2010-11-01
La época dorada de un género
El espectáculo Cabaret Berlinés ofrecido en el Centro del Conocimiento el sábado, planteó un rescate de la tradición del género a través de sus autores más representativos y de algún otro de la misma corriente. Por el escenario desfiló una síntesis de los compositores que iluminaron aquellas noches de una Berlín todavía libre, tales como Mischa Spoliansky (1898-1985), Friedrich Hollaender (1896-1976), Kurt Weill (1900-1950) o el sexteto Comedian Harmonist (1934-1941), con el agregado de la inolvidable canción Lili Marleen, de Norbert Schultze (1911-2002) -que marcara la época de la Segunda Guerra Mundial y quedara en el recuerdo la imagen de Marlene Dietrich- y un homenaje a Edith Piaf a través de Non, je ne regrette rien (No, no me arrepiento de nada).
La acción se desarrolló tal como si se estuviera presenciando un espectáculo de cabaret en el período de entreguerras: tres figuras en escena que cantan, bailan, o realizan breves actuaciones. La mezzosoprano rosarina Graciela Mozzoni, de amplia experiencia en música popular, canción de cámara y ópera, demostró que posee además un manejo total de la escena. Tiene una voz agradable y seductora, muy bien timbrada, con la que transmite pasión, humor o dolor en cada frase. Como personaje casi central del espectáculo, estuvo muy bien acompañada por el joven Álvaro Etcheverry (17 años), dúctil en lo actoral y con una voz de barítono colocada en forma muy satisfactoria. En el piano, actuación y voz, Néstor Mozzoni demostró dotes histriónicas que provocaron la risa del público en numerosas ocasiones. Casi todas las canciones fueron interpretadas en su idioma original -alemán, inglés o francés- pero su comprensión se facilitó por un adecuado anticipo actoral del texto.
En síntesis, un espectáculo con el cual el público disfrutó de gran entretenimiento y de un contacto cultural con otra época.
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