Ritual fitero, una pasión de nunca acabar

lunes 18 de junio de 2018 | 1:00hs.
Ritual fitero, una pasión de nunca acabar
Ritual fitero, una pasión de nunca acabar
En 1960, cinco años después de su presentación oficial en Suiza, gana la calle el primer Fiat 600 fabricado íntegramente en Argentina. Desde su salida de la línea de montaje, se forjó una relación indisoluble entre el económico dos puertas y las familias trabajadoras, que lo apodaron ‘fitito’.

Las últimas unidades son de 1982 y en más de dos décadas de producción, el país vivió una verdadera fiebre fitera, su accesible costo y su fácil mantenimiento permitieron a la clase obrera soñar con el 0 kilómetro.

Por ello, ya fuera del mercado, la pasión no menguó y al día de hoy, los cultores del compacto vehículo se nuclean en grupos dedicados a rescatar, restaurar y poner en movimiento a esta parte de la historia de la industria automotriz.

El ritual fitero se alimenta de nuevos fanáticos, los jóvenes que se suman a los encuentros con un auto heredado de abuelos o padres o descubierto como tesoro en un viejo estacionamiento.

En Posadas, el grupo Potenza tiene un centenar de miembros, todos con un mismo amor: el 600. Hermanados por esta afinidad participan de encuentros, exposiciones y también realizan eventos solidarios.

“Es que el fitito convoca, cuando pasás conduciendo un fito, la gente te saluda, te tocan bocina; nuestro país tiene una relación muy fuerte con este auto, todos tienen una anécdota con un fitito”, relata Germán Schimmelfenig (29) fierrero y mecánico.
Germán se especializó en el arreglo y restauración de Fiat 600, ante la ausencia de mecánicos que cubran el rubro.

“Armé fititos a nuevo, los desguacé completamente, pieza por pieza, conseguí algunas partes por internet de otras provincias o importadas y el resultado fue un fitito original, con las piezas traídas desde Italia”, resalta.
Para su proyecto, consiguió que su padre, de quién aprendió el oficio, le ceda un espacio en el taller, ahí desarrolla su marca G.S Classic Garage. Trabaja en las líneas clásica y deportiva.

“Mis amigos y conocidos que tienen un fito siempre me traen el auto, llegué a tener en el taller hasta 6 o 7; es por dos cosas: primero que el propietario de un 600 no quiere dejarle a cualquiera el auto, necesita tener confianza y,  por otro lado, no todos los mecánicos quieren trabajar con estos autos, ya que el diagnóstico de la falla, el arreglo todo es más artesanal”.

Y siguió. “Con las máquinas de ahora, enchufás una computadora y sabés donde tenés que reparar; pero con el fitito es prueba y error y después, con la experiencia ya detectás por el ruido o con una mirada, es más maña”.

Restaurar un Fiat 600 a nuevo con piezas originales requiere de una inversión de cerca de 200 mil pesos.
En mayo tuvo lugar en esta capital el encuentro más tradicional de autos antiguos y especiales, fue en la zona de El Brete y allí estuvieron Germán, su hermano Axel y Marcelo Bordón.

“Exponer es siempre gratificante, porque ves cómo se enganchan los niños, que quieren subir al auto, las familias también se acercan y te cuentan de cuando el abuelo, el papá tenía uno”, comenta el técnico y adelanta que el próximo encuentro será en julio en Brasil. 

Legado del abuelo

Marcelo Bordón es segundo dueño del 600 naranja, su abuelo le dejó las llaves: “De chico andaba con mi abuelo y ahora soy yo el dueño, él falleció. Lo saco a pasear al fito alguna vez a la semana, no es un auto que se pueda andar todos los días, ya que un toquecito en el tránsito vale carísimo, es la pasión que me enseñó mi abuelo”, expresa.

Por Silvia Godoy
sociedad@elterritorio.com.ar