2018-10-14
Mauricio Lange, el misionero en la carrera espacial argentina
Por Esteban Bueseck interior@elterritorio.com.ar
Hace 14 años, Mauricio Lange (42) estuvo “en el lugar indicado”, tal
cual él lo describe. A fines de los años 90 había dejado su Leandro N.
Alem natal para ir rumbo a Córdoba tras el sueño de ser ingeniero en
electrónica en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN). Apenas
recibido comenzó a trabajar en varias empresas, principalmente en la
automatización industrial.
“Mientras trabajaba en una de esas empresas llegó gente de la Comisión
Nacional de Actividades Espaciales (Conae) buscando una solución para la
ingesta de datos de satélites, eso fue en el año 2004. Ahí conocí la
Conae y fue un flash, porque una vez que uno conoce el ámbito
aeroespacial, se enamora”, dijo en diálogo con Radioactiva 100.7
“Desde ahí empecé a trabajar en distintos proyectos”, manifestó el
ingeniero responsable del desarrollo del segmento terreno en el
recientemente lanzado Saocom 1A.
“Armé todo lo que es infraestructura computacional y los programas de
software que se usan para el control del satélite desde los distintos
lugares, tanto en Córdoba como en el resto del mundo. Una vez que el
satélite se lanzó, pasé a formar parte del equipo de ingeniería que
valida que todo el sistema compuesto por satélite y estaciones terrenas
sirva para lo que fue diseñado”, expresó.
“Desde ahora en adelante mi trabajo es que el sistema funcione a la
perfección para darle un servicio tanto al usuario individual como al
usuario institucional, ya sea el Inta, el Servicio Meteorológico u otros
actores nacionales e internacionales, para recibir los datos
científicos de humedad del suelo que hacen falta”, añadió.
El trabajo sigue
Saocom (Satélite Argentino de Observación con Microondas) se compone de
dos satélites de observación terrestre de la agencia espacial de
Argentina. La misión consiste en la puesta en órbita del Saocom 1A y
Saocom 1B, básicamente similares que conformarán una constelación, por
la necesidad de obtener la revisita adecuada. De momento, el primero de
los dos ya está en órbita desde el 7 de octubre pasado.
“Pero todo lo que hicimos nosotros está pensado para dos satélites que
van a permitir tener mayor capacidad de respuesta en tiempo y de
cobertura espacial”, detalló Lange, al tiempo que señaló que el Saocom
1B “ya está en fabricación hace tiempo y la idea es que se lance en
2020. Con eso se completa la constelación Saocom 1, que junto con cuatro
satélites italianos forman una constelación mayor que se llama Siasge
(Sistema Italo Argentino de Satélites para la Gestión de Emergencias)”.
Consultado sobre si planea trabajar fuera del país, sostuvo: “En la
Conae estamos a la par de otras organizaciones espaciales, trabajamos
con la ASI, que es la Agencia Espacial Italiana como socios en este
emprendimiento y laburamos a la par. De hecho, tenemos nuestros propios
procedimientos y estándares, así que la idea es seguir haciendo carrera
en nuestra agencia nacional. Uno no apunta desde acá irse a otra
agencia, sino que esta es primera a nivel mundial junto con las otras
que hay, como la Nasa o la Agencia Europea”.
Remarco que “como en todos los ámbitos del país, tenemos complicaciones
pero esperamos que ahora, con el éxito de la misión, eso demuestre que
es importante seguir apostando e invirtiendo en el ámbito científico
argentino”.
Fiesta en Alem
El lanzamiento al espacio del Saocom 1A tuvo su contenido de emoción
singular en Alem, donde vive Blanca Esteche, maestra jubilada y madre de
Mauricio. El profesional es el mayor de tres hermanos y cursó sus
estudios primarios en la Normal 1 para luego recibirse de técnico
electromecánico en la Epet 9, de donde emigró a la UTN. Blanca recibió a
El Territorio en la casa donde vivió su infancia y juventud Mauricio y
contó con una lágrima de nostalgia: “Desde pequeño su pasión por la
mecánica y desarmar cosas se evidenciaba. Dibujaba cohetes y máquinas
hasta sobre las paredes”.
Los años de primaria vieron crecer al joven transitando las aulas de la
Normal, pero la pasión ya estaba definida a sus 12 años, por lo que
ingresó a la Epet 9.
Apenas comenzaba a leer, “ya nos pedía las revistas que salían en esa
época de mecánica, computación y recuerdo que cuando tenía 10 años le
compramos su primera computadora. Lo primero que hizo fue desarmarla de
punta a punta para investigar”, relató la madre, que en aquel momento
mostró su enojo al ver eso, pero ya la pasión dominaba cualquier razón y
el niño la pudo armar y usar para seguir avanzando en modelos.
Con la información de corresponsalía Leandro N. Alem
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