasta el día que fueron detenidos.
Una de esos hechos ocurrió un miércoles de enero del 2019. Los
investigadores captaron entonces una comunicación con telefónica en la
que Beito Ríos le dijo a Vega que iba ir “hasta el kiosco” de Sanabria y
éste le respondió: “algo conseguimos para vos, pero metele, vení porque
esto hay que sacar hoy.”
Entonces el civil se subió a su camioneta y se dirigió hasta el
edificio donde se encuentran los juzgados locales. Allí ingresó por la
parte trasera -calle Malvinas- y permaneció un momento hasta que se
retiró rápidamente. El seguimiento de esta secuencia figura en un
informe de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), que intervino en la
investigación.
Las conversaciones que figuran en las escuchas también registraron
que los dos efectivos habían hablado la noche anterior. Entonces
Sanabria le contó a Vega que iba a estar de guardia 24 horas y el último
le pidió que le mande una foto de lo que, se cree, sería un arma.
En las escuchas también se revelaron conflictos que surgieron entre
los implicados, como por ejemplo el reclamo de dinero por parte de los
policías después de la venta de las armas. Queda claro, en este sentido,
que el encargado de hacer este trabajo era Ríos, con contactos en la
frontera seca y otras localidades.
“Tenemos que abrir el quiosco”, “está muy quieto”, “que tenes para
mí” fueron algunos de los mensajes extraídos de los teléfonos celulares
donde le pedían armas o dinero. “Esta semana hay algo lindo, vamos a
comer asado y tomar mucha cerveza”, se lee en otra conversación, en la
que Sanabria le anuncia a Ríos que tenía algo para él.
Los otros negocios
Los otros negocios
También se pudo reconstruir como el oriundo de Bernardo de Irigoyen
negociaba y ofrecía lo robado por los sargentos. Justamente en su casa
se incautaron muchísimas armas, piezas y municiones, algunas ocultas en
un vehículo que utilizaba. Había elementos para falsificar billetes,
dólares y mil pesos truchos, además de motocicletas de alta gama que
habían sido robadas en Brasil y papeles afines a la comercialización de
vehículos.
En este sentido, a Vega también lo complica sobremanera el
allanamiento en su domicilio. Allí fueron secuestrados sobres rotos que
deberían tener armas, pero sólo tenían municiones. También había un
Volkswagen Gol con patentes argentinas que no le pertenecían, debido a
que el auto tenía pedido de secuestro también emitido por Brasil.
Además, en el teléfono de este último también se detectaron audios
en los cuales un NN les avisaba sobre un grupo de hombres que habían ido
a Buenos Aires para buscar una gran cantidad de dólares. La idea,
infieren de esa información los pesquisas, era ubicar el vehículo en el
cual se movían para asaltarlos y hacerse con esa importante cantidad de
plata.
Los delitos por los cuales están procesados
Oscar Ríos fue procesado como
coautor penalmente responsable de los delitos de expendio y/o puesta en
circulación de moneda –nacional y extranjera- falsa; posesión de
elementos destinados a cometer falsificaciones; acopio y venta ilegal de
armas de fuego sin la debida autorización legal agravada por realizarlo
de un modo habitual, asociación ilícita; confabulación y encubrimiento
de contrabando de importación agravado. A Diosnel Vega, en
tanto, se lo procesó por violación de deberes de funcionario público;
asociación ilícita; sustracción de objetos destinados a servir de prueba
ante autoridad competente; confabulación y encubrimiento de contrabando
de importación agravado. Por su parte, a Marcelino Sanabria lo
procesaron por considerarlo responsable de los delitos de violación de
deberes de funcionario público; asociación ilícita y sustracción de
objetos destinados a servir de prueba ante autoridad competente.
El oscuro pasado de Ríos
Oscar Alberto “Beito” Ríos es un
conocido hombre relacionado siempre al mundo del hampa y condenado por
homicidio culposo por la muerte de su mujer, Nélida Galvaliz, ocurrida
en la madrugada del 25 de octubre de 1998, en la localidad de Bernardo
de Irigoyen.Según Ríos, en medio de una discusión de pareja, él había
sacado su revólver calibre 38 para amedrentar a su compañera y en ese
momento se le escapó un tiro que le impactó en el abdomen. El hombre fue
quien llevó a su concubina hasta el hospital local, pero expresó que se
quedó sin combustible en el camino, por lo que la mujer terminó
falleciendo a causa de la pérdida de sangre, antes de ingresar al
quirófano.La versión del señalado homicida rápidamente fue puesta en
duda. Sobre todo porque salieron a la luz varios episodios de violencia
de género y se halló una carta donde la víctima relataba que tenía miedo
que su marido la mate y que era sometida constantemente a golpizas. La
misiva fue publicada por El Territorio en su edición del 5 de noviembre
del 1998.“Con el dolor en lo más profundo debo contarles algo muy
triste. Su papá volvió a decirme que va a terminar matándome, siempre lo
ha dicho y si sucede, les pido aquellas personas que se hagan cargo de
ustedes, que las respeten siempre”, decía el documento, dirigido a los
tres hijos de la pareja. El relato estremece y, por si eso fuera poco,
Galvaliz también dejó una foto donde se apreciaba un ojo con
hematomas.Más allá de esos elementos, en un debate oral y público, Ríos
fue condenado por homicidio culposo, por lo que no estuvo mucho tiempo
en prisión. Los miedos y las sospechas de la familia de la víctima,
todos oriundos de Bernardo de Irigoyen, aún persisten.
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